/ miércoles 18 de noviembre de 2020

Pobreza y tentación electoral

Poco ayudan al optimismo, urgente en estos tiempos de pandemia y crisis económica, los anuncios de recortes presupuestales para todos los estados y municipios, que serán especialmente sentidos en los territorios más pobres del país, tristísima categoría en la que Morelos se encuentra hundido por las condiciones externas pero también, y mucho más, por la colección de repetidas crisis internas que han afectado la inversión privada, disminuido el empleo y el ingreso familiar promedio, y acelerado la incorporación de miles de personas a la siempre indeseable categoría de pobreza.

La centralización del presupuesto federal para obras, desaparición de programas y ramos presupuestales casi por entero que beneficiaban directamente a los ayuntamientos y los estados; la caída en la recaudación derivada de la baja actividad económica, la quiebra de empresas y la pérdida de empleos formales; junto a otros efectos de políticas públicas ineficientes agravadas por la pandemia, adelantan un panorama poco alentador para la economía estatal. Si a ello sumamos el hecho de que en medio del desesperante empobrecimiento de los morelenses 22 partidos políticos buscarán cargos de elección popular, la facilidad con que el gasto público podría ser utilizado con fines eminentemente proselitistas es más que obvia.

Uno quisiera pensar que los partidos políticos procurarán esta vez la decencia y la empatía con los ciudadanos que la están pasando terrible durante la pandemia, pero lo cierto es que bastaría con que uno haga cochinadas para que el resto de los partidos y candidatos les sigan el paso. A lo mejor podríamos confiar en la capacidad de las autoridades electorales para detener a quienes trafiquen con la miseria en el estado, lo cierto es que entre tantos partidos y con autoridades electorales que también sufren los recortes presupuestales, y en el caso de la local una crisis interna que a lo mejor no resulta fulminante, pero incomoda mucho, el poder fiscalizador podría verse bastante comprometido.

Así que sería conveniente que las organizaciones civiles, o ciudadanos interesados, se incorporaran no sólo a las chambas que ofrece el INE para capacitadores y supervisores electorales, o para consejeros electorales distritales o municipales, sino también a las labores de vigilancia ciudadana de los comicios que, como cada ciclo, prometen ser los más complicados de la historia, ahora no sólo hay más electores, también muchos más partidos y muchísimas más estrategias perversas y formas de implementarlas.

La tentación será mayúscula. Padecemos una clase política con evaluaciones que van de muy malas a pésimas; las propuestas para la recuperación de los municipios y del estado son prácticamente nulas; la antipatía que despiertan los políticos en general es de espanto: frente a ello, comprar el voto luce mucho más simple que conquistarlo por el convencimiento de los electores. Los tiempos que presumíamos haber superado parecen estar de vuelta como una suerte de emergencia política. Esa no parece la democracia que nos prometimos. Urgen la propuesta y el debate. Necesitamos política fina.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Poco ayudan al optimismo, urgente en estos tiempos de pandemia y crisis económica, los anuncios de recortes presupuestales para todos los estados y municipios, que serán especialmente sentidos en los territorios más pobres del país, tristísima categoría en la que Morelos se encuentra hundido por las condiciones externas pero también, y mucho más, por la colección de repetidas crisis internas que han afectado la inversión privada, disminuido el empleo y el ingreso familiar promedio, y acelerado la incorporación de miles de personas a la siempre indeseable categoría de pobreza.

La centralización del presupuesto federal para obras, desaparición de programas y ramos presupuestales casi por entero que beneficiaban directamente a los ayuntamientos y los estados; la caída en la recaudación derivada de la baja actividad económica, la quiebra de empresas y la pérdida de empleos formales; junto a otros efectos de políticas públicas ineficientes agravadas por la pandemia, adelantan un panorama poco alentador para la economía estatal. Si a ello sumamos el hecho de que en medio del desesperante empobrecimiento de los morelenses 22 partidos políticos buscarán cargos de elección popular, la facilidad con que el gasto público podría ser utilizado con fines eminentemente proselitistas es más que obvia.

Uno quisiera pensar que los partidos políticos procurarán esta vez la decencia y la empatía con los ciudadanos que la están pasando terrible durante la pandemia, pero lo cierto es que bastaría con que uno haga cochinadas para que el resto de los partidos y candidatos les sigan el paso. A lo mejor podríamos confiar en la capacidad de las autoridades electorales para detener a quienes trafiquen con la miseria en el estado, lo cierto es que entre tantos partidos y con autoridades electorales que también sufren los recortes presupuestales, y en el caso de la local una crisis interna que a lo mejor no resulta fulminante, pero incomoda mucho, el poder fiscalizador podría verse bastante comprometido.

Así que sería conveniente que las organizaciones civiles, o ciudadanos interesados, se incorporaran no sólo a las chambas que ofrece el INE para capacitadores y supervisores electorales, o para consejeros electorales distritales o municipales, sino también a las labores de vigilancia ciudadana de los comicios que, como cada ciclo, prometen ser los más complicados de la historia, ahora no sólo hay más electores, también muchos más partidos y muchísimas más estrategias perversas y formas de implementarlas.

La tentación será mayúscula. Padecemos una clase política con evaluaciones que van de muy malas a pésimas; las propuestas para la recuperación de los municipios y del estado son prácticamente nulas; la antipatía que despiertan los políticos en general es de espanto: frente a ello, comprar el voto luce mucho más simple que conquistarlo por el convencimiento de los electores. Los tiempos que presumíamos haber superado parecen estar de vuelta como una suerte de emergencia política. Esa no parece la democracia que nos prometimos. Urgen la propuesta y el debate. Necesitamos política fina.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx