/ martes 24 de noviembre de 2020

Paridad y simulación...

Impulsado por los institutos de la Mujer y electorales, el acuerdo firmado por los partidos políticos a favor de la paridad y para evitar que personas con antecedentes de violencia contra las mujeres sean incluidos en las candidaturas, es un avance rumbo a la verdadera paridad que a causa de un desaseado proceso legislativo fue comprometida con la anulación de la Suprema Corte de Justicia a la reforma electoral local. Es un avance y no, porque el documento es una carta compromiso como los que los partidos firman para evitar las campañas negativas, para mostrar civilidad en la contienda electoral, y para otros compromisos que no necesariamente se cumplen en los hechos. Es un buen ejercicio, y tendría que resaltarse el poder de convocatoria de los institutos electorales y de la mujer que sentaron a los dirigentes partidistas y les arrancaron una firma, un fenómeno que se repetirá poco en adelante.

Si los participantes son noticia, mucho más importante es el contenido, un intento por forzar el pago de la deuda histórica que la política tiene con las mujeres. La exclusión que han padecido durante siglos empezó apenas a corregirse en esta década, luego de las acciones afirmativas que permitieron la llegada de mujeres a candidaturas y con ello a cargos de elección popular, con innumerables defectos.

Las candidatas reciben menos dinero, asesoría jurídica y apoyos partidistas en sus precampañas y campañas, lo que opera en su desventaja; las mujeres son agredidas por su condición de género, lo que no ocurre con los hombres; muchas candidaturas de mujeres siguen siendo usadas por hombres relacionados con ellas para operar la toma de decisiones en el poder, anulando el aporte de la ya regidora, diputada, presidenta municipal, y demás; Las mujeres son asignadas por cuotas que pueden resultar simulaciones (el 50 por ciento de las posiciones en un gabinete pueden corresponder a mujeres, pero son asignadas a niveles medios o bajos, o de responsabilidad sumamente limitada); todos estos engaños han limitado, aún con las acciones afirmativas, la incorporación de las mujeres a la actividad política.

Si el compromiso firmado por los partidos políticos no los obliga a evitar triquiñuelas para evadir responsabilidades evidentes con las mujeres y más en general, con la sociedad; se convertirá en una nueva simulación, como las muchas que se ofrecerán el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, en actos que serán presididos por hombres y que anunciarán como un prodigio de su bondad, la inclusión de mujeres en sus próximos cargos de elección.

Los índices de violencia y discriminación contra mujeres no admiten más simulaciones. El gatopardismo de los partidos políticos en el tema de la paridad es insultante y funciona de pésimo ejemplo a una sociedad que justifica la exclusión como reflejo de lo ocurrido en la política, en el deporte, en el espectáculo, en el sector productivo. En términos de sumo optimismo, podríamos esperar que el compromiso firmado hoy sea una ley que se concrete en la próxima legislatura, en la que tendría que verificarse otra mayoría de mujeres.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Impulsado por los institutos de la Mujer y electorales, el acuerdo firmado por los partidos políticos a favor de la paridad y para evitar que personas con antecedentes de violencia contra las mujeres sean incluidos en las candidaturas, es un avance rumbo a la verdadera paridad que a causa de un desaseado proceso legislativo fue comprometida con la anulación de la Suprema Corte de Justicia a la reforma electoral local. Es un avance y no, porque el documento es una carta compromiso como los que los partidos firman para evitar las campañas negativas, para mostrar civilidad en la contienda electoral, y para otros compromisos que no necesariamente se cumplen en los hechos. Es un buen ejercicio, y tendría que resaltarse el poder de convocatoria de los institutos electorales y de la mujer que sentaron a los dirigentes partidistas y les arrancaron una firma, un fenómeno que se repetirá poco en adelante.

Si los participantes son noticia, mucho más importante es el contenido, un intento por forzar el pago de la deuda histórica que la política tiene con las mujeres. La exclusión que han padecido durante siglos empezó apenas a corregirse en esta década, luego de las acciones afirmativas que permitieron la llegada de mujeres a candidaturas y con ello a cargos de elección popular, con innumerables defectos.

Las candidatas reciben menos dinero, asesoría jurídica y apoyos partidistas en sus precampañas y campañas, lo que opera en su desventaja; las mujeres son agredidas por su condición de género, lo que no ocurre con los hombres; muchas candidaturas de mujeres siguen siendo usadas por hombres relacionados con ellas para operar la toma de decisiones en el poder, anulando el aporte de la ya regidora, diputada, presidenta municipal, y demás; Las mujeres son asignadas por cuotas que pueden resultar simulaciones (el 50 por ciento de las posiciones en un gabinete pueden corresponder a mujeres, pero son asignadas a niveles medios o bajos, o de responsabilidad sumamente limitada); todos estos engaños han limitado, aún con las acciones afirmativas, la incorporación de las mujeres a la actividad política.

Si el compromiso firmado por los partidos políticos no los obliga a evitar triquiñuelas para evadir responsabilidades evidentes con las mujeres y más en general, con la sociedad; se convertirá en una nueva simulación, como las muchas que se ofrecerán el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, en actos que serán presididos por hombres y que anunciarán como un prodigio de su bondad, la inclusión de mujeres en sus próximos cargos de elección.

Los índices de violencia y discriminación contra mujeres no admiten más simulaciones. El gatopardismo de los partidos políticos en el tema de la paridad es insultante y funciona de pésimo ejemplo a una sociedad que justifica la exclusión como reflejo de lo ocurrido en la política, en el deporte, en el espectáculo, en el sector productivo. En términos de sumo optimismo, podríamos esperar que el compromiso firmado hoy sea una ley que se concrete en la próxima legislatura, en la que tendría que verificarse otra mayoría de mujeres.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx