/ martes 23 de febrero de 2021

Análisis de la educación en tiempos de pandemia

Red de OSC's Morelos

Tan solo en el nivel básico, durante el ciclo escolar 2019-2020, el abandono fue de 10%; es decir, de más de 2 millones 525 mil alumnos de preescolar, primaria y secundaria; mientras que en educación superior esa cifra fue de poco más de 305 mil universitarios, equivalente al 8% de la matrícula.

∝Pero este problema no es privativo de México, pues de acuerdo a estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la pandemia del SARS-Cov-2 ha afectado a más de mil 500 millones de estudiantes a lo largo y ancho del planeta, lo que ha exacerbado las desigualdades en la esfera de la educación.

Si las autoridades no toman las acciones pertinentes para revertir esta tendencia, México y el mundo estaría en riesgo de un estancamiento y lo más peligroso, de un retroceso educativo, con lo que se afectaría el desarrollo personal y por ende el futuro de la raza humana, pues en poco tiempo se perdería mucho de lo que se ha ganado a través de los años.

Por cierto, previo al arranque del ciclo escolar 2020-2021, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) ha puesto en marcha la campaña “Quédate en Clase” cuyo objetivo es evitar que niños y jóvenes abandonen su proceso de enseñanza-aprendizaje. En una primera etapa y a través de un video, difundido en redes sociales, se emiten recomendaciones para que maestros y padres de familia enfrenten con éxito el reto de la educación a distancia.

Hace unos días se dieron a conocer los resultados de la prueba PISA que la OCDE aplica a los alumnos de tercero de secundaria y tercero de bachillerato para hablar del estado que guarda la educación en los países miembros a esta organización. Y es interesante que investigadores de la talla de Ángel Díaz Barriga, están señalando que los alumnos de países latinoamericano están entre los 480 y 400 puntos, quedando por debajo de la media, en los resultados de esta prueba.

Vivimos épocas de cambios y contrastes. También vivimos épocas de derrumbes de mitos. Hace apenas un par de décadas los sistemas educativos en el mundo se reformaban para enseñarles a los niños las habilidades para vivir en un mundo más global, abierto, democrático y competido.

Tengo en mis manos un libro del año 2002 de una prestigiada académica, Nelly Stromquist, titulado: “Educación en un mundo globalizado”. En las conclusiones la profesora dice: “El concepto de ciudadanía está siendo redefinido, de facto, por los altos niveles de migración y por una cultura de globalización (…). Los educadores (…) se enfrentan con pesadas responsabilidades en la era de la globalización.”

Hoy en día, con la caída de las democracias en el mundo (solo 4.9% de la población mundial vive en democracias completas); el aumento de gobiernos autoritarios (la tercera parte de la población mundial vive bajo autoritarismo); con el nuevo proteccionismo, liderado por Brexit, y la monumental guerra de tarifas entre Estados Unidos y China; con la significativa reducción en la tasa de aceptación de migración de países ricos, al pasar de 3.1 millones de migrantes en 2010 a 2 millones en 2015, y con el aumento de gobiernos nacionalistas o ultranacionalistas, populistas o conservadores, y la entronización en el seno de la ONU, por parte del supuesto “líder del mundo libre”, de jerarcas totalitarios, se pinta un panorama poco promisorio en el corto plazo para la humanidad.

Para los nuevos líderes emergentes que pregonan políticas nacionalistas y proteccionistas, contrarias a las fuerzas del mercado, y al interés común, su arma de popularidad ha sido la creciente, persistente y percibida desigualdad entre los pocos muy ricos y los muchos muy pobres que ha dejado la renovada Pax americana a partir del deshielo de la Guerra Fría, 1990.

Aquí la pregunta es, ¿qué están haciendo los profesores para mejorar la calidad de las clases? ¿cómo están apoyando a aquellos padres de familia a quienes se les ha venido el mundo encima por no poder estar con sus hijos enseñándoles, ya sea por trabajo o porque ni siquiera ellos mismos tienen esos conocimientos? ¿Qué están haciendo las dependencias educativas de los ayuntamientos para acercarse a esta ciudadanía? Los niños son un presente que no debemos descuidar, no permitan que sus hijos dejen la escuela, no sigamos alimentando la ignorancia, porque eso es lo que nos lleva a ser dependientes de los demás.

Tan solo en el nivel básico, durante el ciclo escolar 2019-2020, el abandono fue de 10%; es decir, de más de 2 millones 525 mil alumnos de preescolar, primaria y secundaria; mientras que en educación superior esa cifra fue de poco más de 305 mil universitarios, equivalente al 8% de la matrícula.

∝Pero este problema no es privativo de México, pues de acuerdo a estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la pandemia del SARS-Cov-2 ha afectado a más de mil 500 millones de estudiantes a lo largo y ancho del planeta, lo que ha exacerbado las desigualdades en la esfera de la educación.

Si las autoridades no toman las acciones pertinentes para revertir esta tendencia, México y el mundo estaría en riesgo de un estancamiento y lo más peligroso, de un retroceso educativo, con lo que se afectaría el desarrollo personal y por ende el futuro de la raza humana, pues en poco tiempo se perdería mucho de lo que se ha ganado a través de los años.

Por cierto, previo al arranque del ciclo escolar 2020-2021, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) ha puesto en marcha la campaña “Quédate en Clase” cuyo objetivo es evitar que niños y jóvenes abandonen su proceso de enseñanza-aprendizaje. En una primera etapa y a través de un video, difundido en redes sociales, se emiten recomendaciones para que maestros y padres de familia enfrenten con éxito el reto de la educación a distancia.

Hace unos días se dieron a conocer los resultados de la prueba PISA que la OCDE aplica a los alumnos de tercero de secundaria y tercero de bachillerato para hablar del estado que guarda la educación en los países miembros a esta organización. Y es interesante que investigadores de la talla de Ángel Díaz Barriga, están señalando que los alumnos de países latinoamericano están entre los 480 y 400 puntos, quedando por debajo de la media, en los resultados de esta prueba.

Vivimos épocas de cambios y contrastes. También vivimos épocas de derrumbes de mitos. Hace apenas un par de décadas los sistemas educativos en el mundo se reformaban para enseñarles a los niños las habilidades para vivir en un mundo más global, abierto, democrático y competido.

Tengo en mis manos un libro del año 2002 de una prestigiada académica, Nelly Stromquist, titulado: “Educación en un mundo globalizado”. En las conclusiones la profesora dice: “El concepto de ciudadanía está siendo redefinido, de facto, por los altos niveles de migración y por una cultura de globalización (…). Los educadores (…) se enfrentan con pesadas responsabilidades en la era de la globalización.”

Hoy en día, con la caída de las democracias en el mundo (solo 4.9% de la población mundial vive en democracias completas); el aumento de gobiernos autoritarios (la tercera parte de la población mundial vive bajo autoritarismo); con el nuevo proteccionismo, liderado por Brexit, y la monumental guerra de tarifas entre Estados Unidos y China; con la significativa reducción en la tasa de aceptación de migración de países ricos, al pasar de 3.1 millones de migrantes en 2010 a 2 millones en 2015, y con el aumento de gobiernos nacionalistas o ultranacionalistas, populistas o conservadores, y la entronización en el seno de la ONU, por parte del supuesto “líder del mundo libre”, de jerarcas totalitarios, se pinta un panorama poco promisorio en el corto plazo para la humanidad.

Para los nuevos líderes emergentes que pregonan políticas nacionalistas y proteccionistas, contrarias a las fuerzas del mercado, y al interés común, su arma de popularidad ha sido la creciente, persistente y percibida desigualdad entre los pocos muy ricos y los muchos muy pobres que ha dejado la renovada Pax americana a partir del deshielo de la Guerra Fría, 1990.

Aquí la pregunta es, ¿qué están haciendo los profesores para mejorar la calidad de las clases? ¿cómo están apoyando a aquellos padres de familia a quienes se les ha venido el mundo encima por no poder estar con sus hijos enseñándoles, ya sea por trabajo o porque ni siquiera ellos mismos tienen esos conocimientos? ¿Qué están haciendo las dependencias educativas de los ayuntamientos para acercarse a esta ciudadanía? Los niños son un presente que no debemos descuidar, no permitan que sus hijos dejen la escuela, no sigamos alimentando la ignorancia, porque eso es lo que nos lleva a ser dependientes de los demás.

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