/ martes 25 de febrero de 2020

Personalismo y sistema electoral

Es indispensable considerar que las ideologías ayudan a diferenciar la competencia electoral y la vinculación del ciudadano con cada partido, porque suponen la existencia de estructuras programáticas y la organización de los partidos políticos que eventualmente desembocarían en la generación de un gobierno de partido responsable.

También debemos considerar que de 1982 a 1992, en las transiciones de diversos países se pasó de partidos de masa a partidos profesionalmente electorales, recurriendo al marketing político, lo que llevó al reemplazo de los partidos tradicionales por otros más funcionales.

Esta crisis y/o evolución favoreció a partidos y gobiernos de centro-derecha, pero abrió la pauta para que los de centro izquierda pudieran crecer, dada la clara diferenciación tanto ideológica como de representación de los intereses sociales, los primeros con planes de austeridad, los segundos oponiéndose a ella.

También puede generar liderazgos personales aprovechando el descontento, como escenario emergente anti gobierno y a los partidos políticos tradicionales.

Los estudios politológicos realizados refieren que una de las causas de la baja institucionalización de los partidos de América Latina se debe al frecuente cambio de sistema de partidos, lo que impide la vinculación programática con la sociedad. Así, tenemos una alta volatilidad electoral por la falta de identificación de los electores con los partidos.

Es posible concluir que esa debilidad permanente de las democracias en América Latina para vincular partidos y ciudadanos es un impedimento para generar gobiernos de partido responsable.

Si bien se da el resurgimiento de la izquierda, las condiciones de debilidad estructural e institucional no permiten prever la consolidación de la representación política, entendida como el vínculo entre representantes y representados en un orden programático y constante.

Si hemos de atender a la evocación de Boaventura de Sousa Santos para mantener viva la esperanza al borde del precipicio, tal como lo sugiere en uno de sus títulos, la difícil democracia tendrá que resurgir también de la idea de que se trata de una forma de gobierno al servicio de los ciudadanos y que la realidad es el único contrapeso que importa ante la insurrección de la conciencia ciudadana hacia la administración AMLO.

Facebook: Daniel Adame Osorio.

Instagram: danieladameosorio.

Twitter: @Danieldao1

Es indispensable considerar que las ideologías ayudan a diferenciar la competencia electoral y la vinculación del ciudadano con cada partido, porque suponen la existencia de estructuras programáticas y la organización de los partidos políticos que eventualmente desembocarían en la generación de un gobierno de partido responsable.

También debemos considerar que de 1982 a 1992, en las transiciones de diversos países se pasó de partidos de masa a partidos profesionalmente electorales, recurriendo al marketing político, lo que llevó al reemplazo de los partidos tradicionales por otros más funcionales.

Esta crisis y/o evolución favoreció a partidos y gobiernos de centro-derecha, pero abrió la pauta para que los de centro izquierda pudieran crecer, dada la clara diferenciación tanto ideológica como de representación de los intereses sociales, los primeros con planes de austeridad, los segundos oponiéndose a ella.

También puede generar liderazgos personales aprovechando el descontento, como escenario emergente anti gobierno y a los partidos políticos tradicionales.

Los estudios politológicos realizados refieren que una de las causas de la baja institucionalización de los partidos de América Latina se debe al frecuente cambio de sistema de partidos, lo que impide la vinculación programática con la sociedad. Así, tenemos una alta volatilidad electoral por la falta de identificación de los electores con los partidos.

Es posible concluir que esa debilidad permanente de las democracias en América Latina para vincular partidos y ciudadanos es un impedimento para generar gobiernos de partido responsable.

Si bien se da el resurgimiento de la izquierda, las condiciones de debilidad estructural e institucional no permiten prever la consolidación de la representación política, entendida como el vínculo entre representantes y representados en un orden programático y constante.

Si hemos de atender a la evocación de Boaventura de Sousa Santos para mantener viva la esperanza al borde del precipicio, tal como lo sugiere en uno de sus títulos, la difícil democracia tendrá que resurgir también de la idea de que se trata de una forma de gobierno al servicio de los ciudadanos y que la realidad es el único contrapeso que importa ante la insurrección de la conciencia ciudadana hacia la administración AMLO.

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Instagram: danieladameosorio.

Twitter: @Danieldao1

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