/ martes 5 de abril de 2022

Salud pública, prioridad relegada

Está por llegar el Día Mundial de la Salud este 7 de abril, una fecha que nos debe motivar para construir un mundo más justo, equitativo y saludable para todas y todos.

A raíz de la pandemia, el COVID-19 nos ha dejado ver que algunas personas pueden vivir más si tienen mejor acceso a los servicios de salud que otras, debido a las desigualdades en su posición, estatus y voz en la sociedad y las condiciones en las que nacen, crecen, viven y trabajan.

Si bien el sistema de salud en México ha transitado por varias reformas significativas, aún faltan cambios sustantivos que nos permitan avanzar hacia el ideal de protección de la salud para las y los mexicanos, y por lo tanto nos acerquen a cumplir con el mandato constitucional que la consagra como un derecho fundamental.

La salud pública se encuentra en un momento crucial, el cual tenemos que aprovechar para devolverle al país el fortalecimiento que necesita, haciendo uso de la ciencia, las nuevas tecnologías y los nuevos desarrollos para no solamente evitar el rezago, sino situarnos en la vanguardia, como corresponde y así garantizar la salud de las y los mexicanos.

Es difícil entender por qué no se ha otorgado a la salud un papel de importancia equivalente al de la educación. Hoy en día el reclamo por alcanzar y tener acceso a la salud universal se oye fuerte y su eco llega lejos. Es urgente construir más hospitales y centros de salud, comprar más equipos y darles el mantenimiento necesario para que sean funcionales.

La equidad en la salud debe ser la pieza central de nuestra recuperación de COVID-19, donde todos los sectores de la población tengan acceso a ella y reciban atención médica sin sufrir discriminación.

Debemos entender que una atención de calidad es tan importante, que su ausencia tiene repercusiones no solamente sobre la eficiencia del sistema de salud o la percepción que los ciudadanos tienen de él, sino que, literalmente, puede costarles la vida. Aunque aún si se logra asegurar el acceso a un determinado servicio de salud, especialmente en los sectores más vulnerables de la población, el progreso queda anulado al no tener la capacidad de salvar vidas y mejorarlas.

En los últimos años se han registrado fuertes cambios demográficos y epidemiológicos que han afectado la salud de los mexicanos, por lo que existe la necesidad de realizar ajustes al sistema que lo fortalezcan y le permitan reaccionar con dinamismo ante los nuevos escenarios.

Mejorar la calidad de la atención de salud no será fácil y demandará la acción de todos los actores del sistema. Un lugar donde empezar, y probablemente el más importante, es enfocar las intervenciones en esfuerzos para capacitar mejor a los profesionales de la salud, además de implementar reformas estructurales que se reflejen en todo el sistema y mejorar las condiciones de los hospitales a nivel local y nacional.

Gradualmente, nos hemos acostumbrando a la existencia de servicios paralelos pero desiguales, que inclusive al interior de un mismo hogar podían ser utilizados por unos miembros de la familia y por otros no. Hoy esa carencia de compromiso por parte del Estado debe irse, merecemos innovar para lograr la universalidad de los servicios de salud, mejorando al mismo tiempo la eficiencia, la calidad y la equidad dentro de los diferentes componentes del sistema.

El comportamiento de la salud debe enfocarse como proceso de un conjunto de diferentes factores, momentos, contextos y situaciones. Ojalá los tomadores de decisiones vean como prioritario y trabajen con voluntad para ofrecer la mejor atención posible a los ciudadanos.

Recuerden, la mala calidad de la atención de salud mata.

Está por llegar el Día Mundial de la Salud este 7 de abril, una fecha que nos debe motivar para construir un mundo más justo, equitativo y saludable para todas y todos.

A raíz de la pandemia, el COVID-19 nos ha dejado ver que algunas personas pueden vivir más si tienen mejor acceso a los servicios de salud que otras, debido a las desigualdades en su posición, estatus y voz en la sociedad y las condiciones en las que nacen, crecen, viven y trabajan.

Si bien el sistema de salud en México ha transitado por varias reformas significativas, aún faltan cambios sustantivos que nos permitan avanzar hacia el ideal de protección de la salud para las y los mexicanos, y por lo tanto nos acerquen a cumplir con el mandato constitucional que la consagra como un derecho fundamental.

La salud pública se encuentra en un momento crucial, el cual tenemos que aprovechar para devolverle al país el fortalecimiento que necesita, haciendo uso de la ciencia, las nuevas tecnologías y los nuevos desarrollos para no solamente evitar el rezago, sino situarnos en la vanguardia, como corresponde y así garantizar la salud de las y los mexicanos.

Es difícil entender por qué no se ha otorgado a la salud un papel de importancia equivalente al de la educación. Hoy en día el reclamo por alcanzar y tener acceso a la salud universal se oye fuerte y su eco llega lejos. Es urgente construir más hospitales y centros de salud, comprar más equipos y darles el mantenimiento necesario para que sean funcionales.

La equidad en la salud debe ser la pieza central de nuestra recuperación de COVID-19, donde todos los sectores de la población tengan acceso a ella y reciban atención médica sin sufrir discriminación.

Debemos entender que una atención de calidad es tan importante, que su ausencia tiene repercusiones no solamente sobre la eficiencia del sistema de salud o la percepción que los ciudadanos tienen de él, sino que, literalmente, puede costarles la vida. Aunque aún si se logra asegurar el acceso a un determinado servicio de salud, especialmente en los sectores más vulnerables de la población, el progreso queda anulado al no tener la capacidad de salvar vidas y mejorarlas.

En los últimos años se han registrado fuertes cambios demográficos y epidemiológicos que han afectado la salud de los mexicanos, por lo que existe la necesidad de realizar ajustes al sistema que lo fortalezcan y le permitan reaccionar con dinamismo ante los nuevos escenarios.

Mejorar la calidad de la atención de salud no será fácil y demandará la acción de todos los actores del sistema. Un lugar donde empezar, y probablemente el más importante, es enfocar las intervenciones en esfuerzos para capacitar mejor a los profesionales de la salud, además de implementar reformas estructurales que se reflejen en todo el sistema y mejorar las condiciones de los hospitales a nivel local y nacional.

Gradualmente, nos hemos acostumbrando a la existencia de servicios paralelos pero desiguales, que inclusive al interior de un mismo hogar podían ser utilizados por unos miembros de la familia y por otros no. Hoy esa carencia de compromiso por parte del Estado debe irse, merecemos innovar para lograr la universalidad de los servicios de salud, mejorando al mismo tiempo la eficiencia, la calidad y la equidad dentro de los diferentes componentes del sistema.

El comportamiento de la salud debe enfocarse como proceso de un conjunto de diferentes factores, momentos, contextos y situaciones. Ojalá los tomadores de decisiones vean como prioritario y trabajen con voluntad para ofrecer la mejor atención posible a los ciudadanos.

Recuerden, la mala calidad de la atención de salud mata.