/ viernes 22 de julio de 2022

¿La seguridad mejora? Acá unos datos

La ligera disminución en la percepción de inseguridad en el estado que reporta el INEGI coincide parcialmente con la realidad que arrojan los datos de crímenes en la entidad publicados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Si bien en los homicidios dolosos hay un aumento de casi uno por ciento en el primer semestre del año, en contraste con el de 2021, en feminicidio se mantiene la cifra y en secuestros el aumento en el mismo período es de 62% respecto del año anterior. Los datos sobre robo total, robo de vehículos, robo a negocios y extorsión, muestran un mínimo descenso en el mismo comparativo.

Entre enero y junio del 2021, se habían cometido en Morelos 498 homicidios dolosos, 21 feminicidios y 8 secuestros; en los mismos seis meses del 2022, hubo 505 asesinatos, 21 feminicidios y 13 secuestros. En cambio, para el mismo período el robo total pasó de 7 mil 377 a 7 mil 178; el robo a negocio de mil 201 a mil 199, el robo de vehículo fue de mil 944 a mil 916; la extorsión cayó de 72 a 65 denuncias.

Y sin cambios en la estrategia de seguridad del gobierno del estado, en las condiciones crimonógenas de la entidad, ni una notable evolución cívica en la entidad; tendría que reconocerse que la única variable que se ha modificado es el ingreso de nuevas administraciones municipales que parecen haber asumido un compromiso más fuerte, ordenado o creativo, con la seguridad pública. Aparentemente, cumplido el primer semestre de las nuevas administraciones municipales, hay alcaldes que podrían anotarse una palomita en materia de seguridad. Porque Cuauhtémoc Blanco seguro podría decir que la disminución se debe al arribo de más fuerzas federales, pero si revisamos los datos de toda su administración, las anteriores incorporaciones de Ejército, Marina y Guardia Nacional, no pudieron siquiera contener el aumento de crímenes en el estado. También algunos asegurarán sin muchas bases que se trata del efecto de la estrategia federal que busca abatir las causas del delito, aunque los factores criminógenos, deserción escolar, desempleo, consumo de alcohol y estupefacientes, marginación, fracaso escolar, mala calidad de vida, falta de acceso a las oportunidades, y los demás, siguen existiendo y en muchos indicadores han aumentado en los recientes tres años.

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En efecto, lo único que cambia aparentemente es el arribo de alcaldes que parecen más preocupados y ocupados de la seguridad pública en sus municipios. Y acá vale resaltar el modelo de Cuernavaca en materia de combate al robo de vehículos, por ejemplo, que ha logrado reducir la frecuencia del delito que, por el famoso efecto cucaracha, empieza a incrementarse en otras regiones del estado. Pero también en otros ayuntamientos, como Cuautla, Jiutepec, Jojutla, se ha notado un renovado esfuerzo de los alcaldes por influir más en las decisiones sobre seguridad pública.

Pero no es momento de echar campanas al vuelo, aún podría ser que la reducción en los delitos citados provenga de una anomalía estadística o algún fenómeno externo. Aún cuando la percepción de seguridad en el estado ha mejorado un poco, (la proporción de la gente que se siente en riesgo es 1% menor), lo cierto es que los delitos siguen siendo muchos más de los que se considerarían normales desde la crueldad de la estadística en ciencias sociales. Sólo los mil 916 robos de vehículos (10.6 diarios en promedio) significan una pérdida para el primer trimestre del año de más de 70 millones de pesos.

Si bien parece que la acción menos despreocupada de los alcaldes y sus ayuntamientos en las tareas de seguridad empieza a dar resultados, también lo es que aún no son suficientes. La inteligencia, esfuerzo, y trabajo de los municipios en la tarea de seguridad debe reforzarse para contribuir a la disminución de todos los delitos hasta niveles en que por lo menos ya no sean la principal preocupación de los morelenses.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La ligera disminución en la percepción de inseguridad en el estado que reporta el INEGI coincide parcialmente con la realidad que arrojan los datos de crímenes en la entidad publicados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Si bien en los homicidios dolosos hay un aumento de casi uno por ciento en el primer semestre del año, en contraste con el de 2021, en feminicidio se mantiene la cifra y en secuestros el aumento en el mismo período es de 62% respecto del año anterior. Los datos sobre robo total, robo de vehículos, robo a negocios y extorsión, muestran un mínimo descenso en el mismo comparativo.

Entre enero y junio del 2021, se habían cometido en Morelos 498 homicidios dolosos, 21 feminicidios y 8 secuestros; en los mismos seis meses del 2022, hubo 505 asesinatos, 21 feminicidios y 13 secuestros. En cambio, para el mismo período el robo total pasó de 7 mil 377 a 7 mil 178; el robo a negocio de mil 201 a mil 199, el robo de vehículo fue de mil 944 a mil 916; la extorsión cayó de 72 a 65 denuncias.

Y sin cambios en la estrategia de seguridad del gobierno del estado, en las condiciones crimonógenas de la entidad, ni una notable evolución cívica en la entidad; tendría que reconocerse que la única variable que se ha modificado es el ingreso de nuevas administraciones municipales que parecen haber asumido un compromiso más fuerte, ordenado o creativo, con la seguridad pública. Aparentemente, cumplido el primer semestre de las nuevas administraciones municipales, hay alcaldes que podrían anotarse una palomita en materia de seguridad. Porque Cuauhtémoc Blanco seguro podría decir que la disminución se debe al arribo de más fuerzas federales, pero si revisamos los datos de toda su administración, las anteriores incorporaciones de Ejército, Marina y Guardia Nacional, no pudieron siquiera contener el aumento de crímenes en el estado. También algunos asegurarán sin muchas bases que se trata del efecto de la estrategia federal que busca abatir las causas del delito, aunque los factores criminógenos, deserción escolar, desempleo, consumo de alcohol y estupefacientes, marginación, fracaso escolar, mala calidad de vida, falta de acceso a las oportunidades, y los demás, siguen existiendo y en muchos indicadores han aumentado en los recientes tres años.

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En efecto, lo único que cambia aparentemente es el arribo de alcaldes que parecen más preocupados y ocupados de la seguridad pública en sus municipios. Y acá vale resaltar el modelo de Cuernavaca en materia de combate al robo de vehículos, por ejemplo, que ha logrado reducir la frecuencia del delito que, por el famoso efecto cucaracha, empieza a incrementarse en otras regiones del estado. Pero también en otros ayuntamientos, como Cuautla, Jiutepec, Jojutla, se ha notado un renovado esfuerzo de los alcaldes por influir más en las decisiones sobre seguridad pública.

Pero no es momento de echar campanas al vuelo, aún podría ser que la reducción en los delitos citados provenga de una anomalía estadística o algún fenómeno externo. Aún cuando la percepción de seguridad en el estado ha mejorado un poco, (la proporción de la gente que se siente en riesgo es 1% menor), lo cierto es que los delitos siguen siendo muchos más de los que se considerarían normales desde la crueldad de la estadística en ciencias sociales. Sólo los mil 916 robos de vehículos (10.6 diarios en promedio) significan una pérdida para el primer trimestre del año de más de 70 millones de pesos.

Si bien parece que la acción menos despreocupada de los alcaldes y sus ayuntamientos en las tareas de seguridad empieza a dar resultados, también lo es que aún no son suficientes. La inteligencia, esfuerzo, y trabajo de los municipios en la tarea de seguridad debe reforzarse para contribuir a la disminución de todos los delitos hasta niveles en que por lo menos ya no sean la principal preocupación de los morelenses.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx