/ miércoles 27 de octubre de 2021

Seguridad o riesgo Hídrico en Morelos

En Estado de Morelos vive hoy una dualidad en cuanto a su realidad hídrica, las acciones que tomen cada uno de los ciudadanos y el sector público y privado en conjunto determinarán si el rumbo futuro de las políticas públicas en material del agua, consolidan la seguridad o seguimos avanzando jacal el riesgo hídrico que pone en peligro la vida.

La Seguridad Hídrica puede entenderse como disponer de agua suficiente, en cantidad y calidad, para satisfacer necesidades humanas como la salud, la subsistencia y la actividad productiva, la conservación de los ecosistemas, acompañada de la capacidad de acceder y utilizar el agua como recurso, para resolver conflictos y gestionar los riesgos asociados con el agua, incluidas las inundaciones, las sequías y los accidentes ambientales.

Promover la seguridad hídrica contribuye al mantenimiento de la vida y debe ser el foco principal de quienes están al frente del diseño y evaluación de políticas públicas en materia de los recursos hídricos, así como de la sociedad en su conjunto.

En este sentido, el Gobierno de Cuauhtémoc Blanco Estado se ha comprometido en la búsqueda de soluciones que conduzcan a la reducción de riesgos asociados a eventos críticos, principalmente, sequías e inundaciones.

El acceso a agua potable limpia y segura, así como un saneamiento adecuado, fueron declarados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2010, como un derecho humano indispensable para una vida digna.

El reconocimiento de la esencialidad del agua potable tiene en su contexto compromisos globales establecidos en los Objetivos de Desarrollo del Milenio y en varios otros instrumentos internacionales que priorizan el tema del saneamiento, en el entendido de que el acceso al agua y el saneamiento, también son requisitos previos para la ejercicio de otros derechos humanos.

El concepto de seguridad del agua no se define por valores absolutos, sino por nociones subjetivas, sin una línea que distinga de forma binaria lo seguro de lo inseguro. De esta forma, se llega naturalmente al segundo concepto que hay que abordar: el riesgo. Al igual que la “seguridad”, la noción de “riesgo” conlleva una carga subjetiva, además de depender del contexto (y objetivo) en el que se trate.

Sin embargo, bajo cualquier contexto, la noción de “riesgo” para ser entendido presupone “relaciones causales entre acciones (o eventos) y sus efectos”, mientras que “los efectos indeseables pueden evitarse” mediante intervenciones.

Para el PNUD, el riesgo es el resultado de una combinación de dos factores: peligro y vulnerabilidad. Por ello, al abordar el tema de la calidad del agua potable, se pueden identificar alternativas para eliminar los peligros, así como para reducir las vulnerabilidades. Por lo tanto, la seguridad del agua para el consumo humano puede evaluarse adoptando un enfoque que identifique los peligros, las probabilidades y las vulnerabilidades dentro del sistema de suministro de agua.

Es conveniente definir entonces, provisionalmente la seguridad como un estado de ausencia de amenazas. En el contexto de la seguridad hídrica, las amenazas pueden tomar la forma de limitar la disponibilidad de agua en términos cuantitativos y cualitativos (dado que su distribución espacial y temporal es heterogénea).

A esto se suma la falta de infraestructura adecuada y la inaccesibilidad de las tarifas del agua por lo que las amenazas a la seguridad hídrica, apuntando a consumo humano, se consideran completos.

Desgraciadamente, entrando en el tema de esta modesta aportación, si me permiten, más que hablar de la seguridad hídrica del Río Apatlaco, hoy las condiciones críticas presentes, que son una realidad que amenaza el abastecimiento de recursos vitales para las personas, como el agua, el aire y el suelo, me llevan a hablar del nivel de riesgo hídrico del río Apatlaco.

Sobra decir, que prácticas como la deforestación en las partes altas de la cuenca, por ejemplo, podrían agotar las fuentes de suministro de agua para las comunidades de las partes bajas, las actividades agrícolas, industriales y turísticas.

Asimismo, las descargas domiciliaria directas al cauce generan graves problemas de salud pública, azolves e inundaciones que en general representan costos muy altos para la población en términos de su calidad de vida, así como para las actividades económicas y para las instituciones. Entremos en materia.

En Estado de Morelos vive hoy una dualidad en cuanto a su realidad hídrica, las acciones que tomen cada uno de los ciudadanos y el sector público y privado en conjunto determinarán si el rumbo futuro de las políticas públicas en material del agua, consolidan la seguridad o seguimos avanzando jacal el riesgo hídrico que pone en peligro la vida.

La Seguridad Hídrica puede entenderse como disponer de agua suficiente, en cantidad y calidad, para satisfacer necesidades humanas como la salud, la subsistencia y la actividad productiva, la conservación de los ecosistemas, acompañada de la capacidad de acceder y utilizar el agua como recurso, para resolver conflictos y gestionar los riesgos asociados con el agua, incluidas las inundaciones, las sequías y los accidentes ambientales.

Promover la seguridad hídrica contribuye al mantenimiento de la vida y debe ser el foco principal de quienes están al frente del diseño y evaluación de políticas públicas en materia de los recursos hídricos, así como de la sociedad en su conjunto.

En este sentido, el Gobierno de Cuauhtémoc Blanco Estado se ha comprometido en la búsqueda de soluciones que conduzcan a la reducción de riesgos asociados a eventos críticos, principalmente, sequías e inundaciones.

El acceso a agua potable limpia y segura, así como un saneamiento adecuado, fueron declarados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2010, como un derecho humano indispensable para una vida digna.

El reconocimiento de la esencialidad del agua potable tiene en su contexto compromisos globales establecidos en los Objetivos de Desarrollo del Milenio y en varios otros instrumentos internacionales que priorizan el tema del saneamiento, en el entendido de que el acceso al agua y el saneamiento, también son requisitos previos para la ejercicio de otros derechos humanos.

El concepto de seguridad del agua no se define por valores absolutos, sino por nociones subjetivas, sin una línea que distinga de forma binaria lo seguro de lo inseguro. De esta forma, se llega naturalmente al segundo concepto que hay que abordar: el riesgo. Al igual que la “seguridad”, la noción de “riesgo” conlleva una carga subjetiva, además de depender del contexto (y objetivo) en el que se trate.

Sin embargo, bajo cualquier contexto, la noción de “riesgo” para ser entendido presupone “relaciones causales entre acciones (o eventos) y sus efectos”, mientras que “los efectos indeseables pueden evitarse” mediante intervenciones.

Para el PNUD, el riesgo es el resultado de una combinación de dos factores: peligro y vulnerabilidad. Por ello, al abordar el tema de la calidad del agua potable, se pueden identificar alternativas para eliminar los peligros, así como para reducir las vulnerabilidades. Por lo tanto, la seguridad del agua para el consumo humano puede evaluarse adoptando un enfoque que identifique los peligros, las probabilidades y las vulnerabilidades dentro del sistema de suministro de agua.

Es conveniente definir entonces, provisionalmente la seguridad como un estado de ausencia de amenazas. En el contexto de la seguridad hídrica, las amenazas pueden tomar la forma de limitar la disponibilidad de agua en términos cuantitativos y cualitativos (dado que su distribución espacial y temporal es heterogénea).

A esto se suma la falta de infraestructura adecuada y la inaccesibilidad de las tarifas del agua por lo que las amenazas a la seguridad hídrica, apuntando a consumo humano, se consideran completos.

Desgraciadamente, entrando en el tema de esta modesta aportación, si me permiten, más que hablar de la seguridad hídrica del Río Apatlaco, hoy las condiciones críticas presentes, que son una realidad que amenaza el abastecimiento de recursos vitales para las personas, como el agua, el aire y el suelo, me llevan a hablar del nivel de riesgo hídrico del río Apatlaco.

Sobra decir, que prácticas como la deforestación en las partes altas de la cuenca, por ejemplo, podrían agotar las fuentes de suministro de agua para las comunidades de las partes bajas, las actividades agrícolas, industriales y turísticas.

Asimismo, las descargas domiciliaria directas al cauce generan graves problemas de salud pública, azolves e inundaciones que en general representan costos muy altos para la población en términos de su calidad de vida, así como para las actividades económicas y para las instituciones. Entremos en materia.