/ lunes 18 de julio de 2022

Reivindicando a Plutón | Razones no faltan, lo que necesitamos son acciones

Esta semana se volvieron a romper récords de temperatura ambiente en el mundo lo que reaviva, como cada año, la importancia de atender las causas del cambio climático derivado de las actividades humanas, también conocido como calentamiento global antropogénico.

Este concepto comienza a ganar terreno en la opinión pública a partir de los años 80, siendo los climatólogos Syukuro Manabe y James Hansen quienes crearon los primeros modelos para medirlo y predijeron que para estas fechas la temperatura global del planeta habría subido dos grados. Esta predicción fue impactante ya que desde 1780, cuando comienza la quema masiva de combustibles fósiles generada por la Revolución Industrial, hasta ese momento la temperatura media global había subido solamente 0,8 grados.

Las consecuencias de esta predicción debieron de haber sido de enorme preocupación pues sin duda resultarían en más numerosos y devastadores desastres naturales como ciclones, sequías, inundaciones, plagas, pérdida de biodiversidad y elevación del nivel del mar, cuya consecuencia inmediata sería la diáspora masiva a zonas más templadas. Este fenómeno también afectaría la salud de las personas hasta provocar la muerte.

Ahora sabemos que tenían razón. La Organización Mundial de la Salud reporta que entre 1998 y 2017, más de 125 millones de personas hemos estado expuestos al efecto del incremento global de la temperatura con el resultado de más de 166,000 muertes, incluyendo la catástrofe de 2003 cuando más de 70,000 personas murieron solamente en Europa.

Los efectos de las olas de calor se exacerban en las grandes ciudades, sin embargo nadie está exento del impacto de este fenómeno por la sobrecarga en los servicios de salud y la escasez de agua y combustibles que pueden llegar a afectar inclusive el suministro de alimentos.

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En el corto plazo, podemos prevenir el impacto de una ola de calor evitando permanecer en lugares calientes, la exposición excesiva al sol y cuidando nuestra hidratación, pero lo realmente importante sería establecer medidas a largo plazo. Desafortunadamente, revertir el cambio climático es extremadamente difícil pues implica una transición energética ordenada, rápida y contundente.

Vemos con preocupación que algunos gobiernos como los de Estados Unidos con Donald Trump, China y México desoyen la evidencia científica y han optado por diferir e inclusive revertir la transición energética incrementando sus emisiones de gases de efecto invernadero bajo la premisa de la estabilidad económica.

La realidad es que no podrá existir estabilidad económica en un escenario global de migración forzada por el cambio climático. El Banco Mundial predice que, de no hacerse nada, para 2050 más de 216 millones de personas habrán migrado entre regiones o países como consecuencia del cambio climático. En México somos testigo de la intensidad de la migración masiva de centroamericanos y aún en ciudades relativamente ajenas como Cuernavaca se ha vuelto habitual encontrar en las calles familias de haitianos pidiendo dinero para comer.

Aunque existen numerosas personas interesadas que hacen esfuerzos para reducir su dependencia de los combustibles fósiles, el retroceso que involucra incrementar la quema de carbón para la generación de energía eléctrica y la suspensión o inclusive revocación de permisos para la utilización de fuentes renovables de energía resulta de mayor impacto.

Interesantemente, es la industria la que ha entendido mejor el reto y a pesar de las contradictorias directivas de los gobiernos resultó ser la mejor aliada de la transición energética gracias a sus importantes inversiones en generación de energía eléctrica verde o eliminando el uso de la gasolina como combustible para el transporte de personas y mercancías, incluyendo la aviación.

Finalmente, no olvidemos que la pandemia de COVID-19 tiene como su causa última la afectación a la biodiversidad provocada por el cambio climático, por si todavía faltaran razones para retomar y acelerar la transición energética.

Para información adicional de éste y otros temas de interés visiten

Blog: Reivindicando a Plutón

Facebook: BBalderrama


Esta semana se volvieron a romper récords de temperatura ambiente en el mundo lo que reaviva, como cada año, la importancia de atender las causas del cambio climático derivado de las actividades humanas, también conocido como calentamiento global antropogénico.

Este concepto comienza a ganar terreno en la opinión pública a partir de los años 80, siendo los climatólogos Syukuro Manabe y James Hansen quienes crearon los primeros modelos para medirlo y predijeron que para estas fechas la temperatura global del planeta habría subido dos grados. Esta predicción fue impactante ya que desde 1780, cuando comienza la quema masiva de combustibles fósiles generada por la Revolución Industrial, hasta ese momento la temperatura media global había subido solamente 0,8 grados.

Las consecuencias de esta predicción debieron de haber sido de enorme preocupación pues sin duda resultarían en más numerosos y devastadores desastres naturales como ciclones, sequías, inundaciones, plagas, pérdida de biodiversidad y elevación del nivel del mar, cuya consecuencia inmediata sería la diáspora masiva a zonas más templadas. Este fenómeno también afectaría la salud de las personas hasta provocar la muerte.

Ahora sabemos que tenían razón. La Organización Mundial de la Salud reporta que entre 1998 y 2017, más de 125 millones de personas hemos estado expuestos al efecto del incremento global de la temperatura con el resultado de más de 166,000 muertes, incluyendo la catástrofe de 2003 cuando más de 70,000 personas murieron solamente en Europa.

Los efectos de las olas de calor se exacerban en las grandes ciudades, sin embargo nadie está exento del impacto de este fenómeno por la sobrecarga en los servicios de salud y la escasez de agua y combustibles que pueden llegar a afectar inclusive el suministro de alimentos.

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En el corto plazo, podemos prevenir el impacto de una ola de calor evitando permanecer en lugares calientes, la exposición excesiva al sol y cuidando nuestra hidratación, pero lo realmente importante sería establecer medidas a largo plazo. Desafortunadamente, revertir el cambio climático es extremadamente difícil pues implica una transición energética ordenada, rápida y contundente.

Vemos con preocupación que algunos gobiernos como los de Estados Unidos con Donald Trump, China y México desoyen la evidencia científica y han optado por diferir e inclusive revertir la transición energética incrementando sus emisiones de gases de efecto invernadero bajo la premisa de la estabilidad económica.

La realidad es que no podrá existir estabilidad económica en un escenario global de migración forzada por el cambio climático. El Banco Mundial predice que, de no hacerse nada, para 2050 más de 216 millones de personas habrán migrado entre regiones o países como consecuencia del cambio climático. En México somos testigo de la intensidad de la migración masiva de centroamericanos y aún en ciudades relativamente ajenas como Cuernavaca se ha vuelto habitual encontrar en las calles familias de haitianos pidiendo dinero para comer.

Aunque existen numerosas personas interesadas que hacen esfuerzos para reducir su dependencia de los combustibles fósiles, el retroceso que involucra incrementar la quema de carbón para la generación de energía eléctrica y la suspensión o inclusive revocación de permisos para la utilización de fuentes renovables de energía resulta de mayor impacto.

Interesantemente, es la industria la que ha entendido mejor el reto y a pesar de las contradictorias directivas de los gobiernos resultó ser la mejor aliada de la transición energética gracias a sus importantes inversiones en generación de energía eléctrica verde o eliminando el uso de la gasolina como combustible para el transporte de personas y mercancías, incluyendo la aviación.

Finalmente, no olvidemos que la pandemia de COVID-19 tiene como su causa última la afectación a la biodiversidad provocada por el cambio climático, por si todavía faltaran razones para retomar y acelerar la transición energética.

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