Enclavada en el rumbo de las ferreterías, tlapalerías y peleterías tradicionales de Cuernabaches, esas que están desde hace décadas en la calle Guerrero del Centro, está una de las pozolerías con mejor sabor y más solicitadas que conozco.
Obvio como es, se trata de una pozolería de barrio, de esas en las que no puedes reservar mesa, pero que te dejan sentir en el sabor de ese caldo tan mexicano, todo el sazón de una tradición que lleva años ahí cerquita de la barranca de Amanalco.
En la Angelita el pozole siempre, diario, está en su punto. El grano bien reventado y tierno, pero sin perder la consistencia exacta del buen maíz. El caldo tiene el sabor exacto para recibir un buen chorro de limón sin tener que agregar más sal u otro ingrediente.
Cuando vayas, llega a pedir un aguacate, porque aunque siempre tienen, a veces son muy solicitados. Y no te pierdas unos tacos dorados, de lo que sea, bien preparados con salsa, lechuga, queso, crema y rabanitos; o una tostada, frita directamente en el lugar y que da un crunch como de comercial.
Lo único malo de la Angelita es que tan conocida y exquisita como es, tantito te descuidas o confías, y el pozole vuela y te quedas con el antojo.
Si buscas la Pozolería Angelita en Maps verás la mejor forma de llegar, que abre todos los días a partir de la 1 y yo te digo que si vas más allá de las 4:30, te arriesgas a que se haya acabado. Lo bueno es que tiene teléfono y puedes llamar para apartar.
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