/ martes 9 de agosto de 2022

Política mundial | Las nuevas ideas de los de antes

La visita de la Presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, hecha la semana pasada a Taiwán acarreó una serie de controversias que han provocado que los analistas ligados a las relaciones internacionales, a la geopolítica, a la diplomacia y a las relaciones comerciales del mundo hayan desviado su mirada de Ucrania por un momento para conocer las afectaciones, sobre todo, en lo que se refería a la respuesta de China.

Sin embargo, a pesar de que se han mencionado diferentes aristas de la visita, pareciera que, de primera mano, el gran perdedor podría ser Taiwán, no porque se esté pensando en una guerra como las mundiales del siglo pasado o, incluso, como la de Rusia y Ucrania, sino porque la realidad es que las guerras ahora se ganan o pierden desde el ámbito comercial y logístico. Es más, se ve muy difícil que Taiwán, China o Estados Unidos se embarquen en un enfrentamiento bélico cuando lo de moda es la aplicación del llamado soft power.

A pesar de todo ello, estas líneas no pretenden servir como análisis de las afectaciones que pudiera traer un nuevo conflicto que terminaría impactando al mundo en materia comercial, sino en hacer un análisis del por qué seguimos -como planeta- padeciendo de los mismos problemas a pesar de conocer de sobremanera las causas.

Estas líneas, entonces, no es que culpen a un grupo selecto de la población, pero sí que responsabilizan a todos de no promover un cambio que oriente a una mejora en el cuidado del planeta y de las políticas que se aplican porque, como me decía un amigo de los Servicios Educativos del Estado de México y del Instituto Politécnico Nacional: el fondo es forma. Y es ahí donde las ideas que se tienen, como la de Pelosi al visitar Taiwán, pueden no ser las correctas porque no se entiende el correcto uso del contexto actual y se pretende gobernar como se hacía el siglo pasado, pero no posterior a la guerra fría, sino al inicio de esta.

Resulta que los que nos gobiernan (a nivel mundial) son personas que tienen ideas de aquella época, son líderes que han trabajado toda su vida para tomar decisiones que impacten en el devenir global y en la mejora de las sociedades y sus necesidades, sin embargo, siguen aplicando las mismas políticas de izquierda o de derecha que se han aplicado siempre. Y no me refiero a las macroeconómicas, sino a las políticas de gobierno pensando que el contexto de 1950 o 1990 sigue siendo el mismo que el del 2022.

Como ejemplo de ello, podemos visualizar la edad de la que ahora se ha convertido en una candidata natural para suceder la presidencia de los Estados Unidos. Pelosi tiene 82 años y si se concreta su posible candidatura y posterior gobierno, esta podría terminar su primer mandato de 89 años. Pero no lo es todo, el actual presidente, Joe Biden, terminará su gobierno de 82 años y si buscara una reelección, entonces podría terminar de 86.

Otro ejemplo más de la idea anterior tiene que ver con las edades de los “nuevos líderes mundiales” ya que Xi Jinping tiene 69 años, al igual que Putin que en un par de meses cumplirá 70. El propio Trump, buscará ser presidente nuevamente a la edad de 78 años. En este orden de ideas ya ni siquiera habría que sorprendernos de la edad de la monarca británica, quien tiene 96 años o del Primer Ministro japonés, Fumio Kishida, quien tiene 65 años.

En el caso latinoamericano sucede lo mismo, los que una vez llegaron jóvenes con nuevas ideas se han ido haciendo viejos, Alberto Fernández ya tiene 63 y su vicepresidente, Cristina Fernández, 69. En el caso brasileño, Lula (de 76 años) quiere volver a ser presidente, incluso, si ganara y se reeligiera, ¡podría terminar de 85 años! Pero si se reelige Bolsonaro, este empezaría un nuevo mandato de 67 años para terminarlo arriba de los 70. El propio Petro, quien acaba de asumir como nuevo presidente en Colombia, inicia su periodo de gobierno con 62 años. Es más, en Alemania se tiene un nuevo canciller (de 64 años) luego de la partida de Merkel, quien dejó el cargo con 68 años.

También habrá que mencionar el caso de México que tiene un presidente que terminará su periodo a los 72 años de edad, pudiendo dejar la candidatura y posible sucesión a personajes como Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard, quienes en el 2024 tendrán 62 y 65 años respectivamente.

Ahora, no quiero decir con esto que estos gobernantes no sepan hacer su trabajo o que su incapacidad o falta de resultados puedan ser provocados solamente debido a su edad, sino que, a lo mejor, lo que los pueblos necesitan son ideas jóvenes de gobernantes que entiendan el nuevo contexto mundial y puedan actuar en consecuencia.

No sé si sean buenos ejemplos a futuro, pero los casos de Gabriel Boric en Chile (36 años), Emmanuel Macron en Francia (44 años), Justin Trudeau en Canadá (50 años), Sanna Marin en Finlandia (36 años), Jacinda Ardern en Nueva Zelanda (42 años), Nayib Bukele en El Salvador (41 años), Vjosa Osmani-Sadriu en Kosovo (40 años), Irakli Garivashvili en Georgia (40 años) o Voldímir Zelenski en Ucrania (44 años) pudieran marcar un nuevo rumbo en el orden mundial. Renovar o morir. ¿Qué opinas?


Twitter: @fabrecam


La visita de la Presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, hecha la semana pasada a Taiwán acarreó una serie de controversias que han provocado que los analistas ligados a las relaciones internacionales, a la geopolítica, a la diplomacia y a las relaciones comerciales del mundo hayan desviado su mirada de Ucrania por un momento para conocer las afectaciones, sobre todo, en lo que se refería a la respuesta de China.

Sin embargo, a pesar de que se han mencionado diferentes aristas de la visita, pareciera que, de primera mano, el gran perdedor podría ser Taiwán, no porque se esté pensando en una guerra como las mundiales del siglo pasado o, incluso, como la de Rusia y Ucrania, sino porque la realidad es que las guerras ahora se ganan o pierden desde el ámbito comercial y logístico. Es más, se ve muy difícil que Taiwán, China o Estados Unidos se embarquen en un enfrentamiento bélico cuando lo de moda es la aplicación del llamado soft power.

A pesar de todo ello, estas líneas no pretenden servir como análisis de las afectaciones que pudiera traer un nuevo conflicto que terminaría impactando al mundo en materia comercial, sino en hacer un análisis del por qué seguimos -como planeta- padeciendo de los mismos problemas a pesar de conocer de sobremanera las causas.

Estas líneas, entonces, no es que culpen a un grupo selecto de la población, pero sí que responsabilizan a todos de no promover un cambio que oriente a una mejora en el cuidado del planeta y de las políticas que se aplican porque, como me decía un amigo de los Servicios Educativos del Estado de México y del Instituto Politécnico Nacional: el fondo es forma. Y es ahí donde las ideas que se tienen, como la de Pelosi al visitar Taiwán, pueden no ser las correctas porque no se entiende el correcto uso del contexto actual y se pretende gobernar como se hacía el siglo pasado, pero no posterior a la guerra fría, sino al inicio de esta.

Resulta que los que nos gobiernan (a nivel mundial) son personas que tienen ideas de aquella época, son líderes que han trabajado toda su vida para tomar decisiones que impacten en el devenir global y en la mejora de las sociedades y sus necesidades, sin embargo, siguen aplicando las mismas políticas de izquierda o de derecha que se han aplicado siempre. Y no me refiero a las macroeconómicas, sino a las políticas de gobierno pensando que el contexto de 1950 o 1990 sigue siendo el mismo que el del 2022.

Como ejemplo de ello, podemos visualizar la edad de la que ahora se ha convertido en una candidata natural para suceder la presidencia de los Estados Unidos. Pelosi tiene 82 años y si se concreta su posible candidatura y posterior gobierno, esta podría terminar su primer mandato de 89 años. Pero no lo es todo, el actual presidente, Joe Biden, terminará su gobierno de 82 años y si buscara una reelección, entonces podría terminar de 86.

Otro ejemplo más de la idea anterior tiene que ver con las edades de los “nuevos líderes mundiales” ya que Xi Jinping tiene 69 años, al igual que Putin que en un par de meses cumplirá 70. El propio Trump, buscará ser presidente nuevamente a la edad de 78 años. En este orden de ideas ya ni siquiera habría que sorprendernos de la edad de la monarca británica, quien tiene 96 años o del Primer Ministro japonés, Fumio Kishida, quien tiene 65 años.

En el caso latinoamericano sucede lo mismo, los que una vez llegaron jóvenes con nuevas ideas se han ido haciendo viejos, Alberto Fernández ya tiene 63 y su vicepresidente, Cristina Fernández, 69. En el caso brasileño, Lula (de 76 años) quiere volver a ser presidente, incluso, si ganara y se reeligiera, ¡podría terminar de 85 años! Pero si se reelige Bolsonaro, este empezaría un nuevo mandato de 67 años para terminarlo arriba de los 70. El propio Petro, quien acaba de asumir como nuevo presidente en Colombia, inicia su periodo de gobierno con 62 años. Es más, en Alemania se tiene un nuevo canciller (de 64 años) luego de la partida de Merkel, quien dejó el cargo con 68 años.

También habrá que mencionar el caso de México que tiene un presidente que terminará su periodo a los 72 años de edad, pudiendo dejar la candidatura y posible sucesión a personajes como Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard, quienes en el 2024 tendrán 62 y 65 años respectivamente.

Ahora, no quiero decir con esto que estos gobernantes no sepan hacer su trabajo o que su incapacidad o falta de resultados puedan ser provocados solamente debido a su edad, sino que, a lo mejor, lo que los pueblos necesitan son ideas jóvenes de gobernantes que entiendan el nuevo contexto mundial y puedan actuar en consecuencia.

No sé si sean buenos ejemplos a futuro, pero los casos de Gabriel Boric en Chile (36 años), Emmanuel Macron en Francia (44 años), Justin Trudeau en Canadá (50 años), Sanna Marin en Finlandia (36 años), Jacinda Ardern en Nueva Zelanda (42 años), Nayib Bukele en El Salvador (41 años), Vjosa Osmani-Sadriu en Kosovo (40 años), Irakli Garivashvili en Georgia (40 años) o Voldímir Zelenski en Ucrania (44 años) pudieran marcar un nuevo rumbo en el orden mundial. Renovar o morir. ¿Qué opinas?


Twitter: @fabrecam