/ martes 16 de noviembre de 2021

Satisfacciones y veneras

La vida en Morelos suele dar satisfacciones, a pesar de políticos y malandros, y políticos malandros. Pocas veces, sin embargo, suelen valorarse las pequeñas cosas que por aparentemente normales se pasan por alto, como el paisaje, el clima, el ritmo de la vida; y si esas no se consideran como bendiciones, mucho más difícil es reconocer las que lleva toda la existencia construir y que son las que integran, en conjunto, a nuestro estado.

En Cuernavaca se han formado historias de éxito aún en medio de las recurrentes crisis de todo tipo que, desde 1994, han golpeado a la entidad. Si uno revisa la historia reciente del estado, Morelos tiene crisis para cualquier tema, debacle económica, guerra política, infestación criminal, destrucción del medio ambiente, falta de inversiones, problemas editoriales, mediocre cobertura de salud y seguridad social, y en fin. Justo por ello, y por una vida política que resulta ejemplo de lo que no debe hacerse en las democracias, las historias de quienes han construido una ciudad mejor, que se han decidido a dedicar su vida a engrandecer a la ciudad donde residen, se vuelven no sólo ejemplares y platicables, sino urgentes.

Desde esta perspectiva, el esfuerzo que el Consejo Cívico Ciudadano y ahora también el Ayuntamiento de Cuernavaca han hecho al reunir para reconocer las vidas de nueve citadinos notabilísimos, resulta indispensable. Las vidas de Jorge Alfonso Zarza Pineda, Rebeca Laura Krause Urrea, Juan Antonio Pedroza Martínez, María de Lourdes Gómez Montero de Doster, Adalberto Ríos Szalay, Roberto Vázquez Aguirre, María del Carmen Quevedo López, Hugo Salgado Castañeda y Carlos Cuevas Castillo, son ejemplares por su esfuerzo y su tesón, pero también porque representan a Cuernavaca de una forma impecable, con sus enormes virtudes y también a veces, con dolorosos momentos. Entregarles la Venera Cuernavaca es un acto de reconocimiento al ejemplo que sus vidas representan para una sociedad que debería tener más modelos a seguir.

Claro que habrá, porque Morelos, quienes critiquen seriamente las nominaciones y a quienes las han recibido. Pero en los empresarios, fotógrafo, notario, cantante y periodista a quienes se reconoció, viven los valores del tesón, la inteligencia, la constancia, y sobre todo, un amor extraordinario por la ciudad a la que muchos dicen querer, pero pocos hacen algo por ella.

Venerar es, para la Real Academia de la Lengua: “Respetar en sumo grado a alguien por su santidad, dignidad o grandes virtudes, o a algo por lo que representa o recuerda”. Obvio que ninguno de quienes recibieron el reconocimiento es un santo (ahí estaba el Obispo de Cuernavaca, Ramón Castro, y puede coincidir en esta afirmación); pero en la historia de cada uno de ellos encontraremos virtudes, dignas de resaltarse e imitarse. Bien por Pablo Rubén Villalobos y el Consejo Cívico Ciudadano que han tenido la generosidad de recordarle a Cuernavaca que tiene nueve buenos amigos; porque hay tiempos, como los actuales, que hacen mucho más falta los amigos que los adversarios; y siempre es mejor tener cerca a quienes construyen que a los otros. En todo caso, al reconocimiento le faltan nombres, que seguro veremos en futuras ediciones.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La vida en Morelos suele dar satisfacciones, a pesar de políticos y malandros, y políticos malandros. Pocas veces, sin embargo, suelen valorarse las pequeñas cosas que por aparentemente normales se pasan por alto, como el paisaje, el clima, el ritmo de la vida; y si esas no se consideran como bendiciones, mucho más difícil es reconocer las que lleva toda la existencia construir y que son las que integran, en conjunto, a nuestro estado.

En Cuernavaca se han formado historias de éxito aún en medio de las recurrentes crisis de todo tipo que, desde 1994, han golpeado a la entidad. Si uno revisa la historia reciente del estado, Morelos tiene crisis para cualquier tema, debacle económica, guerra política, infestación criminal, destrucción del medio ambiente, falta de inversiones, problemas editoriales, mediocre cobertura de salud y seguridad social, y en fin. Justo por ello, y por una vida política que resulta ejemplo de lo que no debe hacerse en las democracias, las historias de quienes han construido una ciudad mejor, que se han decidido a dedicar su vida a engrandecer a la ciudad donde residen, se vuelven no sólo ejemplares y platicables, sino urgentes.

Desde esta perspectiva, el esfuerzo que el Consejo Cívico Ciudadano y ahora también el Ayuntamiento de Cuernavaca han hecho al reunir para reconocer las vidas de nueve citadinos notabilísimos, resulta indispensable. Las vidas de Jorge Alfonso Zarza Pineda, Rebeca Laura Krause Urrea, Juan Antonio Pedroza Martínez, María de Lourdes Gómez Montero de Doster, Adalberto Ríos Szalay, Roberto Vázquez Aguirre, María del Carmen Quevedo López, Hugo Salgado Castañeda y Carlos Cuevas Castillo, son ejemplares por su esfuerzo y su tesón, pero también porque representan a Cuernavaca de una forma impecable, con sus enormes virtudes y también a veces, con dolorosos momentos. Entregarles la Venera Cuernavaca es un acto de reconocimiento al ejemplo que sus vidas representan para una sociedad que debería tener más modelos a seguir.

Claro que habrá, porque Morelos, quienes critiquen seriamente las nominaciones y a quienes las han recibido. Pero en los empresarios, fotógrafo, notario, cantante y periodista a quienes se reconoció, viven los valores del tesón, la inteligencia, la constancia, y sobre todo, un amor extraordinario por la ciudad a la que muchos dicen querer, pero pocos hacen algo por ella.

Venerar es, para la Real Academia de la Lengua: “Respetar en sumo grado a alguien por su santidad, dignidad o grandes virtudes, o a algo por lo que representa o recuerda”. Obvio que ninguno de quienes recibieron el reconocimiento es un santo (ahí estaba el Obispo de Cuernavaca, Ramón Castro, y puede coincidir en esta afirmación); pero en la historia de cada uno de ellos encontraremos virtudes, dignas de resaltarse e imitarse. Bien por Pablo Rubén Villalobos y el Consejo Cívico Ciudadano que han tenido la generosidad de recordarle a Cuernavaca que tiene nueve buenos amigos; porque hay tiempos, como los actuales, que hacen mucho más falta los amigos que los adversarios; y siempre es mejor tener cerca a quienes construyen que a los otros. En todo caso, al reconocimiento le faltan nombres, que seguro veremos en futuras ediciones.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx