/ martes 2 de julio de 2019

Un año después, a mano alzada

El 1 de Julio de 2018 el ambiente era de fiesta para los simpatizantes lopezobraristas tras dos intentos fallidos, un nuevo partido y muchos obstáculos en la ruta elegida, Andrés Manuel López Obrador ganaba la presidencia de la República después de una aplastante victoria en las elecciones federales.

Ese 2018 batió un vergonzoso récord que ya ostentaba 2017 como el año con más homicidios de los últimos tiempos y cuya tendencia todo parece indicar no será a la baja, el 2019 se espera quede también marcado en los anales de las páginas negras en el México violento.

365 días después del triunfo de López Obrador el país se encuentra polarizado, nos quejamos del clima de inseguridad pero contribuimos hundiéndonos cada vez más en un contexto violento e intolerante, el festín de descalificaciones e insultos entre mexicanos sucedido en las redes, nos desnuda como lo que realmente somos, un pueblo herido por una desigualdad ofensiva y nutrida con racismo, intolerancia y clasismo.

La víspera del festejo presidencial se aderezó con muchos ingredientes, empezando con un errado intento por transmitir el “amlofest edición 2019” en cadena nacional, intención que afortunadamente fue desechada después de recibir una avalancha de críticas catalogando acertadamente como incongruencia lo normal en sexenios pasados.

También tuvimos como preámbulo las ya tradicionales “marchas fifís”, aún sin la convocatoria necesaria para representar un indicador serio de descenso en los niveles de popularidad del mandatario, hago un paréntesis para decir que personajes caricaturescos como Vicente Fox no abonan nada positivo un movimiento legítimo en una democracia saludable, el expresidente es una oda al cinismo y el rechazo sufrido en Guanajuato cuando quería encabezar un contingente de manifestantes es muestra de ello.

Lo cierto es que ha sido un año difícil para López Obrador, el gabinete ha registrado ya sus primeras bajas importantes; los integrantes salvo pocas excepciones, no han alcanzado a dar el do de pecho pronosticado, una austeridad republicana que parece incomodar incluso a los más allegados; unas incisivas calificadoras irónicamente descalificadas y las historias de desamor magisterial (que a decir verdad eran lo único predecible) son las piedras del camino presidencial.

En el corte de caja existen muchos pendientes, cosas que no han sido aterrizadas o sencillamente desilusiones para algunos que albergaron la esperanza de cambios inmediatos.

La guerra política tiene abiertos muchos frentes: empresarios, partidos políticos, activistas, sindicatos, entre otros, todos tiene un reclamo o inconformidad, el tema migratorio que apenas fue tocado por AMLO en los debates hoy encabeza junto con la inseguridad las prioridades de la agenda nacional, asuntos como el huachicol, el tren maya, la refinería de dos bocas y un aeropuerto de Texcoco que se niega a morir sin duda representan un reto inmediato para el actual gobierno.

En una de las manifestaciones del pasado fin de semana en contra de AMLO, se intentó parodiar sus famosas y polémicas consultas a mano alzada, esto con el objetivo de protestar exigiendo su renuncia sin embargo, resulta claro que el presidente sigue de luna de miel con su base electoral y a mano alzada, sin duda ganaría el voto de confianza para continuar al frente del gobierno, esto a un año de la victoria más contundente, no imaginada ni siquiera por el mismo López Obrador, ayer, ante sus multitudes acostumbradas dio su informe de actividades que será materia de análisis posterior.

Lo cierto es que aún se puede dar el gusto de festejar pero no debe olvidar, el 2021 se acerca y los resultados urgen.

El 1 de Julio de 2018 el ambiente era de fiesta para los simpatizantes lopezobraristas tras dos intentos fallidos, un nuevo partido y muchos obstáculos en la ruta elegida, Andrés Manuel López Obrador ganaba la presidencia de la República después de una aplastante victoria en las elecciones federales.

Ese 2018 batió un vergonzoso récord que ya ostentaba 2017 como el año con más homicidios de los últimos tiempos y cuya tendencia todo parece indicar no será a la baja, el 2019 se espera quede también marcado en los anales de las páginas negras en el México violento.

365 días después del triunfo de López Obrador el país se encuentra polarizado, nos quejamos del clima de inseguridad pero contribuimos hundiéndonos cada vez más en un contexto violento e intolerante, el festín de descalificaciones e insultos entre mexicanos sucedido en las redes, nos desnuda como lo que realmente somos, un pueblo herido por una desigualdad ofensiva y nutrida con racismo, intolerancia y clasismo.

La víspera del festejo presidencial se aderezó con muchos ingredientes, empezando con un errado intento por transmitir el “amlofest edición 2019” en cadena nacional, intención que afortunadamente fue desechada después de recibir una avalancha de críticas catalogando acertadamente como incongruencia lo normal en sexenios pasados.

También tuvimos como preámbulo las ya tradicionales “marchas fifís”, aún sin la convocatoria necesaria para representar un indicador serio de descenso en los niveles de popularidad del mandatario, hago un paréntesis para decir que personajes caricaturescos como Vicente Fox no abonan nada positivo un movimiento legítimo en una democracia saludable, el expresidente es una oda al cinismo y el rechazo sufrido en Guanajuato cuando quería encabezar un contingente de manifestantes es muestra de ello.

Lo cierto es que ha sido un año difícil para López Obrador, el gabinete ha registrado ya sus primeras bajas importantes; los integrantes salvo pocas excepciones, no han alcanzado a dar el do de pecho pronosticado, una austeridad republicana que parece incomodar incluso a los más allegados; unas incisivas calificadoras irónicamente descalificadas y las historias de desamor magisterial (que a decir verdad eran lo único predecible) son las piedras del camino presidencial.

En el corte de caja existen muchos pendientes, cosas que no han sido aterrizadas o sencillamente desilusiones para algunos que albergaron la esperanza de cambios inmediatos.

La guerra política tiene abiertos muchos frentes: empresarios, partidos políticos, activistas, sindicatos, entre otros, todos tiene un reclamo o inconformidad, el tema migratorio que apenas fue tocado por AMLO en los debates hoy encabeza junto con la inseguridad las prioridades de la agenda nacional, asuntos como el huachicol, el tren maya, la refinería de dos bocas y un aeropuerto de Texcoco que se niega a morir sin duda representan un reto inmediato para el actual gobierno.

En una de las manifestaciones del pasado fin de semana en contra de AMLO, se intentó parodiar sus famosas y polémicas consultas a mano alzada, esto con el objetivo de protestar exigiendo su renuncia sin embargo, resulta claro que el presidente sigue de luna de miel con su base electoral y a mano alzada, sin duda ganaría el voto de confianza para continuar al frente del gobierno, esto a un año de la victoria más contundente, no imaginada ni siquiera por el mismo López Obrador, ayer, ante sus multitudes acostumbradas dio su informe de actividades que será materia de análisis posterior.

Lo cierto es que aún se puede dar el gusto de festejar pero no debe olvidar, el 2021 se acerca y los resultados urgen.

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