/ miércoles 18 de marzo de 2020

Serenidad y firmeza para superar la crisis

El super poder de las matemáticas es que nunca se equivocan. En cuanto se generaron los datos del brote de COVID 19 en China nuestros expertos desarrollaron modelos matemáticos para predecir cómo se va a comportar la epidemia en México. A diferencia de otras enfermedades como la influenza del 2009, en esta ocasión la precisión del modelo es vital porque no hay vacunas ni medicinas que curen.

En la fase 1 del modelo todos los casos serán importados del extranjero. En la fase 2 o de dispersión comunitaria, una persona infectada contagiará a tres, esas tres a nueve, esas nueve a 81 y así sucesivamente hasta llegar a 70 millones de mexicanos infectados. De los infectados aproximadamente el 90% no presentaremos síntomas o serán tan ligeros como tos seca y fiebre, pero un 10% requerirá hospitalización y, de ellos, más de un millón de pacientes requerirán terapia intensiva por la gravedad de sus síntomas. En la fase 3 la enfermedad es epidémica, es decir, que permanece entre nosotros pero de manera controlada.

No podemos cambiar estos número pero sí podemos administrarlos para atender correctamente a los enfermos y por eso es fundamental saber cuándo iniciará la fase 2. En el modelo de la UNAM esta fase iniciará entre el 20 y el 30 de marzo. Sin embargo, el gobierno tiene otros datos. En el modelo oficial de la Secretaría de Salud publicado el 12 de marzo esta fase se alcanzaría el 7 de abril, dos semanas después, justo en semana santa.

Es a partir de los otros datos que el gobierno ha estado tomando decisiones. Es por eso que ha trivializado la llamada de los científicos a reducir el contacto físico entre personas. Es por eso que no ha cancelado eventos masivos. Es por eso que no compró a tiempo pruebas diagnósticas suficientes. Es por eso que no ha ampliado todavía el número de camas en los hospitales.

Sabemos con certeza que la transmisión del COVID 19 se realiza entre personas mediante el contacto físico, por lo tanto, la única estrategia posible para la contención del contagio es el aislamiento social estricto. Es decir, suspender de manera obligatoria el contacto entre personas. Eso se logra cancelando clases en todos los niveles educativos, enviando a sus casas a todos los trabajadores no esenciales para el funcionamiento del país, reduciendo al mínimo las salidas de las personas de su casa solamente para comprar alimentos y medicinas.

¿Qué pasaría si el modelo de la UNAM tiene razón? Una vez más, las matemáticas nos dan la respuesta. Por cada día que se retrase la implementación del aislamiento social estricto el número de casos aumentará un 40%. Eso nos llevaría a un escenario de crisis donde no habría suficientes camas en los hospitales para atender a los enfermos.

La diferencia entre los países de extremo oriente y Europa fue precisamente esta. Los italianos, en particular, tomaron a la ligera las indicaciones oficiales de aislamiento social y en lugar de recogerse en sus hogares aprovecharon el paro de actividades para hacer turismo. Igualmente, todavía hasta el pasado 7 de marzo las agencias de viajes minimizaban el brote e invitaban a los turistas a no cancelar sus viajes. No se suspendieron eventos masivos como partidos de futbol ni conciertos. Es por esto que Italia tiene la mayor tasa de expansión del contagio en el mundo así como la de muerte, el doble que en china. Es tan grave el colapso de su sistema de salud que la semana pasada el gobierno tomó la decisión de ya no internar siquiera a pacientes de más de 80 años.

Todavía estamos a tiempo. El reciente anuncio de la suspensión de clases es esperanzador pero con dos fallas graves. La primera es que es efectivo a partir del día 23 de marzo cuando debiera haber sido desde el día 17. La otra es llamarlo adelanto de las vacaciones de semana santa. No son vacaciones, repito, NO SON VACACIONES. Es la primera de las muchas y muy dolorosas directivas que deberá emitir el gobierno federal hasta lograr la contención del contagio mediante el aislamiento social estricto. Tendremos que actuar con serenidad y firmeza. Que lo logremos de manera pacífica y ordenada depende de ellos.


Información adicional de éste y otros temas de interés http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

El super poder de las matemáticas es que nunca se equivocan. En cuanto se generaron los datos del brote de COVID 19 en China nuestros expertos desarrollaron modelos matemáticos para predecir cómo se va a comportar la epidemia en México. A diferencia de otras enfermedades como la influenza del 2009, en esta ocasión la precisión del modelo es vital porque no hay vacunas ni medicinas que curen.

En la fase 1 del modelo todos los casos serán importados del extranjero. En la fase 2 o de dispersión comunitaria, una persona infectada contagiará a tres, esas tres a nueve, esas nueve a 81 y así sucesivamente hasta llegar a 70 millones de mexicanos infectados. De los infectados aproximadamente el 90% no presentaremos síntomas o serán tan ligeros como tos seca y fiebre, pero un 10% requerirá hospitalización y, de ellos, más de un millón de pacientes requerirán terapia intensiva por la gravedad de sus síntomas. En la fase 3 la enfermedad es epidémica, es decir, que permanece entre nosotros pero de manera controlada.

No podemos cambiar estos número pero sí podemos administrarlos para atender correctamente a los enfermos y por eso es fundamental saber cuándo iniciará la fase 2. En el modelo de la UNAM esta fase iniciará entre el 20 y el 30 de marzo. Sin embargo, el gobierno tiene otros datos. En el modelo oficial de la Secretaría de Salud publicado el 12 de marzo esta fase se alcanzaría el 7 de abril, dos semanas después, justo en semana santa.

Es a partir de los otros datos que el gobierno ha estado tomando decisiones. Es por eso que ha trivializado la llamada de los científicos a reducir el contacto físico entre personas. Es por eso que no ha cancelado eventos masivos. Es por eso que no compró a tiempo pruebas diagnósticas suficientes. Es por eso que no ha ampliado todavía el número de camas en los hospitales.

Sabemos con certeza que la transmisión del COVID 19 se realiza entre personas mediante el contacto físico, por lo tanto, la única estrategia posible para la contención del contagio es el aislamiento social estricto. Es decir, suspender de manera obligatoria el contacto entre personas. Eso se logra cancelando clases en todos los niveles educativos, enviando a sus casas a todos los trabajadores no esenciales para el funcionamiento del país, reduciendo al mínimo las salidas de las personas de su casa solamente para comprar alimentos y medicinas.

¿Qué pasaría si el modelo de la UNAM tiene razón? Una vez más, las matemáticas nos dan la respuesta. Por cada día que se retrase la implementación del aislamiento social estricto el número de casos aumentará un 40%. Eso nos llevaría a un escenario de crisis donde no habría suficientes camas en los hospitales para atender a los enfermos.

La diferencia entre los países de extremo oriente y Europa fue precisamente esta. Los italianos, en particular, tomaron a la ligera las indicaciones oficiales de aislamiento social y en lugar de recogerse en sus hogares aprovecharon el paro de actividades para hacer turismo. Igualmente, todavía hasta el pasado 7 de marzo las agencias de viajes minimizaban el brote e invitaban a los turistas a no cancelar sus viajes. No se suspendieron eventos masivos como partidos de futbol ni conciertos. Es por esto que Italia tiene la mayor tasa de expansión del contagio en el mundo así como la de muerte, el doble que en china. Es tan grave el colapso de su sistema de salud que la semana pasada el gobierno tomó la decisión de ya no internar siquiera a pacientes de más de 80 años.

Todavía estamos a tiempo. El reciente anuncio de la suspensión de clases es esperanzador pero con dos fallas graves. La primera es que es efectivo a partir del día 23 de marzo cuando debiera haber sido desde el día 17. La otra es llamarlo adelanto de las vacaciones de semana santa. No son vacaciones, repito, NO SON VACACIONES. Es la primera de las muchas y muy dolorosas directivas que deberá emitir el gobierno federal hasta lograr la contención del contagio mediante el aislamiento social estricto. Tendremos que actuar con serenidad y firmeza. Que lo logremos de manera pacífica y ordenada depende de ellos.


Información adicional de éste y otros temas de interés http://reivindicandoapluton.blogspot.mx