/ lunes 2 de mayo de 2022

Relevo y esperanza

Promete el gobernador, Cuauhtémoc Blanco, que este lunes hará los cambios que, primero como rumor y luego en voz del propio mandatario se anunciaron sin mayores especificidades. Fiel a su estilo de generar apenas fragmentos de información, Blanco juega con la idea, hace que se especule, pero sólo brinda un argumento para justificar, los relevos: ”han pasado ya tres años” y al gobernador le parece mucho.

La formación de un gabinete obedece, aún considerando los compromisos de campaña y los de grupos de interés, a un proyecto de gobierno. Ya sea entendido como un enorme paquete de especialistas que trabajan por una causa en común, o como un conjunto de soluciones aisladas a los problemas que quieren resolverse (hay siempre algunos con los que se aprende a vivir), el diseño de los gabinetes, incluida la selección de su personal, obedece a esa idea personal del gobernante sobre lo que piensa hacer en un período de tiempo determinado (que idealmente será el que dure su encargo). Por lo menos eso ocurre en el pensamiento clásico, así que los especialistas en análisis político, suelen poder predecir, con cierto grado de exactitud, quiénes podrían ocupar una dependencia, como titulares o relevistas.

El problema con Blanco no es la falta de experiencia política, sino la notoria ausencia de un proyecto de gobierno. En los casi tres años que ocupó la alcaldía, y los casi cuatro que lleva como titular del Ejecutivo estatal, ha quedado claro que el gobernador está lejísimos de ser un estadista, pero tampoco es como la mayoría de los políticos modernos, un administrador del presente. Lo que ha mostrado la actual administración es ser un ente de Poder que sólo reacciona, a menudo demasiado tarde, a los problemas que se presentan en el estado. Bajo esa perspectiva, el gobernador puede fomentar el rumor de cambios en su gabinete un día para dos semanas después reconocer que los hará, y cuatro días después decir que los resolverá el fin de semana, como torneo de golf.

¿Qué tendría que cambiar en el gobierno estatal? La lista es enorme, la crisis de inseguridad, el proyecto ausente de desarrollo económico, las afrentas casi diarias por adeudos con los maestros de educación pública, la corrupción evidente en muchas áreas del Ejecutivo, la desatención a los proyectos de desarrollo agropecuario, las malas relaciones entre el gobierno estatal y los actores políticos y sociales del estado, el desorden y discrecionalidad en el gasto público, el constante deterioro del medio ambiente, el deterioro de la salud pública y las condiciones de clínicas y hospitales, y mucho más. Ya eso significaría la urgencia de cambios por lo menos en la Comisión Estatal de Seguridad Pública, las secretarías de Desarrollo Económico, Educación, Contraloría, Desarrollo Agropecuario, Gobierno, Hacienda, Desarrollo Sustentable, Salud, la oficina de la gubernatura, el Instituto de la Educación Básica, y los Servicios de Salud Morelos. Difícilmente ocurrirá eso en tanto significaría el reconocimiento del gobernador de que casi nada en su administración ha funcionado.

Pero entre las presiones del gobierno federal, y las fracturas internas en su equipo de trabajo, Cuauhtémoc Blanco debe hacer cambios más allá de lo cosmético. De aquel voto del 50% de los electores morelenses, el respaldo a la figura del gobernador ha caído a niveles que comprometen la legitimidad de sus acciones y la gobernanza de Morelos. La personalidad del gobernador, y la de sus cercanos, ayudan bastante poco a la conciliación con la sociedad y con los actores políticos. Si a ello sumamos los escasos resultados y el crecimiento de los problemas del estado, el resultado es un gobierno que ha prolongado innecesariamente sus múltiples crisis.

Cuauhtémoc Blanco debe saber que los relevos pueden significar la oxigenación de su administración y hasta generar esperanza en los grupos sociales que exigen una mejora sustancial de la gestión gubernamental. Difícilmente reconocerá que el problema es mayor pero puede buscar una solución intermedia que repercuta en relevos en áreas sustantivas que resulten verdaderamente significativos y definan por fin un proyecto real de gobierno. De eso depende su futuro, y el del estado.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Promete el gobernador, Cuauhtémoc Blanco, que este lunes hará los cambios que, primero como rumor y luego en voz del propio mandatario se anunciaron sin mayores especificidades. Fiel a su estilo de generar apenas fragmentos de información, Blanco juega con la idea, hace que se especule, pero sólo brinda un argumento para justificar, los relevos: ”han pasado ya tres años” y al gobernador le parece mucho.

La formación de un gabinete obedece, aún considerando los compromisos de campaña y los de grupos de interés, a un proyecto de gobierno. Ya sea entendido como un enorme paquete de especialistas que trabajan por una causa en común, o como un conjunto de soluciones aisladas a los problemas que quieren resolverse (hay siempre algunos con los que se aprende a vivir), el diseño de los gabinetes, incluida la selección de su personal, obedece a esa idea personal del gobernante sobre lo que piensa hacer en un período de tiempo determinado (que idealmente será el que dure su encargo). Por lo menos eso ocurre en el pensamiento clásico, así que los especialistas en análisis político, suelen poder predecir, con cierto grado de exactitud, quiénes podrían ocupar una dependencia, como titulares o relevistas.

El problema con Blanco no es la falta de experiencia política, sino la notoria ausencia de un proyecto de gobierno. En los casi tres años que ocupó la alcaldía, y los casi cuatro que lleva como titular del Ejecutivo estatal, ha quedado claro que el gobernador está lejísimos de ser un estadista, pero tampoco es como la mayoría de los políticos modernos, un administrador del presente. Lo que ha mostrado la actual administración es ser un ente de Poder que sólo reacciona, a menudo demasiado tarde, a los problemas que se presentan en el estado. Bajo esa perspectiva, el gobernador puede fomentar el rumor de cambios en su gabinete un día para dos semanas después reconocer que los hará, y cuatro días después decir que los resolverá el fin de semana, como torneo de golf.

¿Qué tendría que cambiar en el gobierno estatal? La lista es enorme, la crisis de inseguridad, el proyecto ausente de desarrollo económico, las afrentas casi diarias por adeudos con los maestros de educación pública, la corrupción evidente en muchas áreas del Ejecutivo, la desatención a los proyectos de desarrollo agropecuario, las malas relaciones entre el gobierno estatal y los actores políticos y sociales del estado, el desorden y discrecionalidad en el gasto público, el constante deterioro del medio ambiente, el deterioro de la salud pública y las condiciones de clínicas y hospitales, y mucho más. Ya eso significaría la urgencia de cambios por lo menos en la Comisión Estatal de Seguridad Pública, las secretarías de Desarrollo Económico, Educación, Contraloría, Desarrollo Agropecuario, Gobierno, Hacienda, Desarrollo Sustentable, Salud, la oficina de la gubernatura, el Instituto de la Educación Básica, y los Servicios de Salud Morelos. Difícilmente ocurrirá eso en tanto significaría el reconocimiento del gobernador de que casi nada en su administración ha funcionado.

Pero entre las presiones del gobierno federal, y las fracturas internas en su equipo de trabajo, Cuauhtémoc Blanco debe hacer cambios más allá de lo cosmético. De aquel voto del 50% de los electores morelenses, el respaldo a la figura del gobernador ha caído a niveles que comprometen la legitimidad de sus acciones y la gobernanza de Morelos. La personalidad del gobernador, y la de sus cercanos, ayudan bastante poco a la conciliación con la sociedad y con los actores políticos. Si a ello sumamos los escasos resultados y el crecimiento de los problemas del estado, el resultado es un gobierno que ha prolongado innecesariamente sus múltiples crisis.

Cuauhtémoc Blanco debe saber que los relevos pueden significar la oxigenación de su administración y hasta generar esperanza en los grupos sociales que exigen una mejora sustancial de la gestión gubernamental. Difícilmente reconocerá que el problema es mayor pero puede buscar una solución intermedia que repercuta en relevos en áreas sustantivas que resulten verdaderamente significativos y definan por fin un proyecto real de gobierno. De eso depende su futuro, y el del estado.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx