/ miércoles 26 de septiembre de 2018

Sobre el adelgazamiento burocrático…

La reducción del aparato burocrático que prevé el gobierno de Cuauhtémoc Blanco emprender a partir de su toma de protesta el próximo lunes es una de esas que podrían convertirse en buenas noticias o en terribles catástrofes, según se haya calculado y se pueda manejar el flujo de trabajo y atención a los ciudadanos a partir de la desaparición, compactación, extinción, reubicación, y demás de las oficinas gubernamentales. Si bien Blanco Bravo no es administrador, tiene en su equipo a hábiles expertos en control financiero, administración pública, recursos humanos, que, al mando de Mirna Zavala Zúñiga, le prepararon una estructura de gobierno que reduce de 17 a 14 las secretarías de estado, lo que significa un ahorro de poco más de cuatro millones de pesos al año en la carga presupuestal de esos cargos.

La desaparición además de las coordinaciones generales, 65 mil pesos mensuales según el tabulador salarial, y de casi todas las subsecretarías, con una carga presupuestal de 48 mil a 60 mil pesos mensuales, implica ahorros que superarán los cuatro millones que importa desaparecer los cargos de tres secretarios. Sólo en nómina de la alta burocracia, el gobierno de Cuauhtémoc Blanco estaría gastando alrededor de 30 millones de pesos anuales menos que el de Graco Ramírez, según las proyecciones del equipo del gobernador electo, pero eso no implica, necesariamente, que el gasto corriente en el gobierno vaya a reducirse; podría darse el fenómeno terrible de incrementar direcciones de área (dos directores valen lo que un secretario en la nómina); o de aumentarse los gastos de representación, o así. Sin embargo, con disciplina, los ahorros serán evidentes y si se reorientan a reforzar el gasto de inversión del gobierno estatal o al fortalecimiento de los municipios, podrían resultar en beneficios sociales reales.

Preocupan, acaso, algunas que podrían convertirse en disfunciones de la administración pública, como la concentración de demasiadas tareas en la Jefatura de la Oficina de la Gubernatura, que sería la responsable de todas las relaciones del gobierno estatal, con los poderes del estado, los municipios, la federación, el resto del gabinete, los medios de comunicación, y entre todo ello, con la sociedad; además, le corresponderá la orientación y supervisión de toda la tarea de gobierno. Si se nos preguntara si José Manuel Sanz Rivera tiene capacidad para hacer todo ese trabajo, probablemente diríamos que ya lo hizo en el Ayuntamiento de Cuernavaca y no le salió mal; pero no se trata de diseñar la administración pública con base en las capacidades de un hombre, por lo que la concentración se ajusta más al estilo personal del gobierno de Cuauhtémoc Blanco que a una norma de eficiencia de la administración pública. Cuauhtémoc Blanco confía en José Manuel Sanz mucho más que en cualquiera otro de los funcionarios del gabinete, y eso lo coloca en la posición de mayor poder en la estructura gubernamental.

Producir una Secretaría de Economía y Trabajo parece más que obvio en tanto, desde cualquier perspectiva, el trabajo es una actividad económica; mientras que la de Turismo y Cultura parece una osadía si no entendemos que la cultura en Morelos es también generadora importante de actividad turística, una vez que partimos de esa premisa, las dos actividades pueden complementarse y potenciarse. De la desaparición de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología para regresarla a rango de Consejo Estatal citaremos sólo a Harrison Ford “dejemos de dar el poder a la gente que no cree en la ciencia; o peor aún, que simulan no creer en la ciencia por sus propios intereses”.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La reducción del aparato burocrático que prevé el gobierno de Cuauhtémoc Blanco emprender a partir de su toma de protesta el próximo lunes es una de esas que podrían convertirse en buenas noticias o en terribles catástrofes, según se haya calculado y se pueda manejar el flujo de trabajo y atención a los ciudadanos a partir de la desaparición, compactación, extinción, reubicación, y demás de las oficinas gubernamentales. Si bien Blanco Bravo no es administrador, tiene en su equipo a hábiles expertos en control financiero, administración pública, recursos humanos, que, al mando de Mirna Zavala Zúñiga, le prepararon una estructura de gobierno que reduce de 17 a 14 las secretarías de estado, lo que significa un ahorro de poco más de cuatro millones de pesos al año en la carga presupuestal de esos cargos.

La desaparición además de las coordinaciones generales, 65 mil pesos mensuales según el tabulador salarial, y de casi todas las subsecretarías, con una carga presupuestal de 48 mil a 60 mil pesos mensuales, implica ahorros que superarán los cuatro millones que importa desaparecer los cargos de tres secretarios. Sólo en nómina de la alta burocracia, el gobierno de Cuauhtémoc Blanco estaría gastando alrededor de 30 millones de pesos anuales menos que el de Graco Ramírez, según las proyecciones del equipo del gobernador electo, pero eso no implica, necesariamente, que el gasto corriente en el gobierno vaya a reducirse; podría darse el fenómeno terrible de incrementar direcciones de área (dos directores valen lo que un secretario en la nómina); o de aumentarse los gastos de representación, o así. Sin embargo, con disciplina, los ahorros serán evidentes y si se reorientan a reforzar el gasto de inversión del gobierno estatal o al fortalecimiento de los municipios, podrían resultar en beneficios sociales reales.

Preocupan, acaso, algunas que podrían convertirse en disfunciones de la administración pública, como la concentración de demasiadas tareas en la Jefatura de la Oficina de la Gubernatura, que sería la responsable de todas las relaciones del gobierno estatal, con los poderes del estado, los municipios, la federación, el resto del gabinete, los medios de comunicación, y entre todo ello, con la sociedad; además, le corresponderá la orientación y supervisión de toda la tarea de gobierno. Si se nos preguntara si José Manuel Sanz Rivera tiene capacidad para hacer todo ese trabajo, probablemente diríamos que ya lo hizo en el Ayuntamiento de Cuernavaca y no le salió mal; pero no se trata de diseñar la administración pública con base en las capacidades de un hombre, por lo que la concentración se ajusta más al estilo personal del gobierno de Cuauhtémoc Blanco que a una norma de eficiencia de la administración pública. Cuauhtémoc Blanco confía en José Manuel Sanz mucho más que en cualquiera otro de los funcionarios del gabinete, y eso lo coloca en la posición de mayor poder en la estructura gubernamental.

Producir una Secretaría de Economía y Trabajo parece más que obvio en tanto, desde cualquier perspectiva, el trabajo es una actividad económica; mientras que la de Turismo y Cultura parece una osadía si no entendemos que la cultura en Morelos es también generadora importante de actividad turística, una vez que partimos de esa premisa, las dos actividades pueden complementarse y potenciarse. De la desaparición de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología para regresarla a rango de Consejo Estatal citaremos sólo a Harrison Ford “dejemos de dar el poder a la gente que no cree en la ciencia; o peor aún, que simulan no creer en la ciencia por sus propios intereses”.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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