/ domingo 12 de septiembre de 2021

Sobre el origen natural del virus SARS-CoV-2

La familia de los coronavirus es grande, diversa y la mayoría de sus integrantes se hospedan en animales. Mientras que los coronavirus que infectan gatos y perros son específicos para esas especies y no existe evidencia de que se se transmitan hacia los humanos, los que infectan especies como vacas, murciélagos o camellos, quizá por ser estos más cercanos evolutivamente a nosotros, ocasionan brotes con cierta frecuencia.

Una de las herramientas más poderosas con las que cuentan los expertos para entender y predecir estos procesos es el estudio del genoma de los organismos incluyendo los virus. Gracias a esta información y utilizando diferentes marcos de estudio, es posible inferir con una alta precisión no solo la secuencia de un organismo ancestral, extinto desde hace miles o millones de años, sino también cómo era y qué capacidades tenía. Esta disciplina se conoce como evolución molecular.

La evolución es un proceso dinámico y permanente, muchas veces invisible a los ojos del observador. Para que la evolución de una especie ocurra deben darse una serie de condiciones previas. Por un lado, debe existir una fuente de variabilidad genética, es decir, un mecanismo molecular que promueva que los nietos sean diferentes genéticamente de los padres y estos de los abuelos

El más frecuente de los mecanismos para generar variabilidad en una población es la mutación. Las mutaciones ocurren cuando la maquinaria encargada de replicar el genoma durante la división celular comete errores puntuales que no son corregidos y se transmiten a la progenie. Este mecanismo ocurre todo el tiempo pero es lento y muy pocas veces tiene consecuencias.

Otros mecanismos menos frecuentes pero de mayor impacto involucran la modificación de grandes porciones del genoma en un solo movimiento, siendo el más frecuente la recombinación. La ocurrencia de estos fenómenos pueden ocasionar translocaciones con consecuencias inmediatas como, por ejemplo, la manifestación de algunos tipos de leucemia.

Aunque de manera superficial podría pensarse que la generación de variabilidad genética no debiera ocurrir por ser nociva para los individuos, a nivel de la población es indispensable para acumular la diversidad necesaria para la aparición de nuevas características ventajosas. Es decir, se necesitan los cambio para evolucionar.

Estrictamente hablando, la evolución ocurre cuando se ejercen los mecanismos que privilegian a los individuos portadores de ciertos cambios o combinación de los mismos con respecto al resto de la población. Esto puede ocurrir de manera activa, es decir, que solo sobrevivan las nuevas variantes, mecanismo que se conoce como selección positiva y existen casos conocidos en humanos, por ejemplo, la ventaja que confiere portar ciertas mutaciones en la hemoglobina de la sangre para contender mejor con el paludismo.

Este proceso también puede ocurrir de manera pasiva, es decir, que las especies acumulen cambios silenciosos durante generaciones y que eventualmente algunos de estos, sin que aporten ninguna ventaja evidente, se fijen en la población al azar. Uno de los ejemplos más conocidos es la alta frecuencia de pelirrojos entre la población de Irlanda.

Aunque se ha especulado mucho en la prensa sobre el posible origen del virus SARS-CoV-2 a partir de la actividad de investigación, de momento no existe evidencia suficiente para descartar su origen natural a partir de virus que infectan murciélagos.

Es más, la rápida evolución del virus SARS-CoV-2 parece explicarse satisfactoriamente mediante un modelo que involucra la ocurrencia de mutaciones puntuales, la recombinación y la selección positiva, procesos que siguen ocurriendo activamente dentro de cada uno de nosotros cuando sufrimos la infección.

Entender que cada persona infectada, aunque no presente síntomas, es una fábrica de variantes del virus y que es imposible predecir la frecuencia con la que estas variantes serán más virulentas o agresivas, es la mejor razón para la implementación de medidas preventivas dirigidas a evitar la transmisión del contagio como el uso obligatorio de cubrebocas.

El manejo que se la ha dado a la pandemia en muchos países incluyendo a México sugiere que las personas que atienden la crisis no tuvieron acceso oportuno a este tipo de información científica sino que se limitaron a la visión médica de la enfermedad con la inevitable aparición de nuevas variantes como la delta. A estas alturas debería quedarnos claro que mientras no se tomen medidas adicionales a la vacunación no podremos librarnos de manera definitiva del COVID-19.

Para información adicional de éste y otros temas de interés visiten:
Reivindicando a Plutón o Brenda Valderrama en Facebook

La familia de los coronavirus es grande, diversa y la mayoría de sus integrantes se hospedan en animales. Mientras que los coronavirus que infectan gatos y perros son específicos para esas especies y no existe evidencia de que se se transmitan hacia los humanos, los que infectan especies como vacas, murciélagos o camellos, quizá por ser estos más cercanos evolutivamente a nosotros, ocasionan brotes con cierta frecuencia.

Una de las herramientas más poderosas con las que cuentan los expertos para entender y predecir estos procesos es el estudio del genoma de los organismos incluyendo los virus. Gracias a esta información y utilizando diferentes marcos de estudio, es posible inferir con una alta precisión no solo la secuencia de un organismo ancestral, extinto desde hace miles o millones de años, sino también cómo era y qué capacidades tenía. Esta disciplina se conoce como evolución molecular.

La evolución es un proceso dinámico y permanente, muchas veces invisible a los ojos del observador. Para que la evolución de una especie ocurra deben darse una serie de condiciones previas. Por un lado, debe existir una fuente de variabilidad genética, es decir, un mecanismo molecular que promueva que los nietos sean diferentes genéticamente de los padres y estos de los abuelos

El más frecuente de los mecanismos para generar variabilidad en una población es la mutación. Las mutaciones ocurren cuando la maquinaria encargada de replicar el genoma durante la división celular comete errores puntuales que no son corregidos y se transmiten a la progenie. Este mecanismo ocurre todo el tiempo pero es lento y muy pocas veces tiene consecuencias.

Otros mecanismos menos frecuentes pero de mayor impacto involucran la modificación de grandes porciones del genoma en un solo movimiento, siendo el más frecuente la recombinación. La ocurrencia de estos fenómenos pueden ocasionar translocaciones con consecuencias inmediatas como, por ejemplo, la manifestación de algunos tipos de leucemia.

Aunque de manera superficial podría pensarse que la generación de variabilidad genética no debiera ocurrir por ser nociva para los individuos, a nivel de la población es indispensable para acumular la diversidad necesaria para la aparición de nuevas características ventajosas. Es decir, se necesitan los cambio para evolucionar.

Estrictamente hablando, la evolución ocurre cuando se ejercen los mecanismos que privilegian a los individuos portadores de ciertos cambios o combinación de los mismos con respecto al resto de la población. Esto puede ocurrir de manera activa, es decir, que solo sobrevivan las nuevas variantes, mecanismo que se conoce como selección positiva y existen casos conocidos en humanos, por ejemplo, la ventaja que confiere portar ciertas mutaciones en la hemoglobina de la sangre para contender mejor con el paludismo.

Este proceso también puede ocurrir de manera pasiva, es decir, que las especies acumulen cambios silenciosos durante generaciones y que eventualmente algunos de estos, sin que aporten ninguna ventaja evidente, se fijen en la población al azar. Uno de los ejemplos más conocidos es la alta frecuencia de pelirrojos entre la población de Irlanda.

Aunque se ha especulado mucho en la prensa sobre el posible origen del virus SARS-CoV-2 a partir de la actividad de investigación, de momento no existe evidencia suficiente para descartar su origen natural a partir de virus que infectan murciélagos.

Es más, la rápida evolución del virus SARS-CoV-2 parece explicarse satisfactoriamente mediante un modelo que involucra la ocurrencia de mutaciones puntuales, la recombinación y la selección positiva, procesos que siguen ocurriendo activamente dentro de cada uno de nosotros cuando sufrimos la infección.

Entender que cada persona infectada, aunque no presente síntomas, es una fábrica de variantes del virus y que es imposible predecir la frecuencia con la que estas variantes serán más virulentas o agresivas, es la mejor razón para la implementación de medidas preventivas dirigidas a evitar la transmisión del contagio como el uso obligatorio de cubrebocas.

El manejo que se la ha dado a la pandemia en muchos países incluyendo a México sugiere que las personas que atienden la crisis no tuvieron acceso oportuno a este tipo de información científica sino que se limitaron a la visión médica de la enfermedad con la inevitable aparición de nuevas variantes como la delta. A estas alturas debería quedarnos claro que mientras no se tomen medidas adicionales a la vacunación no podremos librarnos de manera definitiva del COVID-19.

Para información adicional de éste y otros temas de interés visiten:
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