/ lunes 6 de julio de 2020

Oposición sin plataforma

La oposición es necesaria para cualquier poder, lo regula, obliga a evolucionar y, de alguna forma, tendría que acercarlo más a la sociedad a la que sirve. Cuando la oposición está organizada, esa función limítrofe que cumple frente al poder, es verdaderamente posible por la vía política formal. Los opositores se fortalecen en torno a una agenda determinada y son capaces de hacerse escuchar por la vía parlamentaria y en la arena de lo público.

La debacle de los partidos políticos que inició mucho antes del 2018, y que toca incluso a los que lograron triunfos electorales, ha provocado el surgimiento de propuestas políticas emergentes cuya presencia atomiza y rompe las posibilidades de organizar una oposición bien articulada para enfrentar una colección de políticas públicas con un escaso respaldo social; y para exigir sustento científico de las mismas. En los hechos, el gobierno federal parece sentirse relevados de la obligación de explicar las iniciativas que emprende, en tanto cuenta con mayoría en el Congreso, lo que no deja de resultar disfuncional; pero el comportamiento del Ejecutivo federal parece mimetizarse en muchos otros gobiernos, entre ellos el de Morelos que, aún con una legislatura que le ofrece apoyos intermitentes, parece incapaz de comunicar sus intenciones más allá de la frasecilla “no les voy a fallar”.

Y la oposición en Morelos parece del mismo tamaño, desorganizada, ausente, omisa y, en esa medida, sometida por lo mismo al poder que la arrasó en las elecciones del 2018. La búsqueda de registro como partidos políticos de 9 organizaciones locales hace evidente la ausencia no sólo de liderazgos, sino de una agenda ordenada para ser oposición y que no se reduce a la estrategia para contender en las elecciones; por el contrario, incluye una serie de principios y valores sociales, ideales ciudadanos, propuestas de tratamiento a los temas que afectan a la sociedad. De esos temas, mucho más que de la estrategia electoral, depende el respaldo social a la oposición organizada.

Hasta ahora lo que hemos visto son estallidos reivindicadores de una colección de evidentes fallas gubernamentales, y el activismo legítimo de algunos grupos sociales que se manifiestan directamente contra las políticas del gobierno federal, pero no existe una plataforma de propuestas alternativas que evidencie que no se trata de volver a lo mismo. Cierto que las políticas públicas emprendidas por el gobierno federal, y las de muchos estados, incluido Morelos, son profundamente cuestionables, pero también lo es que las anteriores al 2018, eran también sumamente criticables. Los problemas de corrupción, inequidad, inseguridad, falta de oportunidades, laxitud del Estado de Derecho, financiamiento del desarrollo, mala calidad de la educación y de los servicios de salud, son evidentes y se han mantenido -y en algunos casos profundizado- aún con las aparentes buenas intenciones de la nueva clase gobernante. No se trata de ser insensibles a fracasos actuales, pero tampoco podríamos volver a lo anterior, la oposición requiere ideas, una agenda más allá del griterío, política.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La oposición es necesaria para cualquier poder, lo regula, obliga a evolucionar y, de alguna forma, tendría que acercarlo más a la sociedad a la que sirve. Cuando la oposición está organizada, esa función limítrofe que cumple frente al poder, es verdaderamente posible por la vía política formal. Los opositores se fortalecen en torno a una agenda determinada y son capaces de hacerse escuchar por la vía parlamentaria y en la arena de lo público.

La debacle de los partidos políticos que inició mucho antes del 2018, y que toca incluso a los que lograron triunfos electorales, ha provocado el surgimiento de propuestas políticas emergentes cuya presencia atomiza y rompe las posibilidades de organizar una oposición bien articulada para enfrentar una colección de políticas públicas con un escaso respaldo social; y para exigir sustento científico de las mismas. En los hechos, el gobierno federal parece sentirse relevados de la obligación de explicar las iniciativas que emprende, en tanto cuenta con mayoría en el Congreso, lo que no deja de resultar disfuncional; pero el comportamiento del Ejecutivo federal parece mimetizarse en muchos otros gobiernos, entre ellos el de Morelos que, aún con una legislatura que le ofrece apoyos intermitentes, parece incapaz de comunicar sus intenciones más allá de la frasecilla “no les voy a fallar”.

Y la oposición en Morelos parece del mismo tamaño, desorganizada, ausente, omisa y, en esa medida, sometida por lo mismo al poder que la arrasó en las elecciones del 2018. La búsqueda de registro como partidos políticos de 9 organizaciones locales hace evidente la ausencia no sólo de liderazgos, sino de una agenda ordenada para ser oposición y que no se reduce a la estrategia para contender en las elecciones; por el contrario, incluye una serie de principios y valores sociales, ideales ciudadanos, propuestas de tratamiento a los temas que afectan a la sociedad. De esos temas, mucho más que de la estrategia electoral, depende el respaldo social a la oposición organizada.

Hasta ahora lo que hemos visto son estallidos reivindicadores de una colección de evidentes fallas gubernamentales, y el activismo legítimo de algunos grupos sociales que se manifiestan directamente contra las políticas del gobierno federal, pero no existe una plataforma de propuestas alternativas que evidencie que no se trata de volver a lo mismo. Cierto que las políticas públicas emprendidas por el gobierno federal, y las de muchos estados, incluido Morelos, son profundamente cuestionables, pero también lo es que las anteriores al 2018, eran también sumamente criticables. Los problemas de corrupción, inequidad, inseguridad, falta de oportunidades, laxitud del Estado de Derecho, financiamiento del desarrollo, mala calidad de la educación y de los servicios de salud, son evidentes y se han mantenido -y en algunos casos profundizado- aún con las aparentes buenas intenciones de la nueva clase gobernante. No se trata de ser insensibles a fracasos actuales, pero tampoco podríamos volver a lo anterior, la oposición requiere ideas, una agenda más allá del griterío, política.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx