/ martes 21 de mayo de 2019

Predial y ciudadanía

La suma de adeudos por el impuesto predial en Cuernavaca sobrepasa los 933 millones de pesos, cantidad que supera unas ochenta veces el presupuesto de obra pública anual para la capital del estado. Saldar esa enorme deuda podría traducirse en beneficios enormes para una ciudad que requiere mantenimiento y dotación de infraestructura desde hace décadas y que carece de presupuesto y solvencia administrativa para realizarlas.

Si bien el monto que los residentes de Cuernavaca tienen que pagar por la corrupción en el municipio desde hace décadas es altísimo, el asunto se agrava al sumarse la falta de aportaciones de más de 52 mil propietarios de inmuebles en la entidad que, por la razón que sea, deciden no pagar sus contribuciones. Además de la excesiva carga administrativa y el costo de la corrupción que sigue existiendo en el municipio pese a los notorios esfuerzos que se hacen para erradicarla, los contribuyentes reales tienen que cargar con el subsidio directo a esos miles de deudores.

Y aquí tendríamos que considerar dos medidas diversas. Con la primera debe tasarse a cientos de propietarios de escasos recursos cuya situación económica les impide hacer sus pagos porque, aunque no quisiera reconocerse, en Cuernavaca también hay mucha gente pobre. En el caso de estas personas, convendrá establecer un programa de subsidios parciales para regularizar sus predios.

La segunda serviría para los propietarios de cientos de predios residenciales que omiten el pago de impuestos porque no quieren pagar y que, de acuerdo con nuestras fuentes, representan gran parte del monto adeudado. En este caso, el argumento es casi siempre el mismo, se trata de propiedades que se pondrán a la venta en el futuro cercano y no tiene caso hacer los pagos cuando quien las adquiera, aunque se le pueden añadir otras presuntas justificaciones del propietario, algunas atribuyendo su huelga de pagos a malos servicios municipales.

Gran parte del problema de adeudos, es evidente, es la baja calidad de la ciudadanía. Condición que se asocia también con la permisividad, tolerancia y hasta fomento a la corrupción; con la escasa participación ciudadana en tareas de conservación del espacio urbano; y hasta con la capacidad de convivencia pacífica de las sociedades. La omisión por voluntad del pago de contribuciones, es evidencia de un ciudadano nocivo para su comunidad en tanto esa omisión difícilmente será la única que cometa.

Quienes omiten pagar los impuestos de sus propiedades por voluntad propia, tendrían que ser sancionados en tanto tampoco se puede hablar de baja calidad de su ciudadanía atribuible a cuestiones educativas o sociales. El núcleo de quienes poseen grandes propiedades en Cuernavaca ha tenido acceso a escuelas, a servicios públicos, a veces hasta a espacios políticos, y aún así no parecen dispuestos a cumplir las normas elementales de la sociedad que decide financiar autoridades administrativas para protección, dotación de servicios, y fomento de vida comunitaria; la norma inicial de ese financiamiento es el pago de contribuciones.

Las omisiones en predial no incluyen otras frecuentes también, como las del pago de licencias y derechos de construcción, otro rubro constantemente omitido por propietarios que se dedican al mercado inmobiliario. Convendría entonces que el Ayuntamiento, ahora que anda con ganas de recuperar lo perdido, diseñara planes orientados especialmente a ese sector para obligar el pago de contribuciones. Urge en tanto la recuperación de sólo el 50 por ciento del adeudo total podría traducirse en recursos frescos que, manejados honestamente, podrían cambiar mucho la infraestructura de Cuernavaca.

Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La suma de adeudos por el impuesto predial en Cuernavaca sobrepasa los 933 millones de pesos, cantidad que supera unas ochenta veces el presupuesto de obra pública anual para la capital del estado. Saldar esa enorme deuda podría traducirse en beneficios enormes para una ciudad que requiere mantenimiento y dotación de infraestructura desde hace décadas y que carece de presupuesto y solvencia administrativa para realizarlas.

Si bien el monto que los residentes de Cuernavaca tienen que pagar por la corrupción en el municipio desde hace décadas es altísimo, el asunto se agrava al sumarse la falta de aportaciones de más de 52 mil propietarios de inmuebles en la entidad que, por la razón que sea, deciden no pagar sus contribuciones. Además de la excesiva carga administrativa y el costo de la corrupción que sigue existiendo en el municipio pese a los notorios esfuerzos que se hacen para erradicarla, los contribuyentes reales tienen que cargar con el subsidio directo a esos miles de deudores.

Y aquí tendríamos que considerar dos medidas diversas. Con la primera debe tasarse a cientos de propietarios de escasos recursos cuya situación económica les impide hacer sus pagos porque, aunque no quisiera reconocerse, en Cuernavaca también hay mucha gente pobre. En el caso de estas personas, convendrá establecer un programa de subsidios parciales para regularizar sus predios.

La segunda serviría para los propietarios de cientos de predios residenciales que omiten el pago de impuestos porque no quieren pagar y que, de acuerdo con nuestras fuentes, representan gran parte del monto adeudado. En este caso, el argumento es casi siempre el mismo, se trata de propiedades que se pondrán a la venta en el futuro cercano y no tiene caso hacer los pagos cuando quien las adquiera, aunque se le pueden añadir otras presuntas justificaciones del propietario, algunas atribuyendo su huelga de pagos a malos servicios municipales.

Gran parte del problema de adeudos, es evidente, es la baja calidad de la ciudadanía. Condición que se asocia también con la permisividad, tolerancia y hasta fomento a la corrupción; con la escasa participación ciudadana en tareas de conservación del espacio urbano; y hasta con la capacidad de convivencia pacífica de las sociedades. La omisión por voluntad del pago de contribuciones, es evidencia de un ciudadano nocivo para su comunidad en tanto esa omisión difícilmente será la única que cometa.

Quienes omiten pagar los impuestos de sus propiedades por voluntad propia, tendrían que ser sancionados en tanto tampoco se puede hablar de baja calidad de su ciudadanía atribuible a cuestiones educativas o sociales. El núcleo de quienes poseen grandes propiedades en Cuernavaca ha tenido acceso a escuelas, a servicios públicos, a veces hasta a espacios políticos, y aún así no parecen dispuestos a cumplir las normas elementales de la sociedad que decide financiar autoridades administrativas para protección, dotación de servicios, y fomento de vida comunitaria; la norma inicial de ese financiamiento es el pago de contribuciones.

Las omisiones en predial no incluyen otras frecuentes también, como las del pago de licencias y derechos de construcción, otro rubro constantemente omitido por propietarios que se dedican al mercado inmobiliario. Convendría entonces que el Ayuntamiento, ahora que anda con ganas de recuperar lo perdido, diseñara planes orientados especialmente a ese sector para obligar el pago de contribuciones. Urge en tanto la recuperación de sólo el 50 por ciento del adeudo total podría traducirse en recursos frescos que, manejados honestamente, podrían cambiar mucho la infraestructura de Cuernavaca.

Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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