/ jueves 18 de mayo de 2023

Lo que sabemos por las encuestas

El tiempo que va del sexenio hemos oído que, si fuera más inteligente, la oposición estaría viviendo un día de campo para superar a los gobiernos llamados de la 4t, mismos que, salvo algunas excepciones han resultado en francos desastres. Y en efecto, la evaluación de resultados no respalda a los gobernadores ni alcaldes de Morena quienes tienen en promedio menos aprobación ciudadana que los de sus odiados rivales, PAN y PRI, sin embargo, según apuntan las encuestas, Morena sigue siendo la fuerza política con mayor intención de voto entre la ciudadanía, un fenómeno que preocupa a algunos analistas y partidarios de la oposición y genera, en cambio, una falsa sensación de tranquilidad en los militantes del partido guinda.

Si bien no en materia predictiva electoral, lo cierto es que las mediciones de opinión pública que hasta ahora conocemos refuerzan conocimientos que ya intuíamos. Primero, el hecho de que el respaldo ciudadano no es transferible, es decir, el alto respaldo ciudadano que registra Andrés Manuel López Obrador, no se traslada a ninguna de las figuras políticas de Morena. Segundo, la popularidad del presidente no es homogénea en el país. Por ejemplo, en Cuernavaca López Obrador tiene mucho menor respaldo que en Cuautla. Tres, los estratos sociales, el nivel de estudios y otras características sociodemográficas también muestran variaciones relevantes en el respaldo a la figura presidencial.

En Morelos, el alto rechazo a la figura del gobernador, no es aquilatado por una fuerza de la oposición, ni significa la caída indiscutible de preferencia electoral para Morena, su nuevo partido. El rechazo a Cuauhtémoc Blanco en Morelos parece repartirse por igual entre la intención de voto que tenían en las elecciones del 2018, los partidos que contendieron entonces y mantienen su registro ahora. Morena va a la cabeza seguido por el PAN y el resto de los partidos se reparten la mitad del electorado restante.

La intención de voto suele moverse drásticamente con la nominación de candidatos, como se ha visto en muchas elecciones estatales. Y aunque en Morelos ninguno de quienes buscan candidaturas a la gubernatura del estado parece concentrar un respaldo ciudadano mayoritario, o siquiera muy relevante, puede preverse que hay nominaciones que harían mucho mayor daño a sus respectivas marcas (partidos) que otras.

Al momento, no se perciben posibilidades de vivir en Morelos una experiencia similar a la de 2018, en que la hoy oposición fue arrollada en las elecciones por un tándem que entonces gozaba de enorme popularidad, Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Blanco Bravo. Ninguno de los aspirantes a la presidencia de la República, pero tampoco a la gubernatura del estado, tienen siquiera la mitad de la popularidad que lograron en aquella cúspide del 18 el presidente y el gobernador. Eso por cierto nos lleva a otra evidencia que arrojan los estudios de opinión: el ejercicio del poder desgasta a cualquier político, pero incluso con los peores indicadores, el desgaste suele ser distinto. El respaldo a López Obrador ha caído en márgenes normales, similares a los que tuvieron Felipe Calderón o Ernesto Zedillo, en sus administraciones; en el caso de Cuauhtémoc Blanco, la caída de éste ha sido estrepitosa.

Cierto que los escándalos en torno a la presidencia de la República y la gubernatura del estado podrían haber sido mejor aprovechados por una oposición que parece no salir del tremendo golpe que los electores le propinaron en el 2018. Lo fraseamos bien, quienes hicieron perder a la hoy oposición, como en todos los comicios, fueron los electores, no el partido triunfador. En todo caso, López Obrador y Cuauhtémoc Blanco aprovecharon las catástrofes gubernamentales de Enrique Peña Nieto y Graco Ramírez, que los electores se cobraron en las urnas. Cierto que hoy no parece haber un catalizador de la inconformidad ciudadana como en su momento lo fueron AMLO y Cuauhtémoc, pero no queda muy claro que tal haga falta mucha falta para orientar la decisión ciudadana. En todo caso, la oposición debería estar concentrada en presentar propuestas alternativas para solucionar los problemas que las actuales administraciones, estatal, federal y municipales han sido incapaces de siquiera atender. Eso ayudaría mucho a acomodar los números.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx


El tiempo que va del sexenio hemos oído que, si fuera más inteligente, la oposición estaría viviendo un día de campo para superar a los gobiernos llamados de la 4t, mismos que, salvo algunas excepciones han resultado en francos desastres. Y en efecto, la evaluación de resultados no respalda a los gobernadores ni alcaldes de Morena quienes tienen en promedio menos aprobación ciudadana que los de sus odiados rivales, PAN y PRI, sin embargo, según apuntan las encuestas, Morena sigue siendo la fuerza política con mayor intención de voto entre la ciudadanía, un fenómeno que preocupa a algunos analistas y partidarios de la oposición y genera, en cambio, una falsa sensación de tranquilidad en los militantes del partido guinda.

Si bien no en materia predictiva electoral, lo cierto es que las mediciones de opinión pública que hasta ahora conocemos refuerzan conocimientos que ya intuíamos. Primero, el hecho de que el respaldo ciudadano no es transferible, es decir, el alto respaldo ciudadano que registra Andrés Manuel López Obrador, no se traslada a ninguna de las figuras políticas de Morena. Segundo, la popularidad del presidente no es homogénea en el país. Por ejemplo, en Cuernavaca López Obrador tiene mucho menor respaldo que en Cuautla. Tres, los estratos sociales, el nivel de estudios y otras características sociodemográficas también muestran variaciones relevantes en el respaldo a la figura presidencial.

En Morelos, el alto rechazo a la figura del gobernador, no es aquilatado por una fuerza de la oposición, ni significa la caída indiscutible de preferencia electoral para Morena, su nuevo partido. El rechazo a Cuauhtémoc Blanco en Morelos parece repartirse por igual entre la intención de voto que tenían en las elecciones del 2018, los partidos que contendieron entonces y mantienen su registro ahora. Morena va a la cabeza seguido por el PAN y el resto de los partidos se reparten la mitad del electorado restante.

La intención de voto suele moverse drásticamente con la nominación de candidatos, como se ha visto en muchas elecciones estatales. Y aunque en Morelos ninguno de quienes buscan candidaturas a la gubernatura del estado parece concentrar un respaldo ciudadano mayoritario, o siquiera muy relevante, puede preverse que hay nominaciones que harían mucho mayor daño a sus respectivas marcas (partidos) que otras.

Al momento, no se perciben posibilidades de vivir en Morelos una experiencia similar a la de 2018, en que la hoy oposición fue arrollada en las elecciones por un tándem que entonces gozaba de enorme popularidad, Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Blanco Bravo. Ninguno de los aspirantes a la presidencia de la República, pero tampoco a la gubernatura del estado, tienen siquiera la mitad de la popularidad que lograron en aquella cúspide del 18 el presidente y el gobernador. Eso por cierto nos lleva a otra evidencia que arrojan los estudios de opinión: el ejercicio del poder desgasta a cualquier político, pero incluso con los peores indicadores, el desgaste suele ser distinto. El respaldo a López Obrador ha caído en márgenes normales, similares a los que tuvieron Felipe Calderón o Ernesto Zedillo, en sus administraciones; en el caso de Cuauhtémoc Blanco, la caída de éste ha sido estrepitosa.

Cierto que los escándalos en torno a la presidencia de la República y la gubernatura del estado podrían haber sido mejor aprovechados por una oposición que parece no salir del tremendo golpe que los electores le propinaron en el 2018. Lo fraseamos bien, quienes hicieron perder a la hoy oposición, como en todos los comicios, fueron los electores, no el partido triunfador. En todo caso, López Obrador y Cuauhtémoc Blanco aprovecharon las catástrofes gubernamentales de Enrique Peña Nieto y Graco Ramírez, que los electores se cobraron en las urnas. Cierto que hoy no parece haber un catalizador de la inconformidad ciudadana como en su momento lo fueron AMLO y Cuauhtémoc, pero no queda muy claro que tal haga falta mucha falta para orientar la decisión ciudadana. En todo caso, la oposición debería estar concentrada en presentar propuestas alternativas para solucionar los problemas que las actuales administraciones, estatal, federal y municipales han sido incapaces de siquiera atender. Eso ayudaría mucho a acomodar los números.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx