/ martes 14 de marzo de 2023

La crisis de la enseñanza en Morelos

Casi 23 mil niños abandonaron las aulas del nivel básico entre 2019 y 2022. No existe una evaluación estandarizada pública que nos permita saber el daño que la irregularidad de las clases a distancia trajo al aprendizaje de los otros 121 mil alumnos que pudieron permanecer en sus escuelas. El Instituto de la Educación Básica no parece tener un plan integral de recuperación de la matrícula escolar y de los aprendizajes perdidos durante la pandemia y eso debería preocuparnos mucho a todos.

La administración de Cuauhtémoc Blanco no se ha caracterizado por tener visión de largo plazo ni grandes y efectivas políticas públicas. En prácticamente cada una de las áreas del Ejecutivo hay una evidente dependencia de los lineamientos del gobierno federal y en educación parece ser mucho mayor. Pero ése no es el único fenómeno que explica el descuido de la enseñanza en Morelos, a los orígenes habría que sumar el uso político de la estructura administrativa del Instituto de la Educación Básica, la deuda enorme que tiene Morelos con el uso de nuevas tecnologías, la escasa inversión en infraestructura y equipamiento, el bajo ingreso familiar y su consecuente falta de acceso a créditos y, hasta la atípicamente larga gestión en la dirigencia seccional del SNTE cuyo debilitamiento dificultó la exigencia de mejores condiciones educativas durante e inmediatamente después de la contingencia sanitaria por Covid-19.

Más allá de que por lo menos la mitad de esos problemas debieron atenderse en los escritorios de las autoridades educativas, particularmente del IEBEM, llama la atención que no parece haber siquiera la intención de un plan integral para corregir los efectos de la pandemia en la población escolar del nivel básico. Conociendo los indicadores de deserción y los testimonios de miles de maestros y padres de familia sobre el bajo rendimiento escolar durante la pandemia y el enorme déficit educativo que presentan los estudiantes, la mayor atención de la dirección del IEBEM durante 2022 y los dos primeros meses del año, giró en torno a dos procesos electorales menores, el de la dirigencia estatal de Morena, entre febrero y agosto del año pasado; y el de el comité ejecutivo de la sección 19 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que empezó a perfilarse en noviembre y quedó resuelto el 21 de febrero pasado. Para éste último, incluso se hicieron nombramientos de mandos medios en el instituto que buscaban impulsar al candidato favorito del director, Eliacín Salgado.

Mientras tanto, la catástrofe que dejó el Covid en la educación se agrava con las políticas federales más preocupadas por la ideología que por los resultados, y con la perspectiva de que la ya de por sí mediocre inversión en el sector (México es el país de la OCDE que menos invierte en gasto social) se reoriente a fines de mayor efectividad electoral que social o económica. Alguien debería meter las manos.

La anterior crisis en la educación, provocada aquella por el movimiento magisterial del 2008, fue paliada en alguna medida gracias a la intervención de particulares que ofrecieron espacio en sus aulas para cientos de estudiantes que quedaron fuera de las aulas por los paros de los maestros. En esta ocasión los particulares no parecen una solución en tanto muchos de ellos atraviesan por problemas también graves generados por la crisis económica de la pandemia; pero también porque son vistos por la autoridad educativa federal como mercaderes de la educación en una evidente ignorancia del aporte de las escuelas particulares a la educación mexicana desde que el país existe.

El SNTE podría intervenir, aunque la cantidad de pendientes que heredó la dirigencia estatal, el distanciamiento con la autoridad educativa loca, y la alineación acrítica de su liderazgo nacional con el proyecto educativo del gobierno federal, alejan la posibilidad de que el sindicato encabece un proyecto educativo que solucione el problema.

En este panorama, llama poderosamente la atención que tampoco el Congreso parezca dispuesto a llamar a cuentas a la autoridad educativa para exigir un proyecto de regularización de matrícula y aprendizajes. Probablemente también tienen otras cosas qué hacer.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx


Casi 23 mil niños abandonaron las aulas del nivel básico entre 2019 y 2022. No existe una evaluación estandarizada pública que nos permita saber el daño que la irregularidad de las clases a distancia trajo al aprendizaje de los otros 121 mil alumnos que pudieron permanecer en sus escuelas. El Instituto de la Educación Básica no parece tener un plan integral de recuperación de la matrícula escolar y de los aprendizajes perdidos durante la pandemia y eso debería preocuparnos mucho a todos.

La administración de Cuauhtémoc Blanco no se ha caracterizado por tener visión de largo plazo ni grandes y efectivas políticas públicas. En prácticamente cada una de las áreas del Ejecutivo hay una evidente dependencia de los lineamientos del gobierno federal y en educación parece ser mucho mayor. Pero ése no es el único fenómeno que explica el descuido de la enseñanza en Morelos, a los orígenes habría que sumar el uso político de la estructura administrativa del Instituto de la Educación Básica, la deuda enorme que tiene Morelos con el uso de nuevas tecnologías, la escasa inversión en infraestructura y equipamiento, el bajo ingreso familiar y su consecuente falta de acceso a créditos y, hasta la atípicamente larga gestión en la dirigencia seccional del SNTE cuyo debilitamiento dificultó la exigencia de mejores condiciones educativas durante e inmediatamente después de la contingencia sanitaria por Covid-19.

Más allá de que por lo menos la mitad de esos problemas debieron atenderse en los escritorios de las autoridades educativas, particularmente del IEBEM, llama la atención que no parece haber siquiera la intención de un plan integral para corregir los efectos de la pandemia en la población escolar del nivel básico. Conociendo los indicadores de deserción y los testimonios de miles de maestros y padres de familia sobre el bajo rendimiento escolar durante la pandemia y el enorme déficit educativo que presentan los estudiantes, la mayor atención de la dirección del IEBEM durante 2022 y los dos primeros meses del año, giró en torno a dos procesos electorales menores, el de la dirigencia estatal de Morena, entre febrero y agosto del año pasado; y el de el comité ejecutivo de la sección 19 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que empezó a perfilarse en noviembre y quedó resuelto el 21 de febrero pasado. Para éste último, incluso se hicieron nombramientos de mandos medios en el instituto que buscaban impulsar al candidato favorito del director, Eliacín Salgado.

Mientras tanto, la catástrofe que dejó el Covid en la educación se agrava con las políticas federales más preocupadas por la ideología que por los resultados, y con la perspectiva de que la ya de por sí mediocre inversión en el sector (México es el país de la OCDE que menos invierte en gasto social) se reoriente a fines de mayor efectividad electoral que social o económica. Alguien debería meter las manos.

La anterior crisis en la educación, provocada aquella por el movimiento magisterial del 2008, fue paliada en alguna medida gracias a la intervención de particulares que ofrecieron espacio en sus aulas para cientos de estudiantes que quedaron fuera de las aulas por los paros de los maestros. En esta ocasión los particulares no parecen una solución en tanto muchos de ellos atraviesan por problemas también graves generados por la crisis económica de la pandemia; pero también porque son vistos por la autoridad educativa federal como mercaderes de la educación en una evidente ignorancia del aporte de las escuelas particulares a la educación mexicana desde que el país existe.

El SNTE podría intervenir, aunque la cantidad de pendientes que heredó la dirigencia estatal, el distanciamiento con la autoridad educativa loca, y la alineación acrítica de su liderazgo nacional con el proyecto educativo del gobierno federal, alejan la posibilidad de que el sindicato encabece un proyecto educativo que solucione el problema.

En este panorama, llama poderosamente la atención que tampoco el Congreso parezca dispuesto a llamar a cuentas a la autoridad educativa para exigir un proyecto de regularización de matrícula y aprendizajes. Probablemente también tienen otras cosas qué hacer.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx