/ viernes 17 de diciembre de 2021

Sherwin Carlquist: un gran biólogo

Todo empezó cuando una tarde antes de que yo saliera a trabajar a un proyecto florístico de Tehuacán que coordinaba el Dr. Fernando Chiang, investigador del Instituto de Biología de la UNAM.

Ese día tuve la fortuna de conocer brevemente (en Cuernavaca) a la hermana de nada menos que el prominente Sherwin Carlquist. Ella era estudiante de español en la escuela de mis hermanos.

Ya cuando estaba estudiando en Rancho Santa Ana Botanic Garden (RSA) en Claremont California, asistí a un seminario de bolsa de papel estraza (“brown bag” donde llevabas tu almuerzo) acerca de New Caledonia que el Dr. Carlquist estaba dando a los nuevos estudiantes en Pomona College. Su seminario fue muy interesante y fantástico para un “nuevo polluelo” en el maravilloso mundo de las plantas. Pero, además era la primera vez que yo asistía a una conferencia, y comía al mismo tiempo.

Tuve la fortuna de salir con mi Maestro a Sonora, es decir con el Dr. Carlquist y dos compañeros más: Scott Zona y Mike Handson. El objetivo era colectar algunas especies arbóreas del grupo de los cazahuates (familia de las Convulvulaceae), que son verdaderas rarezas en esa familia, ya que son pocas las especies que son árboles, todas las demás son hierbas. En Morelos tenemos tres de ellas: “cazahuate blanco” (Ipomoea pauciflora), “cazahuate amarillo” (I. muricoides) y el llamado también “amarillo” o “macho” (I. intrapilosa); el más común en Cuernavaca es el blanco, por cierto, como cada año está floreciendo en diciembre. Todavía recuerdo que el Dr. Carlquist iba de copiloto en la camioneta revisando sus múltiples pruebas de galera con un café soluble o nescafecito (frío), sólo usando su pluma, que daba las “veces” de una improvisada cuchara. También recuerdo que él leía, a veces en voz alta, los textos de otro excepcional botánico, el Dr. Gentry (del tratado de las plantas de Río Mayo en Sonora) donde se explicaba románticamente que los árboles antes mencionados aparentaban ser bolas de nieve sobre la selva baja, debido al conspicuo color blanco de sus flores.

El Dr. Carlquist era fenomenal como Maestro. Yo llevé tres materias con él: i) Anatomía, ii) Biología de islas y iii) Microscopía electrónica, debido a que acaba de llegar a RSA un microscopio electrónico (maravilloso aparato). Él era un gran anatomista, pero también incursionó en áreas muy interesantes como la evolución biológica de islas. Según supe después, el recibió un regalo para asistir de vacaciones a las Hawái; cuando él regresó, simple y sencillamente escribió dos libros acera de su fascinante viaje: i) Bilogía de Islas e ii) Historia Natural de Hawái, donde él habla acera de la dispersión de Larga Distancia (DLD), poniendo a este archipiélago en el mapa como uno de los principales ejemplos de “laboratorios” de la evolución.

Considero que Sherwin Carlquist vivió intensamente la vida a su muy peculiar modo. Aunque no me considero su gran amigo, debido a que él era muy poco platicador con todo mundo, él era en cierta manera poco “accesible”, sí valoro muchas cosas de él; además de ser un excelente Maestro, él conocía mucho de música clásica y la escuchaba sólo cuando había en buen sonido (como en su casa). Todavía me tocó conocer su little red car (carrito rojo), un Porsche de dos plazas que creo que gozaba mucho.

Es importe señalar que él, junto con el Dr. Bob Thorne, también de RSA, fueron de los que “le atinaron” a muchas de las relaciones evolutivas basadas sólo en la morfología de las especies, y cuando se usaron ya datos moleculares se confirmaron dichas hipótesis. Esto demuestra una vez más, cómo -la morfología usada con cierto cuidado- es muy contundente.

Esta mañana recibí la mala noticia, de mi amigo Scott Zona, de que el Dr. Sherwin Carlquist había fallecido y esto me puso muy nostálgico, por decir lo menos. Por eso, y muchas cosas más, el ambiente está de luto… cuando los ángeles lloran.


Todo empezó cuando una tarde antes de que yo saliera a trabajar a un proyecto florístico de Tehuacán que coordinaba el Dr. Fernando Chiang, investigador del Instituto de Biología de la UNAM.

Ese día tuve la fortuna de conocer brevemente (en Cuernavaca) a la hermana de nada menos que el prominente Sherwin Carlquist. Ella era estudiante de español en la escuela de mis hermanos.

Ya cuando estaba estudiando en Rancho Santa Ana Botanic Garden (RSA) en Claremont California, asistí a un seminario de bolsa de papel estraza (“brown bag” donde llevabas tu almuerzo) acerca de New Caledonia que el Dr. Carlquist estaba dando a los nuevos estudiantes en Pomona College. Su seminario fue muy interesante y fantástico para un “nuevo polluelo” en el maravilloso mundo de las plantas. Pero, además era la primera vez que yo asistía a una conferencia, y comía al mismo tiempo.

Tuve la fortuna de salir con mi Maestro a Sonora, es decir con el Dr. Carlquist y dos compañeros más: Scott Zona y Mike Handson. El objetivo era colectar algunas especies arbóreas del grupo de los cazahuates (familia de las Convulvulaceae), que son verdaderas rarezas en esa familia, ya que son pocas las especies que son árboles, todas las demás son hierbas. En Morelos tenemos tres de ellas: “cazahuate blanco” (Ipomoea pauciflora), “cazahuate amarillo” (I. muricoides) y el llamado también “amarillo” o “macho” (I. intrapilosa); el más común en Cuernavaca es el blanco, por cierto, como cada año está floreciendo en diciembre. Todavía recuerdo que el Dr. Carlquist iba de copiloto en la camioneta revisando sus múltiples pruebas de galera con un café soluble o nescafecito (frío), sólo usando su pluma, que daba las “veces” de una improvisada cuchara. También recuerdo que él leía, a veces en voz alta, los textos de otro excepcional botánico, el Dr. Gentry (del tratado de las plantas de Río Mayo en Sonora) donde se explicaba románticamente que los árboles antes mencionados aparentaban ser bolas de nieve sobre la selva baja, debido al conspicuo color blanco de sus flores.

El Dr. Carlquist era fenomenal como Maestro. Yo llevé tres materias con él: i) Anatomía, ii) Biología de islas y iii) Microscopía electrónica, debido a que acaba de llegar a RSA un microscopio electrónico (maravilloso aparato). Él era un gran anatomista, pero también incursionó en áreas muy interesantes como la evolución biológica de islas. Según supe después, el recibió un regalo para asistir de vacaciones a las Hawái; cuando él regresó, simple y sencillamente escribió dos libros acera de su fascinante viaje: i) Bilogía de Islas e ii) Historia Natural de Hawái, donde él habla acera de la dispersión de Larga Distancia (DLD), poniendo a este archipiélago en el mapa como uno de los principales ejemplos de “laboratorios” de la evolución.

Considero que Sherwin Carlquist vivió intensamente la vida a su muy peculiar modo. Aunque no me considero su gran amigo, debido a que él era muy poco platicador con todo mundo, él era en cierta manera poco “accesible”, sí valoro muchas cosas de él; además de ser un excelente Maestro, él conocía mucho de música clásica y la escuchaba sólo cuando había en buen sonido (como en su casa). Todavía me tocó conocer su little red car (carrito rojo), un Porsche de dos plazas que creo que gozaba mucho.

Es importe señalar que él, junto con el Dr. Bob Thorne, también de RSA, fueron de los que “le atinaron” a muchas de las relaciones evolutivas basadas sólo en la morfología de las especies, y cuando se usaron ya datos moleculares se confirmaron dichas hipótesis. Esto demuestra una vez más, cómo -la morfología usada con cierto cuidado- es muy contundente.

Esta mañana recibí la mala noticia, de mi amigo Scott Zona, de que el Dr. Sherwin Carlquist había fallecido y esto me puso muy nostálgico, por decir lo menos. Por eso, y muchas cosas más, el ambiente está de luto… cuando los ángeles lloran.