/ jueves 29 de julio de 2021

Regreso a clases en medio de un nuevo pico del Covid-19

La pandemia no deja de sorprendernos, cuando creemos que vamos de salida resulta que viene otra oleada y fuerte, de una cepa llamada Delta que es mucho más contagiosa. Tal cual, cada día van aumentando los casos y el semáforo empieza a colorearse en el mapa de la república pasando del verde al amarillo y al naranja como en la CDMX. Afortunadamente y gracias a las vacunas, el índice de mortalidad es menor que en las otras dos oleadas, sin embargo, la población más contagiada hoy en día son los jóvenes, justamente aquel sector en donde no habían llegado las vacunas. Como dato relevante, en el estado de Tabasco se han presentado 98 casos de Covid-19 en recién nacidos, falleciendo dos de ellos.

Me da la impresión que las autoridades detendrán por decreto el semáforo en color naranja, tal como lo han dicho, no piensan regresar al rojo y nuevamente volver a cerrar todo. Su lógica es justamente la disminución de muertos o, dicho de otro modo, la autoridad calcula que la mayoría de los nuevos enfermos (98%) saldrán adelante. Desgraciadamente el 20% con secuelas posteriores.

Por otro lado, se anuncia el regreso a clases presenciales el día 30 de agosto. Si analizamos los tiempos del desarrollo de la enfermedad en particular en Morelos, algunos expertos en el tema afirman que para la segunda quincena de agosto y hacia finales estaremos en el pico de esta tercera oleada de Covid-19. Coincidiendo con la fecha propuesta para el regreso a las aulas.

Sólo se explica esta nueva política de salud –de no regresar a las restricciones totales- como la decisión de dejar en manos de cada persona la total responsabilidad de decidir la manera de cuidarse y evitar el contagio. Si así fuera y el gobierno pretendiera devolver a cada persona la responsabilidad de asumir sus propios riesgos, me parece que la apuesta es demasiado arriesgada, pero también es cierto que es la única manera de construir ciudadanía responsable.

Así en la ciudad de México la jefa de gobierno ha implementado un programa de diez puntos para vivir y convivir con la pandemia sin cerrar la economía. Me queda claro que toma esta decisión en función del avance en el proceso de vacunación. De otra manera no se podría explicar.

El regreso a clases implica acondicionar las escuelas y reparar los daños que han ocasionado los actos vandálicos y robos que han sufrido la mayoría de ellas en este casi año y medio de abandono. Es inconcebible que las autoridades educativas hayan permitido el deterioro de los planteles. Que alguien nos explique: ¿por qué dejaron de darles mantenimiento y literalmente las abandonaron? ¿Por qué las y los directores, maestros y maestras, y padres de familia no formaron grupos de vigilancia y mantenimiento para conservar sus instalaciones y evitar el deterioro de sus escuelas? Imagino que debe de haber excepciones afortunadas en los que se habrán tomado medidas para evitar lo que hoy es una triste realidad en la mayoría de los planteles. Nuestro reconocimiento a esas comunidades educativas.

Si las predicciones son ciertas, estaremos viviendo un pico de contagios y tal vez la saturación de hospitales y centros de salud y simultáneamente preparando el regreso a las aulas de manera presencial.

Veremos que decisiones se toman a nivel federal y en el estado de Morelos, cómo se procesan estas contradicciones entre las políticas de salud y el derecho a la educación.

La sensación que nos queda a una gran parte de la población es que seguimos siendo rehenes de una política de ocurrencias y de bandazos, según el humor de quien las toma.

La pandemia no deja de sorprendernos, cuando creemos que vamos de salida resulta que viene otra oleada y fuerte, de una cepa llamada Delta que es mucho más contagiosa. Tal cual, cada día van aumentando los casos y el semáforo empieza a colorearse en el mapa de la república pasando del verde al amarillo y al naranja como en la CDMX. Afortunadamente y gracias a las vacunas, el índice de mortalidad es menor que en las otras dos oleadas, sin embargo, la población más contagiada hoy en día son los jóvenes, justamente aquel sector en donde no habían llegado las vacunas. Como dato relevante, en el estado de Tabasco se han presentado 98 casos de Covid-19 en recién nacidos, falleciendo dos de ellos.

Me da la impresión que las autoridades detendrán por decreto el semáforo en color naranja, tal como lo han dicho, no piensan regresar al rojo y nuevamente volver a cerrar todo. Su lógica es justamente la disminución de muertos o, dicho de otro modo, la autoridad calcula que la mayoría de los nuevos enfermos (98%) saldrán adelante. Desgraciadamente el 20% con secuelas posteriores.

Por otro lado, se anuncia el regreso a clases presenciales el día 30 de agosto. Si analizamos los tiempos del desarrollo de la enfermedad en particular en Morelos, algunos expertos en el tema afirman que para la segunda quincena de agosto y hacia finales estaremos en el pico de esta tercera oleada de Covid-19. Coincidiendo con la fecha propuesta para el regreso a las aulas.

Sólo se explica esta nueva política de salud –de no regresar a las restricciones totales- como la decisión de dejar en manos de cada persona la total responsabilidad de decidir la manera de cuidarse y evitar el contagio. Si así fuera y el gobierno pretendiera devolver a cada persona la responsabilidad de asumir sus propios riesgos, me parece que la apuesta es demasiado arriesgada, pero también es cierto que es la única manera de construir ciudadanía responsable.

Así en la ciudad de México la jefa de gobierno ha implementado un programa de diez puntos para vivir y convivir con la pandemia sin cerrar la economía. Me queda claro que toma esta decisión en función del avance en el proceso de vacunación. De otra manera no se podría explicar.

El regreso a clases implica acondicionar las escuelas y reparar los daños que han ocasionado los actos vandálicos y robos que han sufrido la mayoría de ellas en este casi año y medio de abandono. Es inconcebible que las autoridades educativas hayan permitido el deterioro de los planteles. Que alguien nos explique: ¿por qué dejaron de darles mantenimiento y literalmente las abandonaron? ¿Por qué las y los directores, maestros y maestras, y padres de familia no formaron grupos de vigilancia y mantenimiento para conservar sus instalaciones y evitar el deterioro de sus escuelas? Imagino que debe de haber excepciones afortunadas en los que se habrán tomado medidas para evitar lo que hoy es una triste realidad en la mayoría de los planteles. Nuestro reconocimiento a esas comunidades educativas.

Si las predicciones son ciertas, estaremos viviendo un pico de contagios y tal vez la saturación de hospitales y centros de salud y simultáneamente preparando el regreso a las aulas de manera presencial.

Veremos que decisiones se toman a nivel federal y en el estado de Morelos, cómo se procesan estas contradicciones entre las políticas de salud y el derecho a la educación.

La sensación que nos queda a una gran parte de la población es que seguimos siendo rehenes de una política de ocurrencias y de bandazos, según el humor de quien las toma.

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