Una de las normas necesarias para el futuro político de Morelos es que nadie tendría que declararse ganador de un debate porque no hay una forma real de medir, una especie de marcador, para ubicar a quién se le benefició más con el ejercicio. Ciegos a esta realidad, los políticos que piensan que los electores están tarados, afirman haber triunfado siempre en este tipo de ejercicios.
El que tuvimos en Morelos el domingo, entre los candidatos a la gubernatura no es la excepción, los candidatos salieron a hacer su juego, no hubo grandes sorpresas; todos explotaron lo que pudieron y no hay grandes variaciones en lo que ha sido una campaña de escándalos, torpezas, fracasos y mezquindades de parte de todos los candidatos en agravio de electores que probablemente merecen mucho más que la diatriba.
Brillante en su estrategia (que no le gana más votos pero tampoco le hace perder nada), Cuauhtémoc Blanco se mantuvo en lo que sabe hacer. Iba preparado, lo demostraron sus cartelitos, para otra cosa, pero cuando el duelo se volvió camorra estuvo en su ambiente, respondió a su forma y las denuncias que hicieron los otros candidatos son tan conocidas que difícilmente cambiaron algo entre su base de electores. Incluso aprovechó en silencio el error de quien involucró a su madre en el lío político.
Rodrigo Gayosso tendrá una segunda oportunidad en el debate que tendrá como sede el Instituto Morelense de Radio y Televisión, pero lo que probablemente había ganado en ejercicios anteriores lo dilapidó en éste, recibió camorra de casi todos y respondió poco. Usara la madre de Cuauhtémoc como muestra de corrupción fue, a todas luces, un error que puede costarle aunque la barrena de su campaña probablemente la dicten otras fuerzas.
Víctor Manuel Caballero aprovechó la ocasión, pero se vio tibio en sus señalamientos. Limitado por su prudencia, el médico se notó falso en el terreno de las acusaciones, no son lo suyo, y desperdició la oportunidad de mostrarse como el gran conciliador que podría ser.
Jorge Meade fue probablemente el mejor en el escenario, se notaba seguro de sí mismo pero también cayó en la trampa de atacar a Cuauhtémoc y con ello desperdició la misma oportunidad que tuvo Caballero, verse como el que puede recomponer la política y al estado.
Nadia Luz fue certera en su última intervención, eso la volvió a colocar en la mente de la audiencia del debate, resumió lo que había ocurrido en un acto de dignidad hablando de la vergüenza que le daba estar en un escenario como ese. Tuvo razón, el problema es que lo que recupere en preferencias difícilmente le alcanzaría para ser competitiva.
El resto de los candidatos, entre azul y buenas noches, Vera no preparó el tiempo de sus respuestas y se perdió su mensaje en cortes abruptos; Mario Rojas cayó en la tentación del insulto final y ello lo marginó de verse como un crítico serio de las campañas; y Fidel, pues es Fidel.
Cuando en los setentas y ochentas la guerra de las colas (Coca contra Pepsi) estaba en su punto más álgido, todos los refrescos trataban de hacer lo mismo. La marca 7up lanzó un spot que le diferenciaba: “The Uncola” (el sin cola), se hizo llamar y rápidamente ascendió a niveles de verdadera competencia. Parece que los morelenses tendremos que seguir esperando a nuestro candidato sin cola. ¿Aún es tiempo? Pues faltan dos semanas de campaña y nadie parece dispuest a ocupar esa posición. La fijación que tienen siete candidatos con Cuauhtémoc Blanco es terrible para sus campañas, deberían saberlo ya.
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