/ lunes 9 de agosto de 2021

Política de la realidad

Algunos autores discrepan del argumento de Juan Linz que define al presidencialismo con una tendencia de ganador único mayor que el parlamentarismo, sosteniendo que esa tendencia depende del sistema electoral y de partidos, es decir, las reglas del juego.

Realizan una crítica al sistema parlamentario de tipo Westminster por no proporcionar control legislativo sobre el primer ministro, gracias a que los partidos disciplinados contando con mayoría parlamentaria apoyan iniciativas políticas y legislativas al margen de las propuestas, lo que incentiva una lógica de “ganador único”.

Esta desventaja del parlamentarismo es controlada en el sistema presidencial cuando se instituye un sistema de controles y equilibrios, pesos y contrapesos, diseñados institucionalmente para limitar que el ganador controle todas las acciones del sistema político. Además el sistema presidencial permite construir gabinetes de diversos partidos, asignando cargos públicos con la finalidad de atraer apoyo o recompensarlo. Esto divide la lógica del ganador único.

Estamos de acuerdo con la propuesta de rescatar las ventajas del sistema presidencial en la posibilidad de generar un gobierno estable a través del acuerdo, del consenso y de la política de negociación y conciliación. La lógica del ganador único puede limitarse cuando institucionalmente se definen límites del poder, tanto presidencial como legislativo y en su relación con el poder Judicial.

El ganador único no ha sido la élite lopezobradorista, sino una sociedad dispuesta a reclamar sus derechos político-electorales más allá de una consulta popular diseñada no para esa sociedad, sino para dar recubrimiento a los muy notables problemas de la economía, la sociedad y la política que no ha enfrentado la administración del presidente de la República.

Los resultados son evidentes por lo que toca a la necesidad de construir el futuro para asegurar estabilidad política a través de la práctica de los acuerdos que genera la política y no los desencuentros que ha propuesto la gestión AMLO con su plan para la polarización a largo plazo para no asumir la realidad, el único contrapeso que importa.

Todos los instrumentos democráticos son válidos si están al servicio de la sociedad y procuran el desarrollo de las personas, familias y empresas, con el objetivo de construir un país que promueva el desarrollo de largo aliento de nuestra democracia. En otras palabras, la democracia es esa forma de Estado o de gobierno al servicio de los ciudadanos y no de la élite política.

Facebook: Daniel Adame Osorio.

TW: @Danieldao1

Instagram: danieladameosorio

Algunos autores discrepan del argumento de Juan Linz que define al presidencialismo con una tendencia de ganador único mayor que el parlamentarismo, sosteniendo que esa tendencia depende del sistema electoral y de partidos, es decir, las reglas del juego.

Realizan una crítica al sistema parlamentario de tipo Westminster por no proporcionar control legislativo sobre el primer ministro, gracias a que los partidos disciplinados contando con mayoría parlamentaria apoyan iniciativas políticas y legislativas al margen de las propuestas, lo que incentiva una lógica de “ganador único”.

Esta desventaja del parlamentarismo es controlada en el sistema presidencial cuando se instituye un sistema de controles y equilibrios, pesos y contrapesos, diseñados institucionalmente para limitar que el ganador controle todas las acciones del sistema político. Además el sistema presidencial permite construir gabinetes de diversos partidos, asignando cargos públicos con la finalidad de atraer apoyo o recompensarlo. Esto divide la lógica del ganador único.

Estamos de acuerdo con la propuesta de rescatar las ventajas del sistema presidencial en la posibilidad de generar un gobierno estable a través del acuerdo, del consenso y de la política de negociación y conciliación. La lógica del ganador único puede limitarse cuando institucionalmente se definen límites del poder, tanto presidencial como legislativo y en su relación con el poder Judicial.

El ganador único no ha sido la élite lopezobradorista, sino una sociedad dispuesta a reclamar sus derechos político-electorales más allá de una consulta popular diseñada no para esa sociedad, sino para dar recubrimiento a los muy notables problemas de la economía, la sociedad y la política que no ha enfrentado la administración del presidente de la República.

Los resultados son evidentes por lo que toca a la necesidad de construir el futuro para asegurar estabilidad política a través de la práctica de los acuerdos que genera la política y no los desencuentros que ha propuesto la gestión AMLO con su plan para la polarización a largo plazo para no asumir la realidad, el único contrapeso que importa.

Todos los instrumentos democráticos son válidos si están al servicio de la sociedad y procuran el desarrollo de las personas, familias y empresas, con el objetivo de construir un país que promueva el desarrollo de largo aliento de nuestra democracia. En otras palabras, la democracia es esa forma de Estado o de gobierno al servicio de los ciudadanos y no de la élite política.

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