/ sábado 10 de julio de 2021

Yo digo que no se va...

Estuve leyendo los análisis de algunos compañeros periodistas sobre los mensajes que se leyeron entre líneas de la aparición del gobernador Cuauhtémoc Blanco con el presidente Andrés Manuel López Obrador en un ámbito eminentemente deportivo y la relación de los mensajes que ahí se mandaron, especialmente en la coyuntura de la derrota que sufrió en Morelos el partido político del Cuau.

Un par de ellos apuntó directo a la posibilidad real de que el exselecionado estuviera preparando su salida del gobierno morelense, para saltar por ejemplo, a la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, donde -se supone- permanecería al amparo de AMLO, dado que es evidente no solo el respaldo que el peje le ha mostrado, sino también lo que parece una abierta simpatía y quizá hasta amistad real entre ambos.

Es que los rumores de que el Cuau se va a ir de Morelos, comenzaron antes de que se cristalizara su triunfo electoral por la gubernatura, incluso desde que ganó la alcaldía de Cuernavaca, cuando se ventiló un supuesto contrato por siete millones de pesos que terminó por amarrar su candidatura a la presidencia municipal, entonces en el Partido Social Demócrata (PSD).

Sin embargo, aunque sigue presente el fantasma del abandono, cada vez se reducen más los tiempos para que eso se pudiera concretar.

Es evidente que nadie puede quitarle al Cuau el golpe que le dio la derrota electoral de su partido en todo el estado y principalmente en Cuernavaca, donde desde este momento ya hay un candidateable a la gubernatura de aquí a tres años, que además del Congreso, será una cuña difícil de sortear, pero de ahí a que esté preparando las maletas, a mí no me queda tan claro.

Por eso las apariciones del Cuau con cabecita de algodón me parecen más el mensaje de este último que declara, que si en algún momento Morelos tuvo un gobierno de Encuentro Social, a partir de ahora es cien por ciento suyo, ni siquiera morenista, sino exclusivamente suyo.

Al final de cuentas, el Temo siempre va a ser el ídolo de los mexicanos y si en algún momento se requiere señalar los yerros de los tres primeros años de su gobierno, seguramente que desde palacio nacional no dudarán en descargar esa responsabilidad en muchos de los políticos del partido que llevó al poder al exfutbolista y que por cierto ya hasta perdió su registro.

Ahora falta ver si -quizá de forma gradual- el peje comienza a tomar el control del gobierno estatal y a través de qué actores, pero según mi perspectiva, con la permanencia de un Cuau y una parte de su equipo más cercano, a los que además, no veo dispuestos a desentenderse de una administración que hasta el final, deberá de cuadrar y justificar los dineros que se han ejercido.

Estuve leyendo los análisis de algunos compañeros periodistas sobre los mensajes que se leyeron entre líneas de la aparición del gobernador Cuauhtémoc Blanco con el presidente Andrés Manuel López Obrador en un ámbito eminentemente deportivo y la relación de los mensajes que ahí se mandaron, especialmente en la coyuntura de la derrota que sufrió en Morelos el partido político del Cuau.

Un par de ellos apuntó directo a la posibilidad real de que el exselecionado estuviera preparando su salida del gobierno morelense, para saltar por ejemplo, a la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, donde -se supone- permanecería al amparo de AMLO, dado que es evidente no solo el respaldo que el peje le ha mostrado, sino también lo que parece una abierta simpatía y quizá hasta amistad real entre ambos.

Es que los rumores de que el Cuau se va a ir de Morelos, comenzaron antes de que se cristalizara su triunfo electoral por la gubernatura, incluso desde que ganó la alcaldía de Cuernavaca, cuando se ventiló un supuesto contrato por siete millones de pesos que terminó por amarrar su candidatura a la presidencia municipal, entonces en el Partido Social Demócrata (PSD).

Sin embargo, aunque sigue presente el fantasma del abandono, cada vez se reducen más los tiempos para que eso se pudiera concretar.

Es evidente que nadie puede quitarle al Cuau el golpe que le dio la derrota electoral de su partido en todo el estado y principalmente en Cuernavaca, donde desde este momento ya hay un candidateable a la gubernatura de aquí a tres años, que además del Congreso, será una cuña difícil de sortear, pero de ahí a que esté preparando las maletas, a mí no me queda tan claro.

Por eso las apariciones del Cuau con cabecita de algodón me parecen más el mensaje de este último que declara, que si en algún momento Morelos tuvo un gobierno de Encuentro Social, a partir de ahora es cien por ciento suyo, ni siquiera morenista, sino exclusivamente suyo.

Al final de cuentas, el Temo siempre va a ser el ídolo de los mexicanos y si en algún momento se requiere señalar los yerros de los tres primeros años de su gobierno, seguramente que desde palacio nacional no dudarán en descargar esa responsabilidad en muchos de los políticos del partido que llevó al poder al exfutbolista y que por cierto ya hasta perdió su registro.

Ahora falta ver si -quizá de forma gradual- el peje comienza a tomar el control del gobierno estatal y a través de qué actores, pero según mi perspectiva, con la permanencia de un Cuau y una parte de su equipo más cercano, a los que además, no veo dispuestos a desentenderse de una administración que hasta el final, deberá de cuadrar y justificar los dineros que se han ejercido.

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