/ martes 23 de febrero de 2021

Políticos y vacunas

Hay los que hacen política todo el tiempo, a eso se dedican y les resulta inevitable tratar de obtener beneficios electorales o de poder en cada uno de sus actos. Cuando esta tendencia se acompaña con talento y buen juicio, el resultado suele ser enriquecedor para sus comunidades. Pero eso ocurre sólo en contadas ocasiones, la mayor parte del tiempo, los políticos sustituyen el talento con frases vulgares que simulan sabiduría y el buen juicio con una tremenda ambición, y vicios así suelen incendiar pueblos.

Cuando a esos sujetos se les quita el protagonismo al que están acostumbrados se lo fabrican a través de dispositivos simbólicos que construyen imágenes personales de aparente generosidad, paternalismo y dominio hasta de los elementos. Así, no es extraño que algunos se trepen al proceso de vacunación al que está obligado por ley el gobierno federal y que debiera cimentarse en la institucionalidad más que en los anhelos de propaganda de decenas de personajes que se trepan al tren de la vacunación como si fuera una dádiva personal, como si supieran de lo que están hablando, como si fueran los dueños de una realidad cuya complejidad biológica, operativa y logística que no alcanzan siquiera a entender.

La movilización de cientos de adultos mayores en Puente de Ixtla para vacunarse muchas horas antes de lo operativamente posible ocurrió por un llamado del alcalde, Mario Ocampo. A decir de la Secretaría de Bienestar, el edil no tenía la información de que las vacunas llegarían el martes por la tarde a la zona militar, de donde se destinarían a los seis puestos de vacunación previstos en el municipio. Así que el alcalde convocó a los adultos mayores del municipio 24 horas antes de lo que era materialmente posible suministrar las vacunas y con ello generó confusión, molestia, y hasta riesgo a quienes pretendía beneficiar.

El delegado de Bienestar, Raúl Anaya, acusó a los políticos de quererse subir a este tipo de actos y llamó a que por lo menos, antes de emitir convocatorias se confirmen hora, día y lugares donde se aplicarían las vacunas para no generar confusión a la ciudadanía. En otra época, el desliz del alcalde habría pasado como una tontería sin mayor repercusión, pero en las condiciones sanitarias y las de incertidumbre y molestia popular que ha generado la pandemia, se convierte en un asunto grave del que mucho se tendría que aprender.

Porque seguramente los alcaldes de otros municipios serán mucho más cautos al anunciar la llegada de la vacunación a sus terruños, especialmente cuando, hay que reconocerlo, ha sido un proceso menos ordenado de lo que se habría pensado. No es un asunto sencillo porque para la campaña de vacunación es indispensable, primero, que haya vacunas, luego que lleguen a los centros de distribución, después que se transporten a los puestos de vacunación donde deberá haber gente que las aplique, otros que organicen y estén al pendiente de los asistentes, es decir, se trata de un proceso que requiere el concurso de miles de personas.

Si la falla de Ocampo le costará es una cuestión de los electores, pero pasa a segundo término frente al efecto que el desorden puede tener en quienes no deberían padecer para vacunarse.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Hay los que hacen política todo el tiempo, a eso se dedican y les resulta inevitable tratar de obtener beneficios electorales o de poder en cada uno de sus actos. Cuando esta tendencia se acompaña con talento y buen juicio, el resultado suele ser enriquecedor para sus comunidades. Pero eso ocurre sólo en contadas ocasiones, la mayor parte del tiempo, los políticos sustituyen el talento con frases vulgares que simulan sabiduría y el buen juicio con una tremenda ambición, y vicios así suelen incendiar pueblos.

Cuando a esos sujetos se les quita el protagonismo al que están acostumbrados se lo fabrican a través de dispositivos simbólicos que construyen imágenes personales de aparente generosidad, paternalismo y dominio hasta de los elementos. Así, no es extraño que algunos se trepen al proceso de vacunación al que está obligado por ley el gobierno federal y que debiera cimentarse en la institucionalidad más que en los anhelos de propaganda de decenas de personajes que se trepan al tren de la vacunación como si fuera una dádiva personal, como si supieran de lo que están hablando, como si fueran los dueños de una realidad cuya complejidad biológica, operativa y logística que no alcanzan siquiera a entender.

La movilización de cientos de adultos mayores en Puente de Ixtla para vacunarse muchas horas antes de lo operativamente posible ocurrió por un llamado del alcalde, Mario Ocampo. A decir de la Secretaría de Bienestar, el edil no tenía la información de que las vacunas llegarían el martes por la tarde a la zona militar, de donde se destinarían a los seis puestos de vacunación previstos en el municipio. Así que el alcalde convocó a los adultos mayores del municipio 24 horas antes de lo que era materialmente posible suministrar las vacunas y con ello generó confusión, molestia, y hasta riesgo a quienes pretendía beneficiar.

El delegado de Bienestar, Raúl Anaya, acusó a los políticos de quererse subir a este tipo de actos y llamó a que por lo menos, antes de emitir convocatorias se confirmen hora, día y lugares donde se aplicarían las vacunas para no generar confusión a la ciudadanía. En otra época, el desliz del alcalde habría pasado como una tontería sin mayor repercusión, pero en las condiciones sanitarias y las de incertidumbre y molestia popular que ha generado la pandemia, se convierte en un asunto grave del que mucho se tendría que aprender.

Porque seguramente los alcaldes de otros municipios serán mucho más cautos al anunciar la llegada de la vacunación a sus terruños, especialmente cuando, hay que reconocerlo, ha sido un proceso menos ordenado de lo que se habría pensado. No es un asunto sencillo porque para la campaña de vacunación es indispensable, primero, que haya vacunas, luego que lleguen a los centros de distribución, después que se transporten a los puestos de vacunación donde deberá haber gente que las aplique, otros que organicen y estén al pendiente de los asistentes, es decir, se trata de un proceso que requiere el concurso de miles de personas.

Si la falla de Ocampo le costará es una cuestión de los electores, pero pasa a segundo término frente al efecto que el desorden puede tener en quienes no deberían padecer para vacunarse.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx