/ miércoles 13 de enero de 2021

Post-pandemia: miedos y escala de valores

Ante el avance de la pandemia, en muchos países del mundo observamos más casos de contagio y muerte, por eso quiero retomar lo que comenté la semana pasada sobre el miedo y la responsabilidad de enfrentarlo.

En los últimos días me he cuestionado ¿de que sirve a la humanidad que las personas se aterren y se confinen dentro de las cuatro paredes de su casa, si no están luchando también por vencer sus verdaderos miedos? Nuestro instinto de sobrevivencia hace que tengamos mayor ansiedad y mantengamos en alerta nuestros sentidos, pero también deberíamos aprovechar la oportunidad para alcanzar y recuperar otra escala de valores necesaria para la humanidad.

Por ejemplo, nos aterra ver que la gente se congrega en la calle y que pueda contagiarnos, nos aterran las reuniones con amigos y familiares; y por supuesto, nos aterra conocer que muerte de gente en los hospitales (incuso por alguna negligencias de los servicios públicos), pero ¿aprovechamos esto para vencer nuestros miedos internos, es decir, para vencer la inseguridad, la apatía y el desinterés por lo que le pasa a los otros?.

El covid-19 tiene aterradas a muchas personas que temen a la muerte, a la muerte biológica-física, y entonces hacen o se dejan llevar por lo que otros dicen que se tiene que hacer, y en lugar de enfrentar el miedo interno prefieren esconderse y ahogarse en sus miedos externos.

Si enfrentamos a nuestra propia muerte, si la imaginamos clara y fehacientemente, y en nuestro resultado encontramos que aún existen muchas cosas por las cuales debemos vivir, entonces habremos ganado un paso. Y solo un paso, porque no se trata de pensar que nuestra vida es sublime e importante por sí misma, ya que seríamos demasiado ególatras.

La pandemia debería ayudarnos a aumentar nuestra fuerza de voluntad para conocernos a nosotros mismos y enfrentar a la muerte, es decir, analizar si nuestras vidas han sido memorables y enriquecedoras para nosotros e incluso para los que han sido parte de ella durante nuestro camino, o más importante, si nuestra simple presencia física podrá trascender en el tiempo.

Vencer nuestros miedos nos debe llenar de seguridad y empatía por los demás, por la vida y por todo lo que existe en el mundo. Nos debería permitir ver con ojos solidarios y nos debería indignar por cualquier cosa que atente contra la vida, la seguridad, la libertad o la justicia.

Pero, como tenemos miedo a la muerte no nos importa la vida en el mundo sino la nuestra sin importar realmente la forma como la estemos viviendo (muchas veces somos nosotros mismos quienes la estamos matando); como tenemos miedo a la libertad, no nos preocupa que otros piensen y decidan por nosotros; como tenemos miedo a la seguridad, sentimos que no somos capaces de hacer nada por nosotros mismos y nos conformamos con lo que otros hacen; y como tenemos miedo a la justicia, no nos indigna lo que les pase a los demás.

Parafraseando [un poco] a Gino Germani, retomo lo que él decía: “la visión pesimista y la disposición a abandonar toda acción sobre el terreno social para refugiarse en soluciones puramente individuales, es una actitud peculiar de una sociedad en decadencia”.

Twitter/Facebook: @CzarArenas

Ante el avance de la pandemia, en muchos países del mundo observamos más casos de contagio y muerte, por eso quiero retomar lo que comenté la semana pasada sobre el miedo y la responsabilidad de enfrentarlo.

En los últimos días me he cuestionado ¿de que sirve a la humanidad que las personas se aterren y se confinen dentro de las cuatro paredes de su casa, si no están luchando también por vencer sus verdaderos miedos? Nuestro instinto de sobrevivencia hace que tengamos mayor ansiedad y mantengamos en alerta nuestros sentidos, pero también deberíamos aprovechar la oportunidad para alcanzar y recuperar otra escala de valores necesaria para la humanidad.

Por ejemplo, nos aterra ver que la gente se congrega en la calle y que pueda contagiarnos, nos aterran las reuniones con amigos y familiares; y por supuesto, nos aterra conocer que muerte de gente en los hospitales (incuso por alguna negligencias de los servicios públicos), pero ¿aprovechamos esto para vencer nuestros miedos internos, es decir, para vencer la inseguridad, la apatía y el desinterés por lo que le pasa a los otros?.

El covid-19 tiene aterradas a muchas personas que temen a la muerte, a la muerte biológica-física, y entonces hacen o se dejan llevar por lo que otros dicen que se tiene que hacer, y en lugar de enfrentar el miedo interno prefieren esconderse y ahogarse en sus miedos externos.

Si enfrentamos a nuestra propia muerte, si la imaginamos clara y fehacientemente, y en nuestro resultado encontramos que aún existen muchas cosas por las cuales debemos vivir, entonces habremos ganado un paso. Y solo un paso, porque no se trata de pensar que nuestra vida es sublime e importante por sí misma, ya que seríamos demasiado ególatras.

La pandemia debería ayudarnos a aumentar nuestra fuerza de voluntad para conocernos a nosotros mismos y enfrentar a la muerte, es decir, analizar si nuestras vidas han sido memorables y enriquecedoras para nosotros e incluso para los que han sido parte de ella durante nuestro camino, o más importante, si nuestra simple presencia física podrá trascender en el tiempo.

Vencer nuestros miedos nos debe llenar de seguridad y empatía por los demás, por la vida y por todo lo que existe en el mundo. Nos debería permitir ver con ojos solidarios y nos debería indignar por cualquier cosa que atente contra la vida, la seguridad, la libertad o la justicia.

Pero, como tenemos miedo a la muerte no nos importa la vida en el mundo sino la nuestra sin importar realmente la forma como la estemos viviendo (muchas veces somos nosotros mismos quienes la estamos matando); como tenemos miedo a la libertad, no nos preocupa que otros piensen y decidan por nosotros; como tenemos miedo a la seguridad, sentimos que no somos capaces de hacer nada por nosotros mismos y nos conformamos con lo que otros hacen; y como tenemos miedo a la justicia, no nos indigna lo que les pase a los demás.

Parafraseando [un poco] a Gino Germani, retomo lo que él decía: “la visión pesimista y la disposición a abandonar toda acción sobre el terreno social para refugiarse en soluciones puramente individuales, es una actitud peculiar de una sociedad en decadencia”.

Twitter/Facebook: @CzarArenas