/ jueves 10 de marzo de 2022

Sobre la violencia

Žižek cuenta un chiste para ejemplificar la naturaleza de la violencia: todas las tardes un hombre sospechoso de robar en el trabajo sale con una carretilla, los guardias lo revisan minuciosamente pero no logran descubrir nada. Saben que roba algo, pero no logran encontrar qué es. Entonces caen en cuenta: el trabajador roba las carretillas.

Cuando se piensa en la violencia casi automáticamente es relacionada a grandes actos de terror, golpes o situaciones donde se recurre a un exceso de fuerza física. Pero no sólo de esa forma se materializa la violencia. Esta no necesita ser estruendosa o sumamente visible para existir.

Un ejemplo cercano, pero no muy complejo son los insultos; como se sabe, mediante la palabra se intenta herir al otro, indistintamente del fin. Sin embargo, no sólo de esta forma la palabra puede ser utilizada para tener los mismos efectos. Por ejemplo, una de las consignas del movimiento feminista es erradicar expresiones machistas que son reflejo de una desigualdad en el contexto social y cultural; frases o pequeñas oraciones funcionan como una forma en la que, por reiteración, termina volviéndose una violencia sistémica basada en dominación.

Por supuesto, el tipo de violencia sistémica se ha vuelto más obvia gracias al discurso del movimiento feminista, pero no es privativa de esta. Podemos encontrar un mecanismo similar a lo largo de la historia, tanto en los constantes roces entre las clases sociales como en la tacita discriminación a las clases bajas basados en estereotipos similares. Son distintos matices y otros sujetos, pero sigue siendo violencia.

Lo interesante de la violencia es que puede ir en escala. Hay una diferencia bastante grande entre la palabra y el acto, pero en un lugar donde la constante degradación de valores como la paciencia y tolerancia van perdiéndose en el tejido de la sociedad, ocasiona que la insensibilidad y el cinismo se vuelvan prácticas cotidianas, sumando la ineficacia de las instituciones al hacer valer la seguridad. La combinación de estas variables crea un espacio donde la violencia se vuelve sumamente visible.

La violencia no es un acto fortuito que se crea por casualidad. No se materializa de la nada. Es la ausencia de valores interiorizados en los individuos, la constante deficiencia de las instituciones y un momento que detona la suma de esos y otras variables que definen la constitución de la sociedad. Debido a la naturaleza de la violencia las personas no logran entender por completo, o permanecen perplejos, ante el surgimiento visible de esta.

Un ejemplo es la riña durante el partido en Querétaro. Aunque muchos reconocen las distintas variables por las que pudo aparecer, lo que realmente impactó a todos fue la intensidad y el grado al que llegó. Todos sospechaban que el mexicano promedio era capaz de reaccionar con violencia, pero ahora es sumamente terrorífico el punto al que puede llegar. La violencia que permanecía tacita en muchos lugares, como en la calle o en hogares, y que muchos dudaban y acallaban, fue expuesta y ahora es innegable.

Žižek cuenta un chiste para ejemplificar la naturaleza de la violencia: todas las tardes un hombre sospechoso de robar en el trabajo sale con una carretilla, los guardias lo revisan minuciosamente pero no logran descubrir nada. Saben que roba algo, pero no logran encontrar qué es. Entonces caen en cuenta: el trabajador roba las carretillas.

Cuando se piensa en la violencia casi automáticamente es relacionada a grandes actos de terror, golpes o situaciones donde se recurre a un exceso de fuerza física. Pero no sólo de esa forma se materializa la violencia. Esta no necesita ser estruendosa o sumamente visible para existir.

Un ejemplo cercano, pero no muy complejo son los insultos; como se sabe, mediante la palabra se intenta herir al otro, indistintamente del fin. Sin embargo, no sólo de esta forma la palabra puede ser utilizada para tener los mismos efectos. Por ejemplo, una de las consignas del movimiento feminista es erradicar expresiones machistas que son reflejo de una desigualdad en el contexto social y cultural; frases o pequeñas oraciones funcionan como una forma en la que, por reiteración, termina volviéndose una violencia sistémica basada en dominación.

Por supuesto, el tipo de violencia sistémica se ha vuelto más obvia gracias al discurso del movimiento feminista, pero no es privativa de esta. Podemos encontrar un mecanismo similar a lo largo de la historia, tanto en los constantes roces entre las clases sociales como en la tacita discriminación a las clases bajas basados en estereotipos similares. Son distintos matices y otros sujetos, pero sigue siendo violencia.

Lo interesante de la violencia es que puede ir en escala. Hay una diferencia bastante grande entre la palabra y el acto, pero en un lugar donde la constante degradación de valores como la paciencia y tolerancia van perdiéndose en el tejido de la sociedad, ocasiona que la insensibilidad y el cinismo se vuelvan prácticas cotidianas, sumando la ineficacia de las instituciones al hacer valer la seguridad. La combinación de estas variables crea un espacio donde la violencia se vuelve sumamente visible.

La violencia no es un acto fortuito que se crea por casualidad. No se materializa de la nada. Es la ausencia de valores interiorizados en los individuos, la constante deficiencia de las instituciones y un momento que detona la suma de esos y otras variables que definen la constitución de la sociedad. Debido a la naturaleza de la violencia las personas no logran entender por completo, o permanecen perplejos, ante el surgimiento visible de esta.

Un ejemplo es la riña durante el partido en Querétaro. Aunque muchos reconocen las distintas variables por las que pudo aparecer, lo que realmente impactó a todos fue la intensidad y el grado al que llegó. Todos sospechaban que el mexicano promedio era capaz de reaccionar con violencia, pero ahora es sumamente terrorífico el punto al que puede llegar. La violencia que permanecía tacita en muchos lugares, como en la calle o en hogares, y que muchos dudaban y acallaban, fue expuesta y ahora es innegable.