/ martes 26 de julio de 2022

Urióstegui frente a la grilla

Antes que la opción más fácil de la oposición para disputar la gubernatura a Morena en el 2024, José Luis Urióstegui Salgado tiene claro que es el alcalde de Cuernavaca, una ciudad con accidentada y larguísima historia, complicada como pocas; la más poblada del estado y entre las primeras cuarenta del país, con más de 378 mil habitantes, y cuya vocación turística significa una muy alta población flotante.

Después de por lo menos seis años de un abandono que se nota en los indicadores, y más de una década de pésimas decisiones de las autoridades municipales, el trabajo del equipo de Urióstegui difìcilmente cambiará todo de la noche a la mañana, pero se notan ya algunos avances en materia de finanzas públicas (la deuda del municipio se ha reducido), seguridad pública (los índices de delitos de alto impacto van a la baja), obra pública (se ha invertido más en vialidades en el primer semestre de esta administración que en cualquiera de los años anteriores).

Por supuesto que falta aún mucho por hacer para detener la estrepitosa caída en el nivel de vida de quienes residen en la ciudad y no todo depende del Ayuntamiento, pero por lo menos agrada que el alcalde dedique mucho más tiempo a trabajar y buscar alianzas con grupos de la sociedad civil, que en los pleitos con diversos actores políticos que tanto extrañan los rencorosos que abundan en Morelos. Y a lo mejor para muchos es difícil entender cómo el alcalde no cae en la tentación de la grilla (los últimos seis años a Morelos se le ha ido la vida en eso), pero José Luis no es un hombre de pleito, aunque para muchos tendría motivos para hacerlo.

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Las disputas entre grupos en el Ayuntamiento son evidentes, pero al alcalde no le quitan el sueño. Como ocurre en cualquier pleito público, hay quienes apoyan a un bando y quienes respaldan al otro, así que el juicio de algunos sectores sobre el trabajo que el municipio se reduce a esa dicotomía morbosona, pero francamente irrelevante. En términos de los datos que arroja la administración de Cuernavaca en el primer semestre del 2022, las cosas han mejorado, aunque para muchos, esos pequeños éxitos deberían difundirse mucho más: socializarse, dicen, porque difìcilmente alguien en Cuernavaca puede recorrer todas las calles y colonias a diario.

Hace bien Urióstegui en no pelear, porque enfrente tiene enormes retos que tomarán todo el talento y fuerza del Ayuntamiento para cumplirse, como la búsqueda de dar certeza jurídica a la tenencia de la tierra en la ciudad, un problema añejo que ha ahuyentado a los grandes inversionistas además de inflar artificialmente los precios de las propiedades, dificultar el acceso a créditos de vivienda en la ciudad y hasta favorecer cualquier cantidad de fraudes.

Así que si los panistas se pelean entre ellos o con el equipo que ha acompañado siempre a Urióstegui es un asunto poco relevante frente al necesario reordenamiento del ambulantaje, la urgencia de intervención de edificios municipales en mal estado, el deterioro histórico en la infraestructura vial e hidráulica, la deuda heredada por su administración y toda la colección de pendientes que importan más que la brillantez o simpatía que pueda emanar un funcionario de cualquier nivel en el ayuntamiento. Urióstegui, y en esto seguro coincide con la mayoría de los habitantes de Cuernavaca, debe tener otras preocupaciones.

Y por supuesto que habrá quienes desde dentro del Ayuntamiento busquen, por intereses personales, mala fe o hasta diferencias de proyecto, bloquear el trabajo que se hace en la comuna, pero de eso no debería ocuparse el alcalde, seguro tiene quién atienda las grillas. La preocupación del administrador de la ciudad debe ser justamente esa y le requiere todo su tiempo y talento. Así está la ciudad que le dejaron y de la que ya no se puede quejar.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Antes que la opción más fácil de la oposición para disputar la gubernatura a Morena en el 2024, José Luis Urióstegui Salgado tiene claro que es el alcalde de Cuernavaca, una ciudad con accidentada y larguísima historia, complicada como pocas; la más poblada del estado y entre las primeras cuarenta del país, con más de 378 mil habitantes, y cuya vocación turística significa una muy alta población flotante.

Después de por lo menos seis años de un abandono que se nota en los indicadores, y más de una década de pésimas decisiones de las autoridades municipales, el trabajo del equipo de Urióstegui difìcilmente cambiará todo de la noche a la mañana, pero se notan ya algunos avances en materia de finanzas públicas (la deuda del municipio se ha reducido), seguridad pública (los índices de delitos de alto impacto van a la baja), obra pública (se ha invertido más en vialidades en el primer semestre de esta administración que en cualquiera de los años anteriores).

Por supuesto que falta aún mucho por hacer para detener la estrepitosa caída en el nivel de vida de quienes residen en la ciudad y no todo depende del Ayuntamiento, pero por lo menos agrada que el alcalde dedique mucho más tiempo a trabajar y buscar alianzas con grupos de la sociedad civil, que en los pleitos con diversos actores políticos que tanto extrañan los rencorosos que abundan en Morelos. Y a lo mejor para muchos es difícil entender cómo el alcalde no cae en la tentación de la grilla (los últimos seis años a Morelos se le ha ido la vida en eso), pero José Luis no es un hombre de pleito, aunque para muchos tendría motivos para hacerlo.

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Las disputas entre grupos en el Ayuntamiento son evidentes, pero al alcalde no le quitan el sueño. Como ocurre en cualquier pleito público, hay quienes apoyan a un bando y quienes respaldan al otro, así que el juicio de algunos sectores sobre el trabajo que el municipio se reduce a esa dicotomía morbosona, pero francamente irrelevante. En términos de los datos que arroja la administración de Cuernavaca en el primer semestre del 2022, las cosas han mejorado, aunque para muchos, esos pequeños éxitos deberían difundirse mucho más: socializarse, dicen, porque difìcilmente alguien en Cuernavaca puede recorrer todas las calles y colonias a diario.

Hace bien Urióstegui en no pelear, porque enfrente tiene enormes retos que tomarán todo el talento y fuerza del Ayuntamiento para cumplirse, como la búsqueda de dar certeza jurídica a la tenencia de la tierra en la ciudad, un problema añejo que ha ahuyentado a los grandes inversionistas además de inflar artificialmente los precios de las propiedades, dificultar el acceso a créditos de vivienda en la ciudad y hasta favorecer cualquier cantidad de fraudes.

Así que si los panistas se pelean entre ellos o con el equipo que ha acompañado siempre a Urióstegui es un asunto poco relevante frente al necesario reordenamiento del ambulantaje, la urgencia de intervención de edificios municipales en mal estado, el deterioro histórico en la infraestructura vial e hidráulica, la deuda heredada por su administración y toda la colección de pendientes que importan más que la brillantez o simpatía que pueda emanar un funcionario de cualquier nivel en el ayuntamiento. Urióstegui, y en esto seguro coincide con la mayoría de los habitantes de Cuernavaca, debe tener otras preocupaciones.

Y por supuesto que habrá quienes desde dentro del Ayuntamiento busquen, por intereses personales, mala fe o hasta diferencias de proyecto, bloquear el trabajo que se hace en la comuna, pero de eso no debería ocuparse el alcalde, seguro tiene quién atienda las grillas. La preocupación del administrador de la ciudad debe ser justamente esa y le requiere todo su tiempo y talento. Así está la ciudad que le dejaron y de la que ya no se puede quejar.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx