Entre el desorden que, por acomodos y revisiones, tiene el gobierno del estado; y la obvia y natural búsqueda de las minorías activas por recuperar fuerza y colocar sus agendas particulares en el entramado de asuntos que deberán ser atendidos por el casi recién estrenado gobierno; el estado, y más exactamente, la capital, Cuernavaca, se está volviendo un mosaico de conflictos que, quiérase o no, desgastan la imagen del gobierno de Cuauhtémoc Blanco (haciendo que muy pronto se le acabe la excusa planeada de culpar al antecesor), y en términos más generales, de todas las estructuras políticas que ya estaban bastante mermadas luego de la elección del 1 de julio.
Si se tratara de uno de esos planes para desestabilizar que tanto les gusta ver a los conspiracionistas, el conflicto de la CFE y el SAPAC que ha provocado la escasez de agua potable en los domicilios de miles de residentes de Cuernavaca, sería un exitazo. Porque Cuauhtémoc Blanco Bravo fue alcalde de Cuernavaca y, aunque en su administración el sistema de agua intentó reducir el adeudo que tiene por el servicio de energía eléctrica a pozos y oficinas, lo cierto es que sus intentos fueron insuficientes y en alguna reduccionista forma, podría considerarse que parce de lo que ocurre hoy es su responsabilidad.
Pero a este conflicto hay que sumarle la treintena de días que la UAEM lleva en huelga, y que se traduce en otra forma de desgasta en contra de Cuauhtémoc Blanco y su gabinete, aunque esté claro para muchos que el conflicto es heredado de la administración pasada. Lo cierto es que ni la Secretaría de Hacienda, ni la Oficina de la Gubernatura, ni la de Educación, parecen tener recursos para siquiera paliar el problema que un poco de mala administración gubernamental, mucho de excesos universitarios, y mayormente el agotamiento del modelo de financiamiento de las universidades públicas, han provocado y que tiene sin clases a miles de estudiantes. ¿Otra trampa para Cuauh?
Y falta lo que viene, porque a juzgar por la tranquilidad con que muchos de los ex diputados y ex funcionarios del gobierno estatal enfrentan las acusaciones que sobre su gestión se hacen en diferentes arenas, es muy probable que no se tenga mucho en contra de ellos. A la fecha, sólo se conoce del amparo de uno de ellos y es para evitar que le quiten su pensión, el resto andan por la vida como antes, aunque a lo mejor sin pavonearse tanto. Si la promesa de perseguirlos y encerrarlos no se cumple de manera efectiva y en apego al derecho, es muy probable que la figura de quien desde hace 22 días es gobernador, y la de quienes hace 52 son legisladores, siga su proceso de agotamiento.
Ojalá todo fuera una conspiración, sería mucho más fácil sobrellevarlo y resolverlo a las mentes que así funcionan. La verdad es mucho más compleja. Los problemas están ahí, SAPAC en efecto debe a la CFE que intenta sanearse antes de ser entregada a una nueva administración gubernamental; la UAEM realmente debe dinero a sus trabajadores y los gobiernos federal y estatal le deben a ella, y el balance universitario es cada vez más deficitario en todos los sentidos; la mayor parte de los ex funcionarios y ex diputados no podrán ser procesados por delitos porque no existen evidencias contundentes de que los hayan cometido, y los que sean procesados y hasta condenados, seguramente librarán los problemas con asequibles fianzas. Los tres asuntos podrían resolverse con una buena operación gubernamental en el estado y la federación. Pero en ambos frentes se piensa en conspiraciones, no en formas de tratar los asuntos públicos.
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