/ lunes 7 de diciembre de 2020

Oposición y coaliciones

Lo mismo un régimen político puede optar por aliarse con partidos pequeños y proyectarlos a mayores niveles de votación para, a su vez, contar con un mayor número de escaños que respaldo en sus congresos, que las oposiciones rescatarlos de la desaparición para obtener mayor fuerza y ser más competitivos, aspirando con mayores posibilidades para acceder a escaños y competir por cargos públicos más importantes.

En gran medida, falta estudiar casos que salen de los esquemas tradicionales, como nos dice la literatura:

Dentro de un distrito primario específico, los escaños siempre se asignan primero a los cárteles (si los hay), luego a las listas (si las hay) y finalmente a los candidatos. Sin embargo, la propia literatura ofrece una salida para demostrar que este tipo de alianzas con la coordinación estratégica de múltiples fases es posible, sobre todo cuando los políticos y los dirigentes de los partidos tienen la visión suficiente de plantearse un futuro más favorable, aunque de momento, en la elección en la que no son sus candidatos los postulados, o de abstenerse a ofertar candidaturas al electorado y ofrecer su voto cautivo a favor de un pequeño partido en vísperas de perder el registro, no obtengan el triunfo.

En las perspectivas de largo plazo, cuando un político piense que causa la derrota de otro candidato, ello demostrará que el respaldo de su grupo es crucial y le permitirá obtener concesiones políticas. Quizá piense que su posición será más favorable cuando se presente a un cargo en los próximos comicios. En lugar de un juego de coordinación de una sola etapa, se trata de uno de múltiples etapas donde se llevará a cabo una serie indefinida de múltiples opciones, donde las expectativas de viabilidad pueden estar o bien sólidamente establecidas, o bien pueden no estarlo.

Esta hipótesis también presenta una serie de dilemas para el partido en riesgo de perder su registro. Giran en torno a la conveniencia de las alianzas, sobre todo si aunque se consiga el fin primario de conservar el registro, equivale a la futura subordinación casi total a los partidos que lo respaldaron para mantenerse en juego en el escenario político.

En primera instancia, pone en tela de juicio el liderazgo mismo del partido que logra sobrevivir por la ayuda de alguien más, ya sea el régimen, u otras fuerzas partidistas.

En segundo término, limita sus posibilidades de postular a sus propios candidatos, bajo el argumento de aquellos que lo rescataron de que le deben su permanencia en el sistema electoral o que sus candidatos son más fuertes y cuentan con un mayor respaldo, prestigio y/o trayectoria.

Finalmente, si decidiera ir solo a la contienda confiando en sus propios seguidores, también enfrenta un alto grado de incertidumbre al tratar de conservar su registro:

a) La necesidad de postular un muy buen candidato, en el entendido de que pocos querrían ser promovidos por un partido que tiene más posibilidades de perder su registro.

b) La disponibilidad de recursos económicos extraordinarios para hacer frente a la contienda electoral en la que los partidos superiores a él reciben mayores prerrogativas.

c) La indispensable estructuración de una campaña eficaz que si bien no les garantice escaños, les ayude a conservar su registro.

Que un partido en agonía de presencia en la arena electoral decida o no promover o aceptar una alianza estratégica depende de los incentivos para ello.

Los problemas principales para lograr una coordinación estratégica en la elección mexicana de 2021, plantean entre otras dificultades, la deriva de un retorno a un esquema autoritario en que el personalismo del Presidente de la República puede (o no) ser un incentivo para organizar a su favor, el esquema satelital de partidos (recién aprobado) a su disposición.

La otra alternativa se nutre de la política de la realidad: la (no) gestión de la crisis sanitaria, la caída de la economía durante el

sexenio del lopezobradorismo, los muertos de la inseguridad cotidiana, los millones de personas incorporadas en algún rubro de la pobreza y un largo etcétera, suponen incentivos funcionales para la victoria en una elección (de medio término) que es al mismo tiempo muchas elecciones.

El reto principal de lo que llaman la oposición es hacer efectivo a su causa, el concepto de sistema electoral y convertir (para la consolidación de la democracia) los votos en cargos públicos.

FB: Daniel Adame Osorio.

Instagram: @danieladameosorio

Twitter: @Danieldao1.

Lo mismo un régimen político puede optar por aliarse con partidos pequeños y proyectarlos a mayores niveles de votación para, a su vez, contar con un mayor número de escaños que respaldo en sus congresos, que las oposiciones rescatarlos de la desaparición para obtener mayor fuerza y ser más competitivos, aspirando con mayores posibilidades para acceder a escaños y competir por cargos públicos más importantes.

En gran medida, falta estudiar casos que salen de los esquemas tradicionales, como nos dice la literatura:

Dentro de un distrito primario específico, los escaños siempre se asignan primero a los cárteles (si los hay), luego a las listas (si las hay) y finalmente a los candidatos. Sin embargo, la propia literatura ofrece una salida para demostrar que este tipo de alianzas con la coordinación estratégica de múltiples fases es posible, sobre todo cuando los políticos y los dirigentes de los partidos tienen la visión suficiente de plantearse un futuro más favorable, aunque de momento, en la elección en la que no son sus candidatos los postulados, o de abstenerse a ofertar candidaturas al electorado y ofrecer su voto cautivo a favor de un pequeño partido en vísperas de perder el registro, no obtengan el triunfo.

En las perspectivas de largo plazo, cuando un político piense que causa la derrota de otro candidato, ello demostrará que el respaldo de su grupo es crucial y le permitirá obtener concesiones políticas. Quizá piense que su posición será más favorable cuando se presente a un cargo en los próximos comicios. En lugar de un juego de coordinación de una sola etapa, se trata de uno de múltiples etapas donde se llevará a cabo una serie indefinida de múltiples opciones, donde las expectativas de viabilidad pueden estar o bien sólidamente establecidas, o bien pueden no estarlo.

Esta hipótesis también presenta una serie de dilemas para el partido en riesgo de perder su registro. Giran en torno a la conveniencia de las alianzas, sobre todo si aunque se consiga el fin primario de conservar el registro, equivale a la futura subordinación casi total a los partidos que lo respaldaron para mantenerse en juego en el escenario político.

En primera instancia, pone en tela de juicio el liderazgo mismo del partido que logra sobrevivir por la ayuda de alguien más, ya sea el régimen, u otras fuerzas partidistas.

En segundo término, limita sus posibilidades de postular a sus propios candidatos, bajo el argumento de aquellos que lo rescataron de que le deben su permanencia en el sistema electoral o que sus candidatos son más fuertes y cuentan con un mayor respaldo, prestigio y/o trayectoria.

Finalmente, si decidiera ir solo a la contienda confiando en sus propios seguidores, también enfrenta un alto grado de incertidumbre al tratar de conservar su registro:

a) La necesidad de postular un muy buen candidato, en el entendido de que pocos querrían ser promovidos por un partido que tiene más posibilidades de perder su registro.

b) La disponibilidad de recursos económicos extraordinarios para hacer frente a la contienda electoral en la que los partidos superiores a él reciben mayores prerrogativas.

c) La indispensable estructuración de una campaña eficaz que si bien no les garantice escaños, les ayude a conservar su registro.

Que un partido en agonía de presencia en la arena electoral decida o no promover o aceptar una alianza estratégica depende de los incentivos para ello.

Los problemas principales para lograr una coordinación estratégica en la elección mexicana de 2021, plantean entre otras dificultades, la deriva de un retorno a un esquema autoritario en que el personalismo del Presidente de la República puede (o no) ser un incentivo para organizar a su favor, el esquema satelital de partidos (recién aprobado) a su disposición.

La otra alternativa se nutre de la política de la realidad: la (no) gestión de la crisis sanitaria, la caída de la economía durante el

sexenio del lopezobradorismo, los muertos de la inseguridad cotidiana, los millones de personas incorporadas en algún rubro de la pobreza y un largo etcétera, suponen incentivos funcionales para la victoria en una elección (de medio término) que es al mismo tiempo muchas elecciones.

El reto principal de lo que llaman la oposición es hacer efectivo a su causa, el concepto de sistema electoral y convertir (para la consolidación de la democracia) los votos en cargos públicos.

FB: Daniel Adame Osorio.

Instagram: @danieladameosorio

Twitter: @Danieldao1.

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