/ viernes 13 de agosto de 2021

¿Preocupados por la vida, o somos especistas?

Uno de los primeros animales que yo vi (en vivo) fueron los de Cuernavaca, en el, básicamente, extinto Chapultepec. Recordaremos que hace ya más de un lustro, hubo una cierta propuesta para cerrar los espectáculos de circo que incluían animales, incluso también los mismos zoológicos.

Considero que dichas protestas en general fueron muy genuinas. Pero ¿qué quiere decir “genuino”. Es un adjetivo que esencialmente implica: justificado y real. Más claro no lo es, ¿o sí? Pues, cuando está involucrado el Homo sapiens (HS), es cuestión de enfoques. Y esto no se da porque el HS sea mal sano en esencia, se da porque somos una especie como tal y, por lo tanto, hay dos factores adicionales que influyen en las especies: su variabilidad genética y adaptaciones para adquirir conocimiento (a través de flexibilidad, aclimatación, o aprendizaje).

Esto quiere decir que hay ambigüedad en varios temas, especialmente nuestra forma individual de “ver” la vida. De hecho, tenemos varios principios filosóficos con respecto a este fascinante tema. Por ejemplo, no nos hemos puesto de acuerdo en algo prioritario, especialmente para los biólogos, relacionado con la pregunta: ¿qué es una especie? Existen diferentes razones para dudar al respecto. Una de ellas tiene que ver con cómo se da la evolución: i) principalmente de manera muy lenta y pausada; y. dos, la “rápida”, que implica que sea de manera mucho más veloz, obviamente geológicamente hablando, produciendo “chorros” de especiación, en ciertos grupos en tiempo y espacio particular, como lo representaron las islas de Hawái y Galápagos (p. ej.), respectivamente.

Lo anterior implica -frecuentemente- posiciones y definiciones diametralmente apuestas. Por lo tanto, la pregunta sería ¿qué tanto es tantito? ¿mucho o poquito? La respuesta es: sólo Dios sabe. Depende (p. ej.), del sistema que estemos hablando. Además, depende de a quién se lo estemos preguntando. Eso no quiere decir que no tengamos consenso de la vida los biólogos, tenemos amplio conocimiento de las cosas. Pero, cuando el tema tiene que ver con ciertas decisiones subjetivas del HS, ahí no llegamos necesariamente a acuerdos. Sí, el conocimiento sí ayuda mucho, sin embargo, en algunos casos dependerá de qué tópico estemos discutiendo. Consecuentemente, siempre habrá cierta ambigüedad, principalmente porque la evolución no tiene tiempos ni espacios homogéneos.

En este sentido, tenemos que preguntarnos si realmente estamos preocupados (u ocupados) por la vida -como tal- o por los animales, solamente. Si la respuesta es esa, los animales, entonces sólo debemos decirlo claramente. Eso es todo, y, además, es muy genuino. En este orden de ideas, hay “especistas” quienes están interesados -ya sea en ciertas especies o grupos de especies- u otros sólo en vertebrados, que -por cierto- son el tipo de personas que abundan. Es decir, aquellos animales que “sienten”, que tengan sistema nervioso central. Por otro lado, hay HS que estamos interesados en toda la vida (p. ej.), es más, la estudiamos científicamente, y lo decimos claramente, y también eso es ¡muy genuino!

Es decir, hace algunos años (insisto, alrededor de cinco) la gente que emitía sus puntos de vista con respecto al uso (o no) de ciertos animales en circos, no lo hacía por llevar la contra per se, sino porque realmente creía que era un bien para la sociedad. Lo que sí ha ocurrido, desde ese tiempo, es que muchos animales han muerto por la edad, eso es indiscutible. Pero muchos otros, por diferentes razones, incluyendo el hecho de que no son alimentados por cirqueros (p. ej.) ya, y en muchos casos acaban siendo abandonados por falta de interés comercial. Eso también, es maltrato animal, ¿o no? ¿Eso es lo que queríamos realmente? Algo que hemos aprendido es que, decir no porque no, no siempre es la mejor opción. Deben realmente analizarse a fondo los problemas, no sólo por los que están interesados, si no -también- por los que saben a fondo del tema. En conclusión, debemos participar todos, no asumiendo necesariamente que el pueblo es sabio, por sí mismo.

Sigo pensando que los animales inspiraron en mí algo muy bello, independientemente de que sean mamíferos vertebrados. Estos animalitos fueron muy importantes para mí, tomando en cuenta que soy botánico; lo bueno de todo esto es que “alguien” o “algo” influyó para que me interese trabajar genuinamente en la conservación de toda la VIDA… y para toda la VIDA.

Uno de los primeros animales que yo vi (en vivo) fueron los de Cuernavaca, en el, básicamente, extinto Chapultepec. Recordaremos que hace ya más de un lustro, hubo una cierta propuesta para cerrar los espectáculos de circo que incluían animales, incluso también los mismos zoológicos.

Considero que dichas protestas en general fueron muy genuinas. Pero ¿qué quiere decir “genuino”. Es un adjetivo que esencialmente implica: justificado y real. Más claro no lo es, ¿o sí? Pues, cuando está involucrado el Homo sapiens (HS), es cuestión de enfoques. Y esto no se da porque el HS sea mal sano en esencia, se da porque somos una especie como tal y, por lo tanto, hay dos factores adicionales que influyen en las especies: su variabilidad genética y adaptaciones para adquirir conocimiento (a través de flexibilidad, aclimatación, o aprendizaje).

Esto quiere decir que hay ambigüedad en varios temas, especialmente nuestra forma individual de “ver” la vida. De hecho, tenemos varios principios filosóficos con respecto a este fascinante tema. Por ejemplo, no nos hemos puesto de acuerdo en algo prioritario, especialmente para los biólogos, relacionado con la pregunta: ¿qué es una especie? Existen diferentes razones para dudar al respecto. Una de ellas tiene que ver con cómo se da la evolución: i) principalmente de manera muy lenta y pausada; y. dos, la “rápida”, que implica que sea de manera mucho más veloz, obviamente geológicamente hablando, produciendo “chorros” de especiación, en ciertos grupos en tiempo y espacio particular, como lo representaron las islas de Hawái y Galápagos (p. ej.), respectivamente.

Lo anterior implica -frecuentemente- posiciones y definiciones diametralmente apuestas. Por lo tanto, la pregunta sería ¿qué tanto es tantito? ¿mucho o poquito? La respuesta es: sólo Dios sabe. Depende (p. ej.), del sistema que estemos hablando. Además, depende de a quién se lo estemos preguntando. Eso no quiere decir que no tengamos consenso de la vida los biólogos, tenemos amplio conocimiento de las cosas. Pero, cuando el tema tiene que ver con ciertas decisiones subjetivas del HS, ahí no llegamos necesariamente a acuerdos. Sí, el conocimiento sí ayuda mucho, sin embargo, en algunos casos dependerá de qué tópico estemos discutiendo. Consecuentemente, siempre habrá cierta ambigüedad, principalmente porque la evolución no tiene tiempos ni espacios homogéneos.

En este sentido, tenemos que preguntarnos si realmente estamos preocupados (u ocupados) por la vida -como tal- o por los animales, solamente. Si la respuesta es esa, los animales, entonces sólo debemos decirlo claramente. Eso es todo, y, además, es muy genuino. En este orden de ideas, hay “especistas” quienes están interesados -ya sea en ciertas especies o grupos de especies- u otros sólo en vertebrados, que -por cierto- son el tipo de personas que abundan. Es decir, aquellos animales que “sienten”, que tengan sistema nervioso central. Por otro lado, hay HS que estamos interesados en toda la vida (p. ej.), es más, la estudiamos científicamente, y lo decimos claramente, y también eso es ¡muy genuino!

Es decir, hace algunos años (insisto, alrededor de cinco) la gente que emitía sus puntos de vista con respecto al uso (o no) de ciertos animales en circos, no lo hacía por llevar la contra per se, sino porque realmente creía que era un bien para la sociedad. Lo que sí ha ocurrido, desde ese tiempo, es que muchos animales han muerto por la edad, eso es indiscutible. Pero muchos otros, por diferentes razones, incluyendo el hecho de que no son alimentados por cirqueros (p. ej.) ya, y en muchos casos acaban siendo abandonados por falta de interés comercial. Eso también, es maltrato animal, ¿o no? ¿Eso es lo que queríamos realmente? Algo que hemos aprendido es que, decir no porque no, no siempre es la mejor opción. Deben realmente analizarse a fondo los problemas, no sólo por los que están interesados, si no -también- por los que saben a fondo del tema. En conclusión, debemos participar todos, no asumiendo necesariamente que el pueblo es sabio, por sí mismo.

Sigo pensando que los animales inspiraron en mí algo muy bello, independientemente de que sean mamíferos vertebrados. Estos animalitos fueron muy importantes para mí, tomando en cuenta que soy botánico; lo bueno de todo esto es que “alguien” o “algo” influyó para que me interese trabajar genuinamente en la conservación de toda la VIDA… y para toda la VIDA.