/ martes 12 de julio de 2022

Siempre los de siempre

¿Qué pensarías de una nación que ha sido gobernada por la misma persona por más de 50 años? ¿Qué opinarías de un gobierno en el que algunos de sus más recientes mandatarios han tenido que dimitir debido a la crisis política provocada por sus decisiones políticas o las de sus partidos? ¿Aceptarías colaborar o participar de un gobierno con estas características?

Pero si además te dijera que esa nación ha sido la causante y partícipe activa de innumerables guerras, conflictos y horrores a nivel mundial en los últimos 300 años, ¿sancionarías a ese gobierno? Y no me quiero quedar corto, pero esa nación también ha provocado múltiples atentados contra otros gobiernos y sus poblaciones en pro de la pacificación mundial.

Es más, en los últimos 25 años su gobierno ha cambiado de dirigente cinco veces, sin contar que el actual ha demitido recientemente y apenas terminará este mes gobernando esa nación. De hecho, uno de ellos estuvo en el poder durante 10 años mientras que el que le siguió apenas lo hizo tres años. El siguiente en la lista gobernó seis años, luego otro tres y este último, otros 3 años.

Con estos datos cualquiera podría pensar que se merece lo peor, que viven una inestabilidad política gravísima y que eso podría acarrear un problema tan grave que se acabaría con el equilibrio local, regional y global.

Entonces, si fuera el caso de una nación del sur global ya hubiésemos dado por hecho una invasión por parte de la ONU o de los países del G-7, incluso del G-20, es más, nuestro mundo occidental estuviera dando una cobertura mediática importante para terminar con este terrible gobierno que amenaza la paz y la seguridad internacional, no solo por provocar una posibilidad de crisis de seguridad, sino económica y política.

Pues resulta que esa nación tiene, por otra parte, uno de los mejores índices de desarrollo humano a nivel global. También representa, a pesar de los datos señalados con anterioridad, un estado con una estabilidad envidiable; de hecho, esta nación se ha dado el gusto de elegir no tener la misma moneda que la mayoría de sus vecinos y de, incluso, haber pedido su desanexión sin que nadie le dijera que no de una integración económica a la que ya no ve viable.

Claro, para este momento, probablemente ya se sabrá que todos estos datos corresponden al Reino Unido, un Estado que históricamente ha pertenecido a la élite mundial y que tuvo bajo su dominio a gran parte del mundo, situación que le ha traído prosperidad, tanto económica como política, tanto para sostenerse como una de las cinco naciones más poderosas a nivel global. Y no es que solo sea un poderío político, sino que las consecuencias del establecimiento del poder le han permitido desarrollo económico.

Sin embargo, el que el Primer Ministro, Boris Johnson, haya dimitido al poder la semana pasada no significa que el Reino Unido pierda posiciones y poderío global, pues le ha sucedido con Gordon Brown en el pasado cercano y con los periodos de David Cameron o Theresa May y, aun así, se sigue hablando de un gobierno sólido y estable que continúa representando un punto de quiebre para el orden internacional, pues, además de gran proveedor para la Mancomunidad de Naciones –la cual gobierna–, también funge como uno de los principales receptores de migración provenientes de todos los continentes, sobre todo de naciones que fueron colonizadas por ellos.

Es así que, por más que se hable de que un nuevo Primer Ministro haya salido del gobierno de este país, la economía y las decisiones políticas no cambiarán en un gobierno que, aunque cambie de cabeza, seguirá funcionando de acuerdo al “establishment”, siendo esta una posición completamente vivida a otras naciones a donde sus gobernantes también renuncian.

Ahora, hablando de este tema y de una nación que fue dominada por el gobierno británico y que sí vive una crisis económica, política y social es Sri Lanka. Lo más triste ha sido ver en las noticias como la sociedad ha invadido la residencia del Primer Ministro demostrando la fragilidad política que se supone ha copiado, a su nivel, del modelo británico.

Es por todo ello que la reflexión de esta semana no tiene que ver solamente con las afectaciones de una decisión como la de Boris Johnson, sino de cómo cuando pasa lo mismo en otros países sí suceden crisis que terminan hundiendo más a esas naciones. El caso de Sri Lanka, es un ejemplo de ello. Pareciera que las decisiones tomadas en el pasado solo fueron benéficas para ellos y no para los Estados que fueron invadidos en supuesto beneficio de su bienestar futuro.

Twitter: @fabrecam

¿Qué pensarías de una nación que ha sido gobernada por la misma persona por más de 50 años? ¿Qué opinarías de un gobierno en el que algunos de sus más recientes mandatarios han tenido que dimitir debido a la crisis política provocada por sus decisiones políticas o las de sus partidos? ¿Aceptarías colaborar o participar de un gobierno con estas características?

Pero si además te dijera que esa nación ha sido la causante y partícipe activa de innumerables guerras, conflictos y horrores a nivel mundial en los últimos 300 años, ¿sancionarías a ese gobierno? Y no me quiero quedar corto, pero esa nación también ha provocado múltiples atentados contra otros gobiernos y sus poblaciones en pro de la pacificación mundial.

Es más, en los últimos 25 años su gobierno ha cambiado de dirigente cinco veces, sin contar que el actual ha demitido recientemente y apenas terminará este mes gobernando esa nación. De hecho, uno de ellos estuvo en el poder durante 10 años mientras que el que le siguió apenas lo hizo tres años. El siguiente en la lista gobernó seis años, luego otro tres y este último, otros 3 años.

Con estos datos cualquiera podría pensar que se merece lo peor, que viven una inestabilidad política gravísima y que eso podría acarrear un problema tan grave que se acabaría con el equilibrio local, regional y global.

Entonces, si fuera el caso de una nación del sur global ya hubiésemos dado por hecho una invasión por parte de la ONU o de los países del G-7, incluso del G-20, es más, nuestro mundo occidental estuviera dando una cobertura mediática importante para terminar con este terrible gobierno que amenaza la paz y la seguridad internacional, no solo por provocar una posibilidad de crisis de seguridad, sino económica y política.

Pues resulta que esa nación tiene, por otra parte, uno de los mejores índices de desarrollo humano a nivel global. También representa, a pesar de los datos señalados con anterioridad, un estado con una estabilidad envidiable; de hecho, esta nación se ha dado el gusto de elegir no tener la misma moneda que la mayoría de sus vecinos y de, incluso, haber pedido su desanexión sin que nadie le dijera que no de una integración económica a la que ya no ve viable.

Claro, para este momento, probablemente ya se sabrá que todos estos datos corresponden al Reino Unido, un Estado que históricamente ha pertenecido a la élite mundial y que tuvo bajo su dominio a gran parte del mundo, situación que le ha traído prosperidad, tanto económica como política, tanto para sostenerse como una de las cinco naciones más poderosas a nivel global. Y no es que solo sea un poderío político, sino que las consecuencias del establecimiento del poder le han permitido desarrollo económico.

Sin embargo, el que el Primer Ministro, Boris Johnson, haya dimitido al poder la semana pasada no significa que el Reino Unido pierda posiciones y poderío global, pues le ha sucedido con Gordon Brown en el pasado cercano y con los periodos de David Cameron o Theresa May y, aun así, se sigue hablando de un gobierno sólido y estable que continúa representando un punto de quiebre para el orden internacional, pues, además de gran proveedor para la Mancomunidad de Naciones –la cual gobierna–, también funge como uno de los principales receptores de migración provenientes de todos los continentes, sobre todo de naciones que fueron colonizadas por ellos.

Es así que, por más que se hable de que un nuevo Primer Ministro haya salido del gobierno de este país, la economía y las decisiones políticas no cambiarán en un gobierno que, aunque cambie de cabeza, seguirá funcionando de acuerdo al “establishment”, siendo esta una posición completamente vivida a otras naciones a donde sus gobernantes también renuncian.

Ahora, hablando de este tema y de una nación que fue dominada por el gobierno británico y que sí vive una crisis económica, política y social es Sri Lanka. Lo más triste ha sido ver en las noticias como la sociedad ha invadido la residencia del Primer Ministro demostrando la fragilidad política que se supone ha copiado, a su nivel, del modelo británico.

Es por todo ello que la reflexión de esta semana no tiene que ver solamente con las afectaciones de una decisión como la de Boris Johnson, sino de cómo cuando pasa lo mismo en otros países sí suceden crisis que terminan hundiendo más a esas naciones. El caso de Sri Lanka, es un ejemplo de ello. Pareciera que las decisiones tomadas en el pasado solo fueron benéficas para ellos y no para los Estados que fueron invadidos en supuesto beneficio de su bienestar futuro.

Twitter: @fabrecam