/ martes 12 de julio de 2022

Vamos adelante | México en camino de tener una economía próspera

La situación financiera internacional de México ha pasado de ser calificada como “negativa” durante los primeros años de este sexenio, a ser hoy “positiva estable”, de acuerdo con estimaciones recientes de las empresas calificadoras extranjeras que analizan el grado de confianza que genera nuestro país a la inversión extranjera directa o indirecta.

Estas empresas, entre ellas Standard and Pours (S&P) recién dieron un giro importante, al cambiar moderadamente la calificación crediticia mexicana, de manera que en el mundo de la globalidad, México podrá recibir al corto plazo un mayor volumen de capital extranjero y éste llegará en mejores condiciones. Es decir: México recibirá mucha mayor inversión de hoy en adelante.

Vayamos por partes: al inicio de la administración de AMLO, las empresas calificadoras mostraron gran desconfianza hacia la economía del país, y rebajaron su calificación crediticia a “negativa” ya que el gobierno de México no había mostrado certeza –según ellas-- sobre el manejo de su deuda externa, y por lo mismo, sobre su capacidad de pago. Lo mismo hicieron con la deuda de Pemex.

En el curso de la presente administración se conjuntaron dos nuevos factores: por un lado, el nuevo régimen no solicitó más créditos del exterior, aunque el FMI había extendido una línea de crédito hasta por 50 mil millones de dólares (equivalente a un billón de pesos) El gobierno no la usó; por el contrario, incrementó sus recursos cobrando impuestos a las grandes empresas (nacionales y extranjeras) establecidas en México, a las que antes de 2018 el gobierno neoliberal se los perdonaba o, peor aún, se los devolvía.

Por la vía fiscal, en lo que va del actual sexenio el gobierno ha recaudado enormes cantidades de dinero, los cuales han permitido financiar los programas sociales y las grandes obras de infraestructura que el propio gobierno ha emprendido. Al mismo tiempo, el auge de los precios petroleros ha dado al país un ingreso de mil millones de dólares al día (unos 200 mil millones de pesos) que han servido para cubrir los vencimientos de la deuda de Pemex acortó y mediano plazo y sanear el resto de la economía.

Se puede calcular que en los primeros 6 meses del presente año, han ingresado a las arcas nacionales unos 160 billones de pesos solo por concepto de la renta petrolera, que se han usado en parte para subsidiar los precios de las gasolinas y, por lo mismo, contener la inflación en México, a pesar de que en este mundo convulso, existen economías muy golpeadas por la inflación que genera la guerra librada por las grandes potencias en Ucrania.

Esos recursos hoy sirven, además, para incrementar el gasto social, fomentar el crecimiento, construir grandes obras de infraestructura y dotar al país de la solvencia y estabilidad financiera para estar en condiciones de recibir cuantiosas inversiones del exterior.

Ese es el significado profundo del anuncio del gobierno mexicano, que recién dio a conocer el presidente AMLO y ha explicado Gabriel Yorio, subsecretario de Haciendo federal. Se trata de una revolución pacífica que ha rescatado la economía nacional. Al mejorar la calificación crediticia del país, las inversiones externas vendrán en mayor volumen, y llegarán a un país que lejos de estar en riesgo, cuenta con estabilidad y solidez financiera.

(Por cierto: la deuda externa de México equivale al 50 por ciento de su producto interno bruto (PIB) o sea el valor de todos los productos y servicios en nuestro país en un año. En EU, la deuda externa ya rebasó los 30 billones (trillones en inglés) de dólares, y representa el 134% de su PIB. Japón tiene una deuda externa de unos 10 billones (trillones) de dólares, que significan el 238 % de su PIB (Y estos son porcentajes que exhiben países del “Primer Mundo”, y sus cifras continúan creciendo).

Actualmente tiene lugar una tendencia general de empresas de EU que hace varias décadas emigraron a China; usan la más alta tecnología, y se fueron al país asiático aprovechando la expansión del gigantesco mercado interno de la potencia oriental. A pesar de sus grandes ventajas (mano de obra especializada, buena infraestructura) dichas empresas han decidido hoy emprender el traslado a otras regiones porque, esencialmente, el transporte marítimo desde China se ha encarecido mucho, y los productos de esas empresas han dejado de ser competitivos en el mercado mundial.

Las tarifas de los grandes buques cargueros han aumentado mucho, y por la falta de capacidad de los puertos de EU en el Pacífico (Los Ángeles, Long Beach) se forman largas filas de contenedores que entorpecen las maniobras de descarga. Asimismo, ha aumentado mucho el salario de los trabajadores portuarios de USA, agrupados en sindicatos.

Volviendo al tema: al mejorar su calidad crediticia, México es hoy considerado un país prioritario para recibir esas inversiones, y junto con el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) el gobierno mexicano ha formulado un plan de desarrollo mediante el cual nuestro país podrá recibir al corto plazo inversiones industriales hasta por 35 mil millones de dólares (unos 700 mil millones de pesos) en la primera etapa.

Es importante anotar que el segundo país en el orden de preferencias, Brasil, solo recibiría unos 8 mil millones de dólares (160 mil millones de pesos) en el mismo periodo. Esa diferencia se explica por la cercanía geográfica de México a EU, principal mercado de consumo del mundo.

En este proceso, muchas empresas ya empezaron a establecerse en la franja fronteriza del país, principalmente en Tijuana y Ciudad Juárez, cuyas zonas industriales están en pleno crecimiento. Otras empresas se establecerán en la región del Bajío (Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes) cuya producción tendrá acceso a EU por carretera; otras más se instalarán en la región del sureste y así podrán dar salida a sus productos usando el Ferrocarril del Istmo. Esta región tendrá capacidad de exportar mercancías por Coatzacoalcos, las cuales podrán arribar a puertos texanos ubicados a solo unos días de navegación.

Ese es el contexto en que se desarrollan las conversaciones de los presidentes AMLO, por México y Joe Biden, de EU, actualmente en Washington.

La situación financiera internacional de México ha pasado de ser calificada como “negativa” durante los primeros años de este sexenio, a ser hoy “positiva estable”, de acuerdo con estimaciones recientes de las empresas calificadoras extranjeras que analizan el grado de confianza que genera nuestro país a la inversión extranjera directa o indirecta.

Estas empresas, entre ellas Standard and Pours (S&P) recién dieron un giro importante, al cambiar moderadamente la calificación crediticia mexicana, de manera que en el mundo de la globalidad, México podrá recibir al corto plazo un mayor volumen de capital extranjero y éste llegará en mejores condiciones. Es decir: México recibirá mucha mayor inversión de hoy en adelante.

Vayamos por partes: al inicio de la administración de AMLO, las empresas calificadoras mostraron gran desconfianza hacia la economía del país, y rebajaron su calificación crediticia a “negativa” ya que el gobierno de México no había mostrado certeza –según ellas-- sobre el manejo de su deuda externa, y por lo mismo, sobre su capacidad de pago. Lo mismo hicieron con la deuda de Pemex.

En el curso de la presente administración se conjuntaron dos nuevos factores: por un lado, el nuevo régimen no solicitó más créditos del exterior, aunque el FMI había extendido una línea de crédito hasta por 50 mil millones de dólares (equivalente a un billón de pesos) El gobierno no la usó; por el contrario, incrementó sus recursos cobrando impuestos a las grandes empresas (nacionales y extranjeras) establecidas en México, a las que antes de 2018 el gobierno neoliberal se los perdonaba o, peor aún, se los devolvía.

Por la vía fiscal, en lo que va del actual sexenio el gobierno ha recaudado enormes cantidades de dinero, los cuales han permitido financiar los programas sociales y las grandes obras de infraestructura que el propio gobierno ha emprendido. Al mismo tiempo, el auge de los precios petroleros ha dado al país un ingreso de mil millones de dólares al día (unos 200 mil millones de pesos) que han servido para cubrir los vencimientos de la deuda de Pemex acortó y mediano plazo y sanear el resto de la economía.

Se puede calcular que en los primeros 6 meses del presente año, han ingresado a las arcas nacionales unos 160 billones de pesos solo por concepto de la renta petrolera, que se han usado en parte para subsidiar los precios de las gasolinas y, por lo mismo, contener la inflación en México, a pesar de que en este mundo convulso, existen economías muy golpeadas por la inflación que genera la guerra librada por las grandes potencias en Ucrania.

Esos recursos hoy sirven, además, para incrementar el gasto social, fomentar el crecimiento, construir grandes obras de infraestructura y dotar al país de la solvencia y estabilidad financiera para estar en condiciones de recibir cuantiosas inversiones del exterior.

Ese es el significado profundo del anuncio del gobierno mexicano, que recién dio a conocer el presidente AMLO y ha explicado Gabriel Yorio, subsecretario de Haciendo federal. Se trata de una revolución pacífica que ha rescatado la economía nacional. Al mejorar la calificación crediticia del país, las inversiones externas vendrán en mayor volumen, y llegarán a un país que lejos de estar en riesgo, cuenta con estabilidad y solidez financiera.

(Por cierto: la deuda externa de México equivale al 50 por ciento de su producto interno bruto (PIB) o sea el valor de todos los productos y servicios en nuestro país en un año. En EU, la deuda externa ya rebasó los 30 billones (trillones en inglés) de dólares, y representa el 134% de su PIB. Japón tiene una deuda externa de unos 10 billones (trillones) de dólares, que significan el 238 % de su PIB (Y estos son porcentajes que exhiben países del “Primer Mundo”, y sus cifras continúan creciendo).

Actualmente tiene lugar una tendencia general de empresas de EU que hace varias décadas emigraron a China; usan la más alta tecnología, y se fueron al país asiático aprovechando la expansión del gigantesco mercado interno de la potencia oriental. A pesar de sus grandes ventajas (mano de obra especializada, buena infraestructura) dichas empresas han decidido hoy emprender el traslado a otras regiones porque, esencialmente, el transporte marítimo desde China se ha encarecido mucho, y los productos de esas empresas han dejado de ser competitivos en el mercado mundial.

Las tarifas de los grandes buques cargueros han aumentado mucho, y por la falta de capacidad de los puertos de EU en el Pacífico (Los Ángeles, Long Beach) se forman largas filas de contenedores que entorpecen las maniobras de descarga. Asimismo, ha aumentado mucho el salario de los trabajadores portuarios de USA, agrupados en sindicatos.

Volviendo al tema: al mejorar su calidad crediticia, México es hoy considerado un país prioritario para recibir esas inversiones, y junto con el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) el gobierno mexicano ha formulado un plan de desarrollo mediante el cual nuestro país podrá recibir al corto plazo inversiones industriales hasta por 35 mil millones de dólares (unos 700 mil millones de pesos) en la primera etapa.

Es importante anotar que el segundo país en el orden de preferencias, Brasil, solo recibiría unos 8 mil millones de dólares (160 mil millones de pesos) en el mismo periodo. Esa diferencia se explica por la cercanía geográfica de México a EU, principal mercado de consumo del mundo.

En este proceso, muchas empresas ya empezaron a establecerse en la franja fronteriza del país, principalmente en Tijuana y Ciudad Juárez, cuyas zonas industriales están en pleno crecimiento. Otras empresas se establecerán en la región del Bajío (Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes) cuya producción tendrá acceso a EU por carretera; otras más se instalarán en la región del sureste y así podrán dar salida a sus productos usando el Ferrocarril del Istmo. Esta región tendrá capacidad de exportar mercancías por Coatzacoalcos, las cuales podrán arribar a puertos texanos ubicados a solo unos días de navegación.

Ese es el contexto en que se desarrollan las conversaciones de los presidentes AMLO, por México y Joe Biden, de EU, actualmente en Washington.