/ jueves 16 de mayo de 2019

Ruegos y culpas por Cuernavaca

Hace una semana la inseguridad en Morelos alcanzó un nuevo hito histórico con el asesinato de dos personas en pleno zócalo de Cuernavaca, durante una mañana en la que lideres de comerciantes se reunían con funcionarios del gobierno y otros mantenían bloqueos al exterior.

Más allá del móvil del delito y la trama judicial que seguirá, hay tres aspectos que quedaron registrados en los medios de comunicación y las redes sociales.

Considerando que los hechos ocurrieron a escasos metros de la sede del ejecutivo local y a pocas cuadras de otras oficinas del ejecutivo, así como del poder judicial y legislativo, nunca se observó que los servicios médicos profesionales intervinieran de inmediato, ni implementarse algún resguardo, delimitando profesionalmente perímetros de seguridad. En este sentido, quedaron evidenciadas las capacidades institucionales para reaccionar sin aplicar protocolos de emergencias de seguridad o para atender urgencias médicas.

En las dos conferencias de prensa, funcionarios estatales señalaron (palabras más, palabras menos): “… estoy furioso… no se olvide que detuvimos al Ray… hay un detenido… que era imposible poner a un policía detrás de cada ciudadano… que la estrategia de seguridad va bien…que el municipio es responsable de regular el comercio ambulante… que se necesita al gobierno federal”. Sin embargo, nunca informaron las medidas de seguridad, protocolos o procedimientos implementados o por implementar fuera del enfoque judicial.

Tampoco se ha informado si algun funcionario citó a los periodistas a una reunión especial o privada no para confirmar que el ataque no iba dirigido a los medios, sino para ofrecer apoyo y medidas de protección. Los videos que registraron los hechos muestran caos y desorden de principio a fin. Los policias concentrados en la persecusión, corren sin dar indicaciones para tomar medidas de protección a los ciudadanos o reporteros que iban a su paso, suponiendo que pudo haber disparos y balas perdidas.

Tras la detención, otro video deja en evidencia las dificultades de un policía para comunicarse con lo que parece ser su propio celular y no un radio oficial. Después, si bien lo ingresan al Palacio para su custodia (sin permitir el acceso a los medios); debemos reconocer que no existe ningún espacio especial para recluir personas detenidas, no que recuerde.

Lamentable, este caso nos muestra que en la sede del ejecutivo no existe ningún tipo de protocolos de seguridad para este tipo de eventos. Si nadie lo informó, es claro que no existe. Tampoco supimos si se usó algún tipo de alerta de resguardo, comunicación o solicitud de apoyo coordinado con otros niveles de gobierno y con los servicios de urgencias. Lo que preocupa es que pueden ocurrir emergencias de tal magnitud sin que exista una adecuada capacidad de reacción o de coordinación inmediata para ofrecer servicios de resguardo, seguridad o servicios prehospitalarios en el primer cuadro de la ciudad. Tal vez algunas vidas pudieron salvarse de haber recibido atención inmediata.

En un segundo acto funesto, el ayuntamiento de Cuernavaca se presentó públicamente con su equipo para “rogar” por la coordinación al gobierno estatal, olvidando por completo los artículos 21 y 115 de la Constitución federal o incluso, lo que se señala en la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública a favor de los municipios. Desconocer sus atribuciones y derechos, implica tomar salidas falsas.

Cuernavaca puede seguir con vacios de poder y autoridad, pero entonces que mire a Sonora donde el gobierno municipal es inexistente en seguridad. Puede seguir capacitando a las personas para autodefenderse y trasladar a los ciudadanos esa responsabilidad, entonces debe mirar en la CdMx lo ocurrido en Plaza Meave y la Plaza de la Computacion donde los comerciantes llegaron a contrataron a sus propios sicarios. Otra opción es ceder al ejercito y la marina el control, total ellos ya saben desde hace mucho que la policía esta rebasada.

También puede optar por luchar directamente contra la delincuencia, entonces hay que pensar que una confrontación de este tipo ha generado fuertes resistencias como ocurrió en su momento en Tlahuac (CdMx) o recientemente en Guanajuato, con el huachicol. Y si acaso cruzara por la cabeza la idea de pactar con la delincuencia, que no olviden las historias de Michoacán.

Ayotzinapa marcó a EPN durante todo su gobierno. Esto ya marcó a los gobiernos locales de Morelos. La eterna primavera debe analizar con seriedad lo que ocurrió en Acapulco, otro paraíso turístico que se transformó por la delincuencia y que ha tenido que dejar paulatinamente los bares y restaurantes por cadenas de tiendas, farmacias, gimnasios, taquerías y… militares.

Hace una semana la inseguridad en Morelos alcanzó un nuevo hito histórico con el asesinato de dos personas en pleno zócalo de Cuernavaca, durante una mañana en la que lideres de comerciantes se reunían con funcionarios del gobierno y otros mantenían bloqueos al exterior.

Más allá del móvil del delito y la trama judicial que seguirá, hay tres aspectos que quedaron registrados en los medios de comunicación y las redes sociales.

Considerando que los hechos ocurrieron a escasos metros de la sede del ejecutivo local y a pocas cuadras de otras oficinas del ejecutivo, así como del poder judicial y legislativo, nunca se observó que los servicios médicos profesionales intervinieran de inmediato, ni implementarse algún resguardo, delimitando profesionalmente perímetros de seguridad. En este sentido, quedaron evidenciadas las capacidades institucionales para reaccionar sin aplicar protocolos de emergencias de seguridad o para atender urgencias médicas.

En las dos conferencias de prensa, funcionarios estatales señalaron (palabras más, palabras menos): “… estoy furioso… no se olvide que detuvimos al Ray… hay un detenido… que era imposible poner a un policía detrás de cada ciudadano… que la estrategia de seguridad va bien…que el municipio es responsable de regular el comercio ambulante… que se necesita al gobierno federal”. Sin embargo, nunca informaron las medidas de seguridad, protocolos o procedimientos implementados o por implementar fuera del enfoque judicial.

Tampoco se ha informado si algun funcionario citó a los periodistas a una reunión especial o privada no para confirmar que el ataque no iba dirigido a los medios, sino para ofrecer apoyo y medidas de protección. Los videos que registraron los hechos muestran caos y desorden de principio a fin. Los policias concentrados en la persecusión, corren sin dar indicaciones para tomar medidas de protección a los ciudadanos o reporteros que iban a su paso, suponiendo que pudo haber disparos y balas perdidas.

Tras la detención, otro video deja en evidencia las dificultades de un policía para comunicarse con lo que parece ser su propio celular y no un radio oficial. Después, si bien lo ingresan al Palacio para su custodia (sin permitir el acceso a los medios); debemos reconocer que no existe ningún espacio especial para recluir personas detenidas, no que recuerde.

Lamentable, este caso nos muestra que en la sede del ejecutivo no existe ningún tipo de protocolos de seguridad para este tipo de eventos. Si nadie lo informó, es claro que no existe. Tampoco supimos si se usó algún tipo de alerta de resguardo, comunicación o solicitud de apoyo coordinado con otros niveles de gobierno y con los servicios de urgencias. Lo que preocupa es que pueden ocurrir emergencias de tal magnitud sin que exista una adecuada capacidad de reacción o de coordinación inmediata para ofrecer servicios de resguardo, seguridad o servicios prehospitalarios en el primer cuadro de la ciudad. Tal vez algunas vidas pudieron salvarse de haber recibido atención inmediata.

En un segundo acto funesto, el ayuntamiento de Cuernavaca se presentó públicamente con su equipo para “rogar” por la coordinación al gobierno estatal, olvidando por completo los artículos 21 y 115 de la Constitución federal o incluso, lo que se señala en la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública a favor de los municipios. Desconocer sus atribuciones y derechos, implica tomar salidas falsas.

Cuernavaca puede seguir con vacios de poder y autoridad, pero entonces que mire a Sonora donde el gobierno municipal es inexistente en seguridad. Puede seguir capacitando a las personas para autodefenderse y trasladar a los ciudadanos esa responsabilidad, entonces debe mirar en la CdMx lo ocurrido en Plaza Meave y la Plaza de la Computacion donde los comerciantes llegaron a contrataron a sus propios sicarios. Otra opción es ceder al ejercito y la marina el control, total ellos ya saben desde hace mucho que la policía esta rebasada.

También puede optar por luchar directamente contra la delincuencia, entonces hay que pensar que una confrontación de este tipo ha generado fuertes resistencias como ocurrió en su momento en Tlahuac (CdMx) o recientemente en Guanajuato, con el huachicol. Y si acaso cruzara por la cabeza la idea de pactar con la delincuencia, que no olviden las historias de Michoacán.

Ayotzinapa marcó a EPN durante todo su gobierno. Esto ya marcó a los gobiernos locales de Morelos. La eterna primavera debe analizar con seriedad lo que ocurrió en Acapulco, otro paraíso turístico que se transformó por la delincuencia y que ha tenido que dejar paulatinamente los bares y restaurantes por cadenas de tiendas, farmacias, gimnasios, taquerías y… militares.

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