/ martes 10 de mayo de 2022

¿Qué hace la ONU por el mundo?

Esta semana tenía pensado hablar de la gira que ha hecho el presidente López Obrador por Centroamérica y Cuba, sin embargo, decidí posponerlo para poder establecer algunos cuestionamientos que, más bien, tienen que ver con un tema fundamental: los derechos humanos en el mundo.

Para ello, me es inevitable pensar en qué hacen los Organismos Internacionales para cuidar que los derechos humanos se cumplan en el mundo. De hecho, hoy en día existen ciertas situaciones que son de dominio público internacional y que me (nos) hacen reflexionar sobre si estos Organismos realmente hacen algo importante y trascendental por la paz mundial.

Como ejemplo hay que recordar los problemas provocados por la guerra en Ucrania; los atentados contra los derechos humanos en Siria y Yemen desde hace más de 10 años luego del inicio de la Primavera Árabe; los problemas a los que se enfrentan los migrantes en México, Centroamérica, el norte de África, en la Europa del Mediterráneo; o las violaciones a los derechos básicos de las mujeres en Afganistán.

Y justo a este último tema quiero hacer referencia en especial porque el gobierno Talibán ha anunciado que recomienda a las mujeres no salir de su casa ni con la cara destapada porque de no obedecer, podrán ser castigadas por los hombres que se encuentren con ellas, tanto en casa como en la calle.

Lo realmente triste es que pareciera que los 20 años de guerra e invasión por parte de los Estados Unidos y sus aliados no sirvieron para nada y que las cosas vuelven a ser lo mismo que antes de que iniciara el siglo XXI en Afganistán, es más, si de referencias literarias se trata, Khaled Hosseini ha planteado estas problemáticas en diferentes novelas, tales como Cometas en el cielo, Y las montañas hablaron o Mil soles espléndidos, donde refiere, entre la novela, las aberraciones que las mujeres sufren por el solo hecho de serlo.

Pero la pregunta vuelve a la mente al leer los pocos o nulos posicionamientos de los dirigentes internacionales sobre estas problemáticas. El mundo está volcado a la guerra en Ucrania y hace caso omiso a otras problemáticas, no porque no sean importantes sino porque se han vuelto rutinarias, sin embargo, no quisiera decir que es culpa de ellos únicamente, pero también de los medios de comunicación y de la sociedad en general que, seguro estoy, está haciendo lo mismo con la guerra en Ucrania.

Lo que quiero decir es que la costumbre y lo extenso –en el tiempo– de los problemas hace que cada vez se le vaya danto menor cobertura mediática a estas situaciones que no debieran de dejarse al olvido. Como ejemplo de lo que digo ahora, pero en el caso de México, planteo la siguiente pregunta: ¿Quién se acuerda del EZLN? Mis estudiantes de secundaria puede que tengan el pretexto de no saber debido a que nacieron 15 años después y porque están en una etapa formativa, pero ¿y mis estudiantes internacionalistas de nivel superior? ¿Cuál es el pretexto?, el de siempre y el que utilizan los gobernantes, políticos y medios de comunicación. Sin embargo, planteo otra interrogante, ¿Deben hacer lo mismo los Organismos Internacionales? La respuesta es clara: NO.

Sin embargo, parece que las acciones de paz y de promoción de igualdad de derechos en tiempos modernos se limitan a lamentarse en público y a través de las redes sociales puesto que la respuesta más a la vista que ha lanzado la ONU para esta terrible situación en contra de los derechos universales de las mujeres en Afganistán dice solamente, a través de Twitter, que se encuentra alarmado por el pronunciamiento del Talibán y remata escribiendo, literalmente, que “urge al Talibán a mantener sus promesas para las mujeres y niñas afganas”.

Y ¿sabes qué? No es malo el pronunciamiento, lo malo es que está hecho desde la comodidad que brinda despachar desde Nueva York, rodeado de diplomáticos vestidos con trajes caros que comen carne y toman vino bajo el amparo de que no caerá ninguna bomba en su recinto de millones de dólares.

A lo mejor la ONU y sus dirigentes deberían de mudar sus oficinas a Afganistán, Venezuela, Yemen, Somalia, Libia, Argelia, Túnez, Siria, Irak, Sudán o Ucrania, para saber si la gente que vive allí puede leer sus postulados en pro de la paz, pensando que ya con eso sus derechos humanos volverán a respetarse. Hechos, no palabras.

¿Qué opinas?

Twitter: @fabrecam

Esta semana tenía pensado hablar de la gira que ha hecho el presidente López Obrador por Centroamérica y Cuba, sin embargo, decidí posponerlo para poder establecer algunos cuestionamientos que, más bien, tienen que ver con un tema fundamental: los derechos humanos en el mundo.

Para ello, me es inevitable pensar en qué hacen los Organismos Internacionales para cuidar que los derechos humanos se cumplan en el mundo. De hecho, hoy en día existen ciertas situaciones que son de dominio público internacional y que me (nos) hacen reflexionar sobre si estos Organismos realmente hacen algo importante y trascendental por la paz mundial.

Como ejemplo hay que recordar los problemas provocados por la guerra en Ucrania; los atentados contra los derechos humanos en Siria y Yemen desde hace más de 10 años luego del inicio de la Primavera Árabe; los problemas a los que se enfrentan los migrantes en México, Centroamérica, el norte de África, en la Europa del Mediterráneo; o las violaciones a los derechos básicos de las mujeres en Afganistán.

Y justo a este último tema quiero hacer referencia en especial porque el gobierno Talibán ha anunciado que recomienda a las mujeres no salir de su casa ni con la cara destapada porque de no obedecer, podrán ser castigadas por los hombres que se encuentren con ellas, tanto en casa como en la calle.

Lo realmente triste es que pareciera que los 20 años de guerra e invasión por parte de los Estados Unidos y sus aliados no sirvieron para nada y que las cosas vuelven a ser lo mismo que antes de que iniciara el siglo XXI en Afganistán, es más, si de referencias literarias se trata, Khaled Hosseini ha planteado estas problemáticas en diferentes novelas, tales como Cometas en el cielo, Y las montañas hablaron o Mil soles espléndidos, donde refiere, entre la novela, las aberraciones que las mujeres sufren por el solo hecho de serlo.

Pero la pregunta vuelve a la mente al leer los pocos o nulos posicionamientos de los dirigentes internacionales sobre estas problemáticas. El mundo está volcado a la guerra en Ucrania y hace caso omiso a otras problemáticas, no porque no sean importantes sino porque se han vuelto rutinarias, sin embargo, no quisiera decir que es culpa de ellos únicamente, pero también de los medios de comunicación y de la sociedad en general que, seguro estoy, está haciendo lo mismo con la guerra en Ucrania.

Lo que quiero decir es que la costumbre y lo extenso –en el tiempo– de los problemas hace que cada vez se le vaya danto menor cobertura mediática a estas situaciones que no debieran de dejarse al olvido. Como ejemplo de lo que digo ahora, pero en el caso de México, planteo la siguiente pregunta: ¿Quién se acuerda del EZLN? Mis estudiantes de secundaria puede que tengan el pretexto de no saber debido a que nacieron 15 años después y porque están en una etapa formativa, pero ¿y mis estudiantes internacionalistas de nivel superior? ¿Cuál es el pretexto?, el de siempre y el que utilizan los gobernantes, políticos y medios de comunicación. Sin embargo, planteo otra interrogante, ¿Deben hacer lo mismo los Organismos Internacionales? La respuesta es clara: NO.

Sin embargo, parece que las acciones de paz y de promoción de igualdad de derechos en tiempos modernos se limitan a lamentarse en público y a través de las redes sociales puesto que la respuesta más a la vista que ha lanzado la ONU para esta terrible situación en contra de los derechos universales de las mujeres en Afganistán dice solamente, a través de Twitter, que se encuentra alarmado por el pronunciamiento del Talibán y remata escribiendo, literalmente, que “urge al Talibán a mantener sus promesas para las mujeres y niñas afganas”.

Y ¿sabes qué? No es malo el pronunciamiento, lo malo es que está hecho desde la comodidad que brinda despachar desde Nueva York, rodeado de diplomáticos vestidos con trajes caros que comen carne y toman vino bajo el amparo de que no caerá ninguna bomba en su recinto de millones de dólares.

A lo mejor la ONU y sus dirigentes deberían de mudar sus oficinas a Afganistán, Venezuela, Yemen, Somalia, Libia, Argelia, Túnez, Siria, Irak, Sudán o Ucrania, para saber si la gente que vive allí puede leer sus postulados en pro de la paz, pensando que ya con eso sus derechos humanos volverán a respetarse. Hechos, no palabras.

¿Qué opinas?

Twitter: @fabrecam