Estudiar un posgrado en investigación es demandante en tiempo y esfuerzo. Con la finalidad de proveer las condiciones mínimas indispensables que le permitiera a los estudiantes la dedicación de tiempo completo, desde su fundación en 1970, el Conacyt dedicó un parte importante de sus recursos al otorgamiento de becas de manutención.
A partir de entonces y hasta la fecha, casi medio millón de mujeres y hombres hemos sido beneficiados con una beca para la obtención de especializaciones, maestrías y doctorados. Con contadas excepciones, muy pocos habrían podido lograrlo sin el apoyo, por lo que el programa de becas de posgrado resulta ser, además, un efectivo instrumento de movilidad social.
El programa ha sufrido modificaciones con el tiempo. Uno de estos cambios fue la incorporación de criterios de calidad para la asignación de los apoyos clasificando los posgrados en categorías con base en la calidad de la planta docentes y de la infraestructura con la que contaran, de forma que con toda certeza los estudiantes sabían desde que presentaban su examen de ingreso qué probabilidad tenían de conseguir una beca.
Aunque engorroso para las universidades, este esquema resultó ser transparente, eficiente y efectivo, sobre todos para los estudiantes, que no necesitaban hacer prácticamente ningún trámite individual más allá de su inscripción.
Todo cambió cuando le pusieron la H al Conacyt. Primero, volvieron a centralizar la asignación de becas de posgrado, generando incertidumbre entre los estudiantes que ahora deben realizar un trámite adicional a su inscripción y que ya no cuentan con el respaldo de la universidad para gestiones y aclaraciones.
Por si no fuera suficientemente confuso, este año decidieron, una vez emitida la convocatoria, modificar de manera arbitraria la clasificación de los posgrados. Durante semanas las universidades y los estudiantes hemos vivido en la incertidumbre pues se reclasificó la mitad de los posgrados del país como no elegibles.
Lentamente, conversaciones en lo oscurito han permitido que algunos de estos posgrados sean acreditados de nuevo, sin embargo, todavía a la fecha uno de cada tres posgrados que antes contaba con el apoyo de becas para sus estudiantes, ya no lo tendrá.
La semana pasada un grupo de estudiantes afectados acudió al Conacyt con H para pedir audiencia con su directora general quien, después de haber aceptado, los delegó con una subordinada. En la mesa que se transmitió en vivo se intentó culpar a los posgrados sin un solo argumento aceptable.
Al ver que los estudiantes mantenían el plantón e inclusive en algún momento llegaron a cerrar Avenida Insurgentes en la Ciudad de México, el gobierno de la Ciudad no tuvo ningún empacho en enviarle a los granaderos para dispersarlos.
Aunque han intentado de manera insistente culpar a los coordinadores de posgrado del problema, el verdadero origen yace en la mala administración del Conacyt con H. Durante este sexenio han reducido sistemáticamente las becas que otorgan a estudiantes para transferir el dinero a los investigadores, asumiendo que por su desorganización los estudiantes son el eslabón más débil.
Desafortunadamente, la incertidumbre que ha marcado este sexenio en los temas de ciencia y tecnología finalmente alcanzó a los estudiantes. Miles de ellos tendrán que renunciar a sus legítimas aspiraciones de mejora académica, económica y social que les confiere el estudio. Si de algo les sirve, va mi solidaridad y mi compromiso para que a partir del próximo año comience la reconstrucción.
Mientras tanto, revisen que su credencial del INE esté vigente.
Para información adicional de éste y otros temas de interés visiten
Twitter: @BValderramaB
Facebook: https://www.facebook.com/BValderramaB