/ martes 30 de noviembre de 2021

Sin discotecas no hay turismo

El tándem turístico que ofrecía Cuernavaca, y en general, todo Morelos a sus visitantes era exitoso justamente por ser un conjunto bastante completo de servicios para todas las necesidades de entretenimiento, descanso, convenciones y hasta salud. Y aunque nunca fueron el atractivo central, las discotecas y centros nocturnos de la ciudad eran fundamentales en el paquete que se ofrecía a casi todos los públicos.

A menos de una hora de la Ciudad de México, una de las más grandes y atractivas del mundo, Cuernavaca y sus alrededores ofrecían a los visitantes pueblos mágicos, zonas arqueológicas, balnearios, restaurantes de todo tipo, edificios y monumentos históricos, vida cultural, deliciosas golosinas, y lugares donde bailar y convivir hasta la madrugada. Si al turista e daba la energía bien podía recorrer Tepoztlán, comer allá, regresar por la tarde a Cuernavaca a comer un helado o tomar una cerveza en las exquisitas terrazas de muchos restaurantes de la ciudad, cambiarse de ropa y por la noche acudir a bailar a cualquiera de las doce discotecas que ofrecía la ciudad hace unos años. Eso garantizaba que pernoctaría en la ciudad y con ello gastaría mucho más en hoteles, y luego en desayunos o almuerzos en alguna de las tradicionales fondas.

Para el asistente a convenciones, la salida nocturna a algún bar o discoteca con colegas era infaltable. Los trabajos solían terminar a las seis o siete de la tarde y luego había que acicalarse para ir a Taízz, Barbazul, Kaova, Zúmbale o alguna otra de las imperdibles discos de Morelos. Llegamos a saber de convenciones que se hicieron en Cuernavaca por su cercanía con el entonces Distrito Federal, pero también por el entretenimiento nocturno que ofrecía la ciudad.

Los paseos largos en Cuernavaca fueron tradicionales y con ellos crecieron muchos de los visitantes que unos días iban a una disco, otros a otra, porque podían escoger el antro de moda, había suficientes opciones para tener antros de moda.

No fueron pocas las bodas que se celebraron en las discos, o cuyas fiestas acabaron en ellas. Era frecuente ver vestidos de novia, fracks, smokings, tomando la pista para celebrar las uniones, y una que otra desunión también; siempre en la modalidad de cada quien paga lo suyo, pero la casa seguramente les invitaría un brindis a los novios.

A lo mejor muchos de esos turistas no tenían idea de los nombres de las discos, o de donde estaban, pero sabían que eran divertidas, entretenidas, espectaculares y, lo más importante aunque entonces no se reparaba en ello, sumamente seguras. Lo que las hacía parte infaltable del paquete de servicios.

Por ello, pensar en un proyecto turístico de verdad para Cuernavaca, incluye necesariamente el que las discotecas tengan las condiciones de seguridad necesarias para operar, para seguir siendo el corolario del entretenimiento que la ciudad ofrece a sus visitantes, los centros generadores de empleos directos e indirectos potentes que mostraron ser en otra época. Sin las discos, el rescate del turismo va en la ruta del fracaso porque no toma en cuenta los deseos del turista, sino a los planes de los gobiernos que, por cierto suelen ser aburridísimos. Mejorar la seguridad es indispensable.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

El tándem turístico que ofrecía Cuernavaca, y en general, todo Morelos a sus visitantes era exitoso justamente por ser un conjunto bastante completo de servicios para todas las necesidades de entretenimiento, descanso, convenciones y hasta salud. Y aunque nunca fueron el atractivo central, las discotecas y centros nocturnos de la ciudad eran fundamentales en el paquete que se ofrecía a casi todos los públicos.

A menos de una hora de la Ciudad de México, una de las más grandes y atractivas del mundo, Cuernavaca y sus alrededores ofrecían a los visitantes pueblos mágicos, zonas arqueológicas, balnearios, restaurantes de todo tipo, edificios y monumentos históricos, vida cultural, deliciosas golosinas, y lugares donde bailar y convivir hasta la madrugada. Si al turista e daba la energía bien podía recorrer Tepoztlán, comer allá, regresar por la tarde a Cuernavaca a comer un helado o tomar una cerveza en las exquisitas terrazas de muchos restaurantes de la ciudad, cambiarse de ropa y por la noche acudir a bailar a cualquiera de las doce discotecas que ofrecía la ciudad hace unos años. Eso garantizaba que pernoctaría en la ciudad y con ello gastaría mucho más en hoteles, y luego en desayunos o almuerzos en alguna de las tradicionales fondas.

Para el asistente a convenciones, la salida nocturna a algún bar o discoteca con colegas era infaltable. Los trabajos solían terminar a las seis o siete de la tarde y luego había que acicalarse para ir a Taízz, Barbazul, Kaova, Zúmbale o alguna otra de las imperdibles discos de Morelos. Llegamos a saber de convenciones que se hicieron en Cuernavaca por su cercanía con el entonces Distrito Federal, pero también por el entretenimiento nocturno que ofrecía la ciudad.

Los paseos largos en Cuernavaca fueron tradicionales y con ellos crecieron muchos de los visitantes que unos días iban a una disco, otros a otra, porque podían escoger el antro de moda, había suficientes opciones para tener antros de moda.

No fueron pocas las bodas que se celebraron en las discos, o cuyas fiestas acabaron en ellas. Era frecuente ver vestidos de novia, fracks, smokings, tomando la pista para celebrar las uniones, y una que otra desunión también; siempre en la modalidad de cada quien paga lo suyo, pero la casa seguramente les invitaría un brindis a los novios.

A lo mejor muchos de esos turistas no tenían idea de los nombres de las discos, o de donde estaban, pero sabían que eran divertidas, entretenidas, espectaculares y, lo más importante aunque entonces no se reparaba en ello, sumamente seguras. Lo que las hacía parte infaltable del paquete de servicios.

Por ello, pensar en un proyecto turístico de verdad para Cuernavaca, incluye necesariamente el que las discotecas tengan las condiciones de seguridad necesarias para operar, para seguir siendo el corolario del entretenimiento que la ciudad ofrece a sus visitantes, los centros generadores de empleos directos e indirectos potentes que mostraron ser en otra época. Sin las discos, el rescate del turismo va en la ruta del fracaso porque no toma en cuenta los deseos del turista, sino a los planes de los gobiernos que, por cierto suelen ser aburridísimos. Mejorar la seguridad es indispensable.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx