/ lunes 8 de marzo de 2021

Voto de silencio

Los ocho de marzo, los hombres deberíamos hacer una especie de voto de silencio. Reducir a cero nuestra actividad en redes sociales, mantenernos callados y mejor escuchar, porque muy poco hemos aprendido.

Presenciar cómo los políticos y múltiples comentaristas aprovechan el foro extraordinario que ofrece el Día Internacional de la Mujer, para pretender lavar la culpa del resto de los días del año, es de dar vergüenza, y por supuesto, hace urgente el reforzamiento de todas las formas de manifestaciones de mujeres, desde las más diplomáticas hasta las que “rompen todo”.

Los hombres tendríamos que estar castigados cada ocho de marzo hasta entender que no entendemos, que no hacemos ni por asomo lo suficiente para que el miedo, la ira, la rabia de las mujeres deje de ser tan explicable, tan justificada, tan real. Tendríamos que callar, escuchar y atender cada una de sus peticiones. Seguir castigados hasta que ellas no tengan que pintar las paredes para reclamarnos la indiferencia, la indolencia, la ignorancia sobre las vidas de terror que enfrentan, perpetuadas por miles de hombres que construyen con ello una insostenible normalidad.

Las condiciones de marginación y violencia padecidas por las mujeres son profundamente graves, y su exclusión de la escena pública es intolerable. Porque ellas trabajan, están preparadas, ejercen liderazgos, pero la práctica común es invisibilizarlas y a su labor y la injusticia, igual que a la violencia doméstica o la feminicida.

Las prácticas se normalizan y son lamentables. El acto oficial del 8 de marzo en Morelos fue la firma de un Programa Estatal para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2021-2024, que supone incluir acciones y estrategias que buscan el bienestar general de las mujeres y niñas. Uno podría confiar en el programa si considera que está avalado por el Instituto de la Mujer Morelense, una instancia formada por conocedoras del tema y que han dedicado sus vidas a trabajar por la igualdad, paridad, y perspectiva de género. Pero si para los hombres la forma es fondo, las señales son terribles. En la mesa principal del ensamble tipo ruso que se escogió para el acto, seis de nueve lugares, incluidos los cinco centrales, eran ocupados por hombres. Presidió la mesa el gobernador Cuauhtémoc Blanco; a su derecha Rubén Jasso, del Tribunal Superior de Justicia; a su izquierda, José Luis Galindo, del Congreso del Estado; luego de ellos, Pablo Ojeda y José Manuel Sanz. Una de las fotografías con que la Coordinación de Comunicación Social del gobierno del estado promovió el acto oficial por el Día de la Mujer, no tenía mujeres en ella; la placa del acto la develaron dos hombres, el gobernador y el diputado Galindo.

Secuestrar el Día de la Mujer no es exclusiva de la administración de Cuauhtémoc Blanco, igual ocurrió con muchos alcaldes, presidentes de partidos políticos y hasta precandidatos que, después de haber marginado a las mujeres del espacio público decidieron, de alguna forma, ponerse una playera morada y externar su “apoyo a las mujeres en su lucha”.

Deberíamos escuchar y actuar a favor de la seguridad de las mujeres y de la paridad de género siempre, y hasta que no aprendamos a hacerlo, callar los ocho de marzo.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Los ocho de marzo, los hombres deberíamos hacer una especie de voto de silencio. Reducir a cero nuestra actividad en redes sociales, mantenernos callados y mejor escuchar, porque muy poco hemos aprendido.

Presenciar cómo los políticos y múltiples comentaristas aprovechan el foro extraordinario que ofrece el Día Internacional de la Mujer, para pretender lavar la culpa del resto de los días del año, es de dar vergüenza, y por supuesto, hace urgente el reforzamiento de todas las formas de manifestaciones de mujeres, desde las más diplomáticas hasta las que “rompen todo”.

Los hombres tendríamos que estar castigados cada ocho de marzo hasta entender que no entendemos, que no hacemos ni por asomo lo suficiente para que el miedo, la ira, la rabia de las mujeres deje de ser tan explicable, tan justificada, tan real. Tendríamos que callar, escuchar y atender cada una de sus peticiones. Seguir castigados hasta que ellas no tengan que pintar las paredes para reclamarnos la indiferencia, la indolencia, la ignorancia sobre las vidas de terror que enfrentan, perpetuadas por miles de hombres que construyen con ello una insostenible normalidad.

Las condiciones de marginación y violencia padecidas por las mujeres son profundamente graves, y su exclusión de la escena pública es intolerable. Porque ellas trabajan, están preparadas, ejercen liderazgos, pero la práctica común es invisibilizarlas y a su labor y la injusticia, igual que a la violencia doméstica o la feminicida.

Las prácticas se normalizan y son lamentables. El acto oficial del 8 de marzo en Morelos fue la firma de un Programa Estatal para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2021-2024, que supone incluir acciones y estrategias que buscan el bienestar general de las mujeres y niñas. Uno podría confiar en el programa si considera que está avalado por el Instituto de la Mujer Morelense, una instancia formada por conocedoras del tema y que han dedicado sus vidas a trabajar por la igualdad, paridad, y perspectiva de género. Pero si para los hombres la forma es fondo, las señales son terribles. En la mesa principal del ensamble tipo ruso que se escogió para el acto, seis de nueve lugares, incluidos los cinco centrales, eran ocupados por hombres. Presidió la mesa el gobernador Cuauhtémoc Blanco; a su derecha Rubén Jasso, del Tribunal Superior de Justicia; a su izquierda, José Luis Galindo, del Congreso del Estado; luego de ellos, Pablo Ojeda y José Manuel Sanz. Una de las fotografías con que la Coordinación de Comunicación Social del gobierno del estado promovió el acto oficial por el Día de la Mujer, no tenía mujeres en ella; la placa del acto la develaron dos hombres, el gobernador y el diputado Galindo.

Secuestrar el Día de la Mujer no es exclusiva de la administración de Cuauhtémoc Blanco, igual ocurrió con muchos alcaldes, presidentes de partidos políticos y hasta precandidatos que, después de haber marginado a las mujeres del espacio público decidieron, de alguna forma, ponerse una playera morada y externar su “apoyo a las mujeres en su lucha”.

Deberíamos escuchar y actuar a favor de la seguridad de las mujeres y de la paridad de género siempre, y hasta que no aprendamos a hacerlo, callar los ocho de marzo.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx