/ miércoles 15 de julio de 2020

¿Qué aporta el FRENA a la política?

Segunda y última parte

La semana antepasada planteamos este asunto e intentamos poner en claro las características y objetivos de este movimiento, y dejamos abierta la pregunta para provocar la reflexión.

Comencemos por decir que, en términos generales, la política es considerada la ciencia que estudia la forma de alcanzar y ejercer el poder hacia determinados fines comunes. Dentro de una sociedad que acepta la democracia y el Estado de derecho, las formas de alcanzar y ejercer el poder se encuentran regladas e institucionalizadas.

Usando esta elemental definición, nos preguntamos:

¿El FRENA cuestiona la forma como AMLO alcanzó el poder? No, no lo hace. Nunca ha puesto en entredicho los 30 millones de votos que legitiman al Presidente. Al no cuestionar algún tipo de fraude o manipulación electoral que pudiera mejorar las instituciones electorales o de justicia, está aceptando las reglas del juego y sus consecuencias.

¿El FRENA cuestiona el ejercicio del poder? Sí, porque de acuerdo con ellos “se están haciendo mal las cosas y el país va rumbo al socialismo”. Pero esto lo hace con caravanas y movilizaciones, en lugar de utilizar los instrumentos legales para señalar y hasta revertir las decisiones de política pública.

Por último, ¿el FRENA tiene alguna idea sobre qué fines comunes deberíamos buscar? No, incluso han sido muy claros en utilizar su posición e ideología de clase o sector social para exigir una realidad a modo. El asunto es que en México existen muchas realidades, somos una nación multicultural, diversa y con desigualdades. Pero eso no les importa.

El FRENA no es el primer, ni será el último movimiento anti-gobierno. Sin embargo, sus formas e ideología extremas se acercan más a los anarquistas (e incluso guerrilleros, por pensar en magnicidios) que a los pacifistas. Si bien se trata de un movimiento que expresa descontentos legítimos, ha demostrado que es más fácil utilizar el odio para generar “ruido” en la política, que trabajar a base del dialogo y propuestas para generar cambios en la política para que nos beneficien a todos.

Las consignas y argumentos discriminatorios del FRENA deben llamarnos a todos, a rechazarlos categóricamente para que puedan corregir sus prácticas. El FRENA no propone nada en la política, si el planteamiento central es destructivo. Nadie debería alentar ni promover este tipo de expresiones.

El FRENA ha puesto en la mesa la vieja discusión de derecha e izquierda, ricos y pobres, burgueses y proletarios. En el fondo, nos demuestra que no ha desaparecido, sólo ha mutado para cambiar de nombre y forma, pero en el fondo sigue existiendo. Fifís o chairos, conservadores o liberales, como quieran decirlo, pero sigue siendo parte de nuestra realidad.

Si el FRENA quiere trascender sus prácticas y aportar en la política, debe ser capaz de reconocer que los pobres o los beneficiarios de los programas sociales no son los enemigos, que ni siquiera lo son las personas que actualmente detentan el poder. El enemigo que hay que vencer se llama desigualdad, discriminación, violencia y censura.

Si queremos bienestar y progreso para todos, debemos ser empáticos con las múltiples realidades y conocer sus diferencias. Es posible cohesionarnos socialmente, existen prácticas y métodos para lograrlo.


Twitter / Facebook: @CzarArenas

Segunda y última parte

La semana antepasada planteamos este asunto e intentamos poner en claro las características y objetivos de este movimiento, y dejamos abierta la pregunta para provocar la reflexión.

Comencemos por decir que, en términos generales, la política es considerada la ciencia que estudia la forma de alcanzar y ejercer el poder hacia determinados fines comunes. Dentro de una sociedad que acepta la democracia y el Estado de derecho, las formas de alcanzar y ejercer el poder se encuentran regladas e institucionalizadas.

Usando esta elemental definición, nos preguntamos:

¿El FRENA cuestiona la forma como AMLO alcanzó el poder? No, no lo hace. Nunca ha puesto en entredicho los 30 millones de votos que legitiman al Presidente. Al no cuestionar algún tipo de fraude o manipulación electoral que pudiera mejorar las instituciones electorales o de justicia, está aceptando las reglas del juego y sus consecuencias.

¿El FRENA cuestiona el ejercicio del poder? Sí, porque de acuerdo con ellos “se están haciendo mal las cosas y el país va rumbo al socialismo”. Pero esto lo hace con caravanas y movilizaciones, en lugar de utilizar los instrumentos legales para señalar y hasta revertir las decisiones de política pública.

Por último, ¿el FRENA tiene alguna idea sobre qué fines comunes deberíamos buscar? No, incluso han sido muy claros en utilizar su posición e ideología de clase o sector social para exigir una realidad a modo. El asunto es que en México existen muchas realidades, somos una nación multicultural, diversa y con desigualdades. Pero eso no les importa.

El FRENA no es el primer, ni será el último movimiento anti-gobierno. Sin embargo, sus formas e ideología extremas se acercan más a los anarquistas (e incluso guerrilleros, por pensar en magnicidios) que a los pacifistas. Si bien se trata de un movimiento que expresa descontentos legítimos, ha demostrado que es más fácil utilizar el odio para generar “ruido” en la política, que trabajar a base del dialogo y propuestas para generar cambios en la política para que nos beneficien a todos.

Las consignas y argumentos discriminatorios del FRENA deben llamarnos a todos, a rechazarlos categóricamente para que puedan corregir sus prácticas. El FRENA no propone nada en la política, si el planteamiento central es destructivo. Nadie debería alentar ni promover este tipo de expresiones.

El FRENA ha puesto en la mesa la vieja discusión de derecha e izquierda, ricos y pobres, burgueses y proletarios. En el fondo, nos demuestra que no ha desaparecido, sólo ha mutado para cambiar de nombre y forma, pero en el fondo sigue existiendo. Fifís o chairos, conservadores o liberales, como quieran decirlo, pero sigue siendo parte de nuestra realidad.

Si el FRENA quiere trascender sus prácticas y aportar en la política, debe ser capaz de reconocer que los pobres o los beneficiarios de los programas sociales no son los enemigos, que ni siquiera lo son las personas que actualmente detentan el poder. El enemigo que hay que vencer se llama desigualdad, discriminación, violencia y censura.

Si queremos bienestar y progreso para todos, debemos ser empáticos con las múltiples realidades y conocer sus diferencias. Es posible cohesionarnos socialmente, existen prácticas y métodos para lograrlo.


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