/ miércoles 26 de febrero de 2020

Trabajar cantando

Cuando alguien improvisa una canción en un karaoke, hora del aficionado, festival del mariachi, o cualquier otra forma de tortura a la melomanía, el público puede decir si lo hizo bien o mal, y pasa a otra cosa. No hay episodios sublimes en el karaoke, ni formas similares de improvisación. Salvo los casos de quienes ya son grandes, cualquier “palomazo” es bastante lamentable y no tendría que ser motivo de mucha discusión.

Cuauhtémoc Blanco cantó y ya. Fue un futbolista competente, su talento actoral es deficiente y tampoco parece tener dotes de cantante. Fin de la discusión, si tenía o no derecho a cantar no es tema que debiera distraernos de los problemas reales en la entidad, como la violencia generalizada, las desapariciones forzadas, el mal desempeño económico, los asomos de corrupción en diversas dependencias, la crisis en el financiamiento del desarrollo, la deuda paralizadora de los municipios, entre otros muchos que debiéramos estar atendiendo, entre cantos o no.

Algunos datos para considerar mientras uno canta, o no, Morelos perdió más de 700 empleos formales en el 2019 y la tendencia a la baja continúa en los primeros dos meses de este año; luego del recorte en plazas de gobierno en la primera parte del 2019, la tendencia de crecimiento del aparato burocrático se ha recuperado lo que presiona la nómina de las instituciones; la informalidad se mantiene en niveles superiores al 60 por ciento de la población ocupada; la mitad de los trabajadores no reciben ingresos suficientes para comer bien todos los días; la autoridad reconoce más de veinte desapariciones de personas; los delitos de alto impacto siguen incrementándose en el estado; la violencia contra las mujeres crece sin que las estrategias de seguridad parezcan suficientes; la descomposición del grupo que llegó al poder en el 2018 ha provocado la aparición de múltiples grupos que vuelven casi imposibles los acuerdos políticos, los gobiernos estatal y municipales carecen en general de diseñadores, comunicadores y negociadores de políticas públicas; la aparición casi inminente de por lo menos seis nuevos partidos y la falta de recursos y debilitamiento de los sistemas electorales presentan un reto mayúsculo para el proceso electoral que inicia en septiembre; y sólo mencionamos algunos de los problemas que el estado padece y que resultan mucho más importantes que el tono o el derecho que un sujeto, sea quien sea, tiene para cantar o no.

El problema no es que un político cometa banalidades, lo grave es que sea banal. No parece que Cuauhtémoc Blanco, pese a su carácter de negación de la política, sea alguien dominado por trivialidades, la química que logra con los ciudadanos más necesitados del estado, su cercanía con las causas sociales (Cuauhtémoc entiende muy bien a los usuarios de la medicina pública “es que siempre fuimos a hospitales públicos”, dice Ulises), pero pareciera que a ese terreno lo quieren llevar quienes le asesoran en tácita complicidad con sus adversarios. A Cuauh se le contrató para trabajar por el estado, si lo hace cantando está bien, pero el asunto nunca será ése.


Twitter: @martinellito

Correo: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Cuando alguien improvisa una canción en un karaoke, hora del aficionado, festival del mariachi, o cualquier otra forma de tortura a la melomanía, el público puede decir si lo hizo bien o mal, y pasa a otra cosa. No hay episodios sublimes en el karaoke, ni formas similares de improvisación. Salvo los casos de quienes ya son grandes, cualquier “palomazo” es bastante lamentable y no tendría que ser motivo de mucha discusión.

Cuauhtémoc Blanco cantó y ya. Fue un futbolista competente, su talento actoral es deficiente y tampoco parece tener dotes de cantante. Fin de la discusión, si tenía o no derecho a cantar no es tema que debiera distraernos de los problemas reales en la entidad, como la violencia generalizada, las desapariciones forzadas, el mal desempeño económico, los asomos de corrupción en diversas dependencias, la crisis en el financiamiento del desarrollo, la deuda paralizadora de los municipios, entre otros muchos que debiéramos estar atendiendo, entre cantos o no.

Algunos datos para considerar mientras uno canta, o no, Morelos perdió más de 700 empleos formales en el 2019 y la tendencia a la baja continúa en los primeros dos meses de este año; luego del recorte en plazas de gobierno en la primera parte del 2019, la tendencia de crecimiento del aparato burocrático se ha recuperado lo que presiona la nómina de las instituciones; la informalidad se mantiene en niveles superiores al 60 por ciento de la población ocupada; la mitad de los trabajadores no reciben ingresos suficientes para comer bien todos los días; la autoridad reconoce más de veinte desapariciones de personas; los delitos de alto impacto siguen incrementándose en el estado; la violencia contra las mujeres crece sin que las estrategias de seguridad parezcan suficientes; la descomposición del grupo que llegó al poder en el 2018 ha provocado la aparición de múltiples grupos que vuelven casi imposibles los acuerdos políticos, los gobiernos estatal y municipales carecen en general de diseñadores, comunicadores y negociadores de políticas públicas; la aparición casi inminente de por lo menos seis nuevos partidos y la falta de recursos y debilitamiento de los sistemas electorales presentan un reto mayúsculo para el proceso electoral que inicia en septiembre; y sólo mencionamos algunos de los problemas que el estado padece y que resultan mucho más importantes que el tono o el derecho que un sujeto, sea quien sea, tiene para cantar o no.

El problema no es que un político cometa banalidades, lo grave es que sea banal. No parece que Cuauhtémoc Blanco, pese a su carácter de negación de la política, sea alguien dominado por trivialidades, la química que logra con los ciudadanos más necesitados del estado, su cercanía con las causas sociales (Cuauhtémoc entiende muy bien a los usuarios de la medicina pública “es que siempre fuimos a hospitales públicos”, dice Ulises), pero pareciera que a ese terreno lo quieren llevar quienes le asesoran en tácita complicidad con sus adversarios. A Cuauh se le contrató para trabajar por el estado, si lo hace cantando está bien, pero el asunto nunca será ése.


Twitter: @martinellito

Correo: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx