/ viernes 9 de agosto de 2019

Pueblos indígenas: inercias y retos en Morelos

Nuestro sol se ocultó, nuestro sol se perdió de vista y en completa oscuridad nos ha dejado. Pero sabremos que otra vez volverá, que otra vez saldrá y nuevamente nos alumbrará.

(Consigna de Anáhuac)

Hoy conmemoramos el día internacional de los pueblos indígenas. Desde las Naciones Unidas en este año se busca sensibilizar al mundo sobre la progresiva desaparición de las lenguas y sus implicaciones para las sociedades, de ahí que hayan dedicado su temática a las lenguas indígenas.

Seguramente en más de un evento público escucharemos famosos clichés como: “tenemos una deuda histórica que saldar”, “sintamos orgullo por nuestra raíz”, “no podemos permitir que la pobreza siga lacerando a nuestros pueblos”, “acabemos con la discriminación hacia nuestras mujeres indígenas”, entre muchos otros. Y seremos partícipes en más de una feria de artesanías con danzas prehispánicas para adornar los eventos institucionales.

No digo que esto esté mal, por el contrario. Para muchos representan valiosas oportunidades para acercarse y aprender de otras realidades. Sin embargo, luego de las conmemoraciones todo se transmuta en desencanto para los pueblos indígenas. Esto pasa porque desafortunadamente muchos funcionarios públicos no están preparados y siguen creyendo que la cuestión indígena es sinónimo de folclor. Mientras esta visión no cambie, seguirá quedando en el olvido la verdadera promoción y defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas que deberían realizar las instituciones.

Desde que el Congreso del Estado aprobó la reforma constitucional para establecer el procedimiento de creación de municipios indígenas, parece no existir una coordinación eficaz entre las autoridades de los distintos niveles y órdenes de gobierno. Incluso, a pesar de la transformación ocurrida a nivel federal ni siquiera por mimetismo las autoridades locales se han replanteado o cuestionado su función institucional, ya sea bajo los criterios federales de la 4T o los cristiano-evangélicos del actual gobierno del estado.

Por tal motivo, siguen siendo los pueblos indígenas quienes se han encargado de impulsar el reconocimiento de sus legítimas necesidades, soportando el lento ritmo de los procesos públicos. Por ejemplo, tuvieron que pasar más de doce meses para que Coatetelco y Xoxocotla obtuvieran el reconocimiento de sus límites territoriales y contarán con su clave geoestadística del INEGI, lo cual les permitió acceder a los recursos públicos. En el caso del municipio de Hueyapan no se ha concretado dicho procedimiento, pero logra recibir recursos del Estado debido a una sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Mientras que Tetelcingo lleva casi dos años peleando con el municipio de Cuautla respecto a su escisión.

La historia nos dice que los cambios a favor de los pueblos indígenas se han alcanzado en función de los resultados generados por sus propias fuerzas. La lucha de la resistencia es lo que les caracteriza.

En todo momento, lo único que han exigido es que las autoridades cumplan con sus responsabilidades. Ellos son capaces de gobernar sus territorios, administrar sus recursos y ejercer su propio sistema normativo. Más aún, debemos reconocer que gracias a los pueblos indígenas existe la unidad e identidad estatal, no la división o segregación como muchos piensan.

Las formas de vida y la cosmovisión de los pueblos indígenas tiene una estrecha relación con sus territorios, no se trata de una cuestión de posesión sino de expresión y reproducción cultural, espiritual y productiva. Motivo por el cual debería ser prioritario coadyuvar de manera respetuosa en la conformación y desarrollo de los municipios indígenas, dejando de ser un observador ajeno del paso tortuoso esperando a que fallen en el camino: la omisión es un reflejo del desconocimiento y desinterés.

Hace varios años, en 2016, cuando se aprobó la Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas señalábamos que era urgente una armonización legislativa en Morelos; más tarde, insistimos de esta labor con las reformas a la constitución y la creación de los primeros municipios indígenas. Existe un enorme vacío normativo que nadie ve, es como se dice en política “hay un elefante en la habitación” al que nadie parece importarle.

Los procedimiento burocráticos han sido una distracción temporal para los pueblos indígenas, pero estoy convencido que cuando todo eso haya concluido seremos testigos de otras formas de expresión de su energía vital y principios éticos.


Twitter / Facebook: @CzarArenas

Nuestro sol se ocultó, nuestro sol se perdió de vista y en completa oscuridad nos ha dejado. Pero sabremos que otra vez volverá, que otra vez saldrá y nuevamente nos alumbrará.

(Consigna de Anáhuac)

Hoy conmemoramos el día internacional de los pueblos indígenas. Desde las Naciones Unidas en este año se busca sensibilizar al mundo sobre la progresiva desaparición de las lenguas y sus implicaciones para las sociedades, de ahí que hayan dedicado su temática a las lenguas indígenas.

Seguramente en más de un evento público escucharemos famosos clichés como: “tenemos una deuda histórica que saldar”, “sintamos orgullo por nuestra raíz”, “no podemos permitir que la pobreza siga lacerando a nuestros pueblos”, “acabemos con la discriminación hacia nuestras mujeres indígenas”, entre muchos otros. Y seremos partícipes en más de una feria de artesanías con danzas prehispánicas para adornar los eventos institucionales.

No digo que esto esté mal, por el contrario. Para muchos representan valiosas oportunidades para acercarse y aprender de otras realidades. Sin embargo, luego de las conmemoraciones todo se transmuta en desencanto para los pueblos indígenas. Esto pasa porque desafortunadamente muchos funcionarios públicos no están preparados y siguen creyendo que la cuestión indígena es sinónimo de folclor. Mientras esta visión no cambie, seguirá quedando en el olvido la verdadera promoción y defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas que deberían realizar las instituciones.

Desde que el Congreso del Estado aprobó la reforma constitucional para establecer el procedimiento de creación de municipios indígenas, parece no existir una coordinación eficaz entre las autoridades de los distintos niveles y órdenes de gobierno. Incluso, a pesar de la transformación ocurrida a nivel federal ni siquiera por mimetismo las autoridades locales se han replanteado o cuestionado su función institucional, ya sea bajo los criterios federales de la 4T o los cristiano-evangélicos del actual gobierno del estado.

Por tal motivo, siguen siendo los pueblos indígenas quienes se han encargado de impulsar el reconocimiento de sus legítimas necesidades, soportando el lento ritmo de los procesos públicos. Por ejemplo, tuvieron que pasar más de doce meses para que Coatetelco y Xoxocotla obtuvieran el reconocimiento de sus límites territoriales y contarán con su clave geoestadística del INEGI, lo cual les permitió acceder a los recursos públicos. En el caso del municipio de Hueyapan no se ha concretado dicho procedimiento, pero logra recibir recursos del Estado debido a una sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Mientras que Tetelcingo lleva casi dos años peleando con el municipio de Cuautla respecto a su escisión.

La historia nos dice que los cambios a favor de los pueblos indígenas se han alcanzado en función de los resultados generados por sus propias fuerzas. La lucha de la resistencia es lo que les caracteriza.

En todo momento, lo único que han exigido es que las autoridades cumplan con sus responsabilidades. Ellos son capaces de gobernar sus territorios, administrar sus recursos y ejercer su propio sistema normativo. Más aún, debemos reconocer que gracias a los pueblos indígenas existe la unidad e identidad estatal, no la división o segregación como muchos piensan.

Las formas de vida y la cosmovisión de los pueblos indígenas tiene una estrecha relación con sus territorios, no se trata de una cuestión de posesión sino de expresión y reproducción cultural, espiritual y productiva. Motivo por el cual debería ser prioritario coadyuvar de manera respetuosa en la conformación y desarrollo de los municipios indígenas, dejando de ser un observador ajeno del paso tortuoso esperando a que fallen en el camino: la omisión es un reflejo del desconocimiento y desinterés.

Hace varios años, en 2016, cuando se aprobó la Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas señalábamos que era urgente una armonización legislativa en Morelos; más tarde, insistimos de esta labor con las reformas a la constitución y la creación de los primeros municipios indígenas. Existe un enorme vacío normativo que nadie ve, es como se dice en política “hay un elefante en la habitación” al que nadie parece importarle.

Los procedimiento burocráticos han sido una distracción temporal para los pueblos indígenas, pero estoy convencido que cuando todo eso haya concluido seremos testigos de otras formas de expresión de su energía vital y principios éticos.


Twitter / Facebook: @CzarArenas

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