/ viernes 26 de mayo de 2023

Los enemigos del gober Cuauhtémoc Blanco



Daniel Martínez Castellanos

Si hay algo que ha caracterizado la carrera política de Cuauhtémoc Blanco es la permanente renuencia a la conciliación. Recién elegido alcalde se peleó con los hermanos Julio y Roberto Yáñez, quienes lo trajeron a Cuernavaca. Unos meses después ya era enemigo también del gobernador Graco Ramírez y de los entonces poderosos Alberto Capella y Rodrigo Gayosso, Comisionado de Seguridad y operador político del graquismo, respectivamente. Ya enfilado a contender por la gubernatura entró en un nuevo conflicto, esta vez con Rabindranath Salazar y todos quienes se suponían aliados políticos de quien fuera uno de los fundadores de Morena en el estado.

Una vez electo gobernador, Cuauhtémoc Blanco se enfrentó con la entonces dirigente nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, por marginar a cuadros de Morena de la integración de su gabinete. En paralelo mantenía un pleito cada vez menos discreto con los diputados que habían sido sus aliados en la campaña (Morena y PT), y por supuesto con la entonces muy disminuida oposición. Luego se enfrentaría a alcaldes a quienes acusaba de ser del equipo de Rabindranath Salazar, o sencillamente, no ser de su equipo. En el trayecto también peleó con la senadora Lucy Meza.

En esa dinámica, incluso el gabinete de Cuauhtémoc Blanco operaba en medio del pleito. De la división en dos partes se pasó a las tres fracciones y luego al dominio de una sola, lo que dejó múltiples damnificados en el camino. Tras las elecciones del 2021 se reavivó el conflicto con los que desde el gobierno llamaban “los rabines”, pero mucho también ya con alcaldes y diputados de una oposición que recuperaba posiciones, . Hoy es constantemente verbalizado por el gobernador el pleito con los diputados Francisco Sánchez Zavala y Agustín Alonso Gutiérrez.

Los “enemigos” del gober se multiplican si se escucha a sus mandos medios, entonces entran abogados, medios de comunicación, periodistas, artistas, empresarios, militantes de partidos y grupos de la sociedad civil que han sido críticos de los magros resultados de una administración profundamente limitada. Si sumamos los antiguos colaboradores del gobernador, hoy evidentemente molestos por cómo van las cosas, la lista tendría, por ejemplo, a Guillermo López Ruvalcaba, Gerardo Becerra, Hugo Eric Flores.

Y es que la personalidad conspiranoica del gabinete de Cuauhtémoc Blanco lo hace ver enemigos que se ocupan su tiempo en confabulaciones para hacer tropezar los proyectos del gobierno estatal (si tan sólo alguien supiera cuáles son esos). El gobernador no parece un sujeto timorato, pero cree a pie juntillas los cuentos de complot y sediciosas conjuras que le platican quienes tienen acceso a él. Ignoramos si ese grupo compacto realmente tiene tan bajo nivel de comprensión de la realidad que asume conspiraciones en hechos más bien azarosos y las consecuencias naturales de los mismos; probablemente sólo les convenga la narrativa de la conspiración para explicar la nula voluntad al diálogo y el escaso trabajo en el diseño e implementación de políticas públicas; pero todo indica que el gobernador y su gabinete operan bajo esa lógica y así consideran enemigos incluso a quienes ni siquiera los topan (como dice la chaviza).

El gobernador acumula enemigos porque así lo han dispuesto desde las oficinas de gobierno. No existe, salvo probablemente en algunos sociópatas, la intención de dañar al Ejecutivo estatal, en todo caso, los conflictos se han dado por la defensa justificada de grupos sociales amenazados por la violencia, la inseguridad, la falta de inversión, el escaso desarrollo. ¿Las víctimas de la delincuencia son confabuladores? ¿los empresarios que piden mejores condiciones para invertir y crecer? ¿la ciudadanía que exige una mejor calidad de vida? Los enemigos del gobernador son a quienes el Ejecutivo ha etiquetado así y son cada vez más en tanto el gobierno es cada vez menos.

Por lo pronto, queda claro que muchos de los supuestos enemigos están en el partido al que hoy jura lealtad el gobernador que ha portado en los últimos ocho años los colores de tres fuerzas políticas profundamente diversas. Por cierto, no parece que ninguno de ellos confabule contra el gobierno, aunque probablemente el anhelo de continuar sus carreras políticas los haga enfrentarse contra el proyecto de permanencia que busca Cuauhtémoc Blanco para su equipo en Morelos. En cambio, es evidente que se han tejido campañas desde despachos cercanos al Ejecutivo para destruir las reputaciones de quienes ellos consideran los “enemigos”.

Esos políticos en precampaña probablemente recuerden al gobernador y su equipo lo cómodo que era ser oposición.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx



Daniel Martínez Castellanos

Si hay algo que ha caracterizado la carrera política de Cuauhtémoc Blanco es la permanente renuencia a la conciliación. Recién elegido alcalde se peleó con los hermanos Julio y Roberto Yáñez, quienes lo trajeron a Cuernavaca. Unos meses después ya era enemigo también del gobernador Graco Ramírez y de los entonces poderosos Alberto Capella y Rodrigo Gayosso, Comisionado de Seguridad y operador político del graquismo, respectivamente. Ya enfilado a contender por la gubernatura entró en un nuevo conflicto, esta vez con Rabindranath Salazar y todos quienes se suponían aliados políticos de quien fuera uno de los fundadores de Morena en el estado.

Una vez electo gobernador, Cuauhtémoc Blanco se enfrentó con la entonces dirigente nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, por marginar a cuadros de Morena de la integración de su gabinete. En paralelo mantenía un pleito cada vez menos discreto con los diputados que habían sido sus aliados en la campaña (Morena y PT), y por supuesto con la entonces muy disminuida oposición. Luego se enfrentaría a alcaldes a quienes acusaba de ser del equipo de Rabindranath Salazar, o sencillamente, no ser de su equipo. En el trayecto también peleó con la senadora Lucy Meza.

En esa dinámica, incluso el gabinete de Cuauhtémoc Blanco operaba en medio del pleito. De la división en dos partes se pasó a las tres fracciones y luego al dominio de una sola, lo que dejó múltiples damnificados en el camino. Tras las elecciones del 2021 se reavivó el conflicto con los que desde el gobierno llamaban “los rabines”, pero mucho también ya con alcaldes y diputados de una oposición que recuperaba posiciones, . Hoy es constantemente verbalizado por el gobernador el pleito con los diputados Francisco Sánchez Zavala y Agustín Alonso Gutiérrez.

Los “enemigos” del gober se multiplican si se escucha a sus mandos medios, entonces entran abogados, medios de comunicación, periodistas, artistas, empresarios, militantes de partidos y grupos de la sociedad civil que han sido críticos de los magros resultados de una administración profundamente limitada. Si sumamos los antiguos colaboradores del gobernador, hoy evidentemente molestos por cómo van las cosas, la lista tendría, por ejemplo, a Guillermo López Ruvalcaba, Gerardo Becerra, Hugo Eric Flores.

Y es que la personalidad conspiranoica del gabinete de Cuauhtémoc Blanco lo hace ver enemigos que se ocupan su tiempo en confabulaciones para hacer tropezar los proyectos del gobierno estatal (si tan sólo alguien supiera cuáles son esos). El gobernador no parece un sujeto timorato, pero cree a pie juntillas los cuentos de complot y sediciosas conjuras que le platican quienes tienen acceso a él. Ignoramos si ese grupo compacto realmente tiene tan bajo nivel de comprensión de la realidad que asume conspiraciones en hechos más bien azarosos y las consecuencias naturales de los mismos; probablemente sólo les convenga la narrativa de la conspiración para explicar la nula voluntad al diálogo y el escaso trabajo en el diseño e implementación de políticas públicas; pero todo indica que el gobernador y su gabinete operan bajo esa lógica y así consideran enemigos incluso a quienes ni siquiera los topan (como dice la chaviza).

El gobernador acumula enemigos porque así lo han dispuesto desde las oficinas de gobierno. No existe, salvo probablemente en algunos sociópatas, la intención de dañar al Ejecutivo estatal, en todo caso, los conflictos se han dado por la defensa justificada de grupos sociales amenazados por la violencia, la inseguridad, la falta de inversión, el escaso desarrollo. ¿Las víctimas de la delincuencia son confabuladores? ¿los empresarios que piden mejores condiciones para invertir y crecer? ¿la ciudadanía que exige una mejor calidad de vida? Los enemigos del gobernador son a quienes el Ejecutivo ha etiquetado así y son cada vez más en tanto el gobierno es cada vez menos.

Por lo pronto, queda claro que muchos de los supuestos enemigos están en el partido al que hoy jura lealtad el gobernador que ha portado en los últimos ocho años los colores de tres fuerzas políticas profundamente diversas. Por cierto, no parece que ninguno de ellos confabule contra el gobierno, aunque probablemente el anhelo de continuar sus carreras políticas los haga enfrentarse contra el proyecto de permanencia que busca Cuauhtémoc Blanco para su equipo en Morelos. En cambio, es evidente que se han tejido campañas desde despachos cercanos al Ejecutivo para destruir las reputaciones de quienes ellos consideran los “enemigos”.

Esos políticos en precampaña probablemente recuerden al gobernador y su equipo lo cómodo que era ser oposición.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx