/ jueves 8 de julio de 2021

¿Por qué tantas inundaciones?, ¿En verdad hay más lluvia?

Es común que veamos en los medios de comunicación la gran cantidad de inundaciones qué hay en diferentes rincones del planeta, no sólo es en México. Lo que a menudo suele comentarse, es que es consecuencia del famoso y “multimencionado” cambio climático (CC). Y uno podría caer fácilmente en esa “trampa”, si no analiza diferentes hipótesis, y que el CC es solamente una posible causa. O sea, una posible razón es que ha caído mucha lluvia, en poco tiempo; por supuesto ésa es una opción ¿pero en todas las localidades del país? No, básicamente ha llovido lo mismo, y en la misma frecuencia. De hecho, si uno checa datos del sistema meteorológico nacional esta diferencia realmente no es perceptible; por ejemplo, en la selva baja caducifolia (SBC) llueve alrededor 1200 mm al año (en promedio), y este año sólo se ha incrementado 8 mm. Si estas lluvias son atípicas, entonces mejor preparémonos, esto será muy común.

La deforestación es uno de los principales trastornos que desde hace muchas décadas ha afectado a la biodiversidad de nuestro planeta ¿Y qué relación tiene esto con las inundaciones? Pues la deforestación, como resultado de la falta de vegetación, causa que no se capte agua (o reduzca su capacidad de infiltración a los mantos freáticos); como consecuencia, cada año las inundaciones son evidentes en “poco” tiempo. Además, origina deslaves, socavones y hoyancos, procesos que pululan con mayor frecuencia en diferentes puntos del mundo. Por ejemplo, en Cuernavaca esto lo vemos, cada vez más, con las “aguas choco latosas” que corren a gran velocidad por las diferentes calles de la ciudad en cuanto empieza a llover.

Asimismo, estamos empecinados en ocupar cada mt2 que esté disponible, particularmente en regiones urbanas, utilizando los últimos huecos “libres”; y, por lo tanto, eliminando menos espacios disponibles para el desfogue del agua. Cada día es más evidente que el cemento transforma el suelo (permeable) del pasado, y ahora sólo corre agua muy rápido, causando las terribles inundaciones, originado más tragedias en hospitales, casas llenas de agua y árboles caídos, por ejemplo. Por lo tanto, se nos ha olvidado que ¡la gravedad existe en el universo! ni modo, ¿Qué le vamos a hacer?, es una consecuencia normal de la física. El agua busca su nivel; nada más que por tratarse de algo científico no es prioridad en México, al menos no en el presente sexenio.

También es evidente que los seres humanos usamos formas de preservar las imágenes, especialmente a través de la captura de videos, usando teléfonos celulares. A menudo conocemos -en poco segundos- una imagen “interesante”; esto ocurre con los eventos captados de inundaciones de todo el mundo, particularmente en México. Indudablemente, por eso, tenemos más presente este tipo de escenas.

Aunado a lo anterior, existe la gran y voluminosa basura. Este hecho le da al traste a todo, hasta el “apapachamiento” de que el pueblo -per se- es sabio. No sé si existe esta utopía, lo que sí sé es que al pueblo se le estimula a que comparta responsabilidades, no sólo llamarlo sabio solamente, cuando incurre en acciones deleznable como tirar basura en la calle. Es por ello por lo que se taponean las malhechas y numerosas alcantarillas. Eso también origina grandes inundaciones, pero no queremos trabajar en eso; eso no es rentable, no es jugoso electoralmente hablando (supuestamente). Pero, además, mucha gente muere cada día por estas y otras malas decisiones: ¿Esto no importa? ¿De veras?

No se trata de ser pesimista ante tales hechos, más bien somos realistas ante sucesos tan evidentes, que desafortunadamente cada vez son más comunes. Como lo van a ser las pandemias (p. ej.), ya que la ciencia indica que las posibilidades de que ocurran este tipo de zoonosis son mayores. El problema es “sencillo”: ¡ya somos muchos! Ya pasamos -desde hace muchísimo tiempo- la capacidad de carga de Homo sapiens en el planeta.

Lo que debemos hacer es una restauración a fondo, no sólo de la biodiversidad, sino de las políticas públicas que deben considerar la topografía y la fuerza de gravedad para el desarrollo urbano; esto no es un lujo, es una necesidad.

Es común que veamos en los medios de comunicación la gran cantidad de inundaciones qué hay en diferentes rincones del planeta, no sólo es en México. Lo que a menudo suele comentarse, es que es consecuencia del famoso y “multimencionado” cambio climático (CC). Y uno podría caer fácilmente en esa “trampa”, si no analiza diferentes hipótesis, y que el CC es solamente una posible causa. O sea, una posible razón es que ha caído mucha lluvia, en poco tiempo; por supuesto ésa es una opción ¿pero en todas las localidades del país? No, básicamente ha llovido lo mismo, y en la misma frecuencia. De hecho, si uno checa datos del sistema meteorológico nacional esta diferencia realmente no es perceptible; por ejemplo, en la selva baja caducifolia (SBC) llueve alrededor 1200 mm al año (en promedio), y este año sólo se ha incrementado 8 mm. Si estas lluvias son atípicas, entonces mejor preparémonos, esto será muy común.

La deforestación es uno de los principales trastornos que desde hace muchas décadas ha afectado a la biodiversidad de nuestro planeta ¿Y qué relación tiene esto con las inundaciones? Pues la deforestación, como resultado de la falta de vegetación, causa que no se capte agua (o reduzca su capacidad de infiltración a los mantos freáticos); como consecuencia, cada año las inundaciones son evidentes en “poco” tiempo. Además, origina deslaves, socavones y hoyancos, procesos que pululan con mayor frecuencia en diferentes puntos del mundo. Por ejemplo, en Cuernavaca esto lo vemos, cada vez más, con las “aguas choco latosas” que corren a gran velocidad por las diferentes calles de la ciudad en cuanto empieza a llover.

Asimismo, estamos empecinados en ocupar cada mt2 que esté disponible, particularmente en regiones urbanas, utilizando los últimos huecos “libres”; y, por lo tanto, eliminando menos espacios disponibles para el desfogue del agua. Cada día es más evidente que el cemento transforma el suelo (permeable) del pasado, y ahora sólo corre agua muy rápido, causando las terribles inundaciones, originado más tragedias en hospitales, casas llenas de agua y árboles caídos, por ejemplo. Por lo tanto, se nos ha olvidado que ¡la gravedad existe en el universo! ni modo, ¿Qué le vamos a hacer?, es una consecuencia normal de la física. El agua busca su nivel; nada más que por tratarse de algo científico no es prioridad en México, al menos no en el presente sexenio.

También es evidente que los seres humanos usamos formas de preservar las imágenes, especialmente a través de la captura de videos, usando teléfonos celulares. A menudo conocemos -en poco segundos- una imagen “interesante”; esto ocurre con los eventos captados de inundaciones de todo el mundo, particularmente en México. Indudablemente, por eso, tenemos más presente este tipo de escenas.

Aunado a lo anterior, existe la gran y voluminosa basura. Este hecho le da al traste a todo, hasta el “apapachamiento” de que el pueblo -per se- es sabio. No sé si existe esta utopía, lo que sí sé es que al pueblo se le estimula a que comparta responsabilidades, no sólo llamarlo sabio solamente, cuando incurre en acciones deleznable como tirar basura en la calle. Es por ello por lo que se taponean las malhechas y numerosas alcantarillas. Eso también origina grandes inundaciones, pero no queremos trabajar en eso; eso no es rentable, no es jugoso electoralmente hablando (supuestamente). Pero, además, mucha gente muere cada día por estas y otras malas decisiones: ¿Esto no importa? ¿De veras?

No se trata de ser pesimista ante tales hechos, más bien somos realistas ante sucesos tan evidentes, que desafortunadamente cada vez son más comunes. Como lo van a ser las pandemias (p. ej.), ya que la ciencia indica que las posibilidades de que ocurran este tipo de zoonosis son mayores. El problema es “sencillo”: ¡ya somos muchos! Ya pasamos -desde hace muchísimo tiempo- la capacidad de carga de Homo sapiens en el planeta.

Lo que debemos hacer es una restauración a fondo, no sólo de la biodiversidad, sino de las políticas públicas que deben considerar la topografía y la fuerza de gravedad para el desarrollo urbano; esto no es un lujo, es una necesidad.