/ martes 21 de febrero de 2023

El SNTE elige dirigencia en Morelos

Después de una breve campaña oficial, pero muchos meses de proselitismo entre los trabajadores de la educación, por fin los más de 24 mil trabajadores de la educación de Morelos, activos y jubilados, elegirán a su nueva dirigencia sindical. Morelos rompió la marca de más planillas registradas para el proceso de renovación en el SNTE con 10, lo que refrenda la idea de que a los de acá les cuesta mucho trabajo construir acuerdos (en la elección constitucional de 2021, participaron más de 20 partidos). Pese a la decena de aparentes alternativas, lo cierto es que los profes no cuentan con gran variedad; están los que quieren volver al pasado, los que quieren romperlo todo y los que promueven construir un futuro para la sección 19, el magisterio de Morelos, y la educación en el estado.

Cada profe votará por lo que crea conveniente, aunque alguien tendría que llamar a cierta responsabilidad social, en tanto la educación es un bien público y los efectos de la misma impactan a la mayoría de la niñez y la juventud, y a toda la sociedad. Claro que a todos nos conviene que los trabajadores de la educación estén contentos, e idealmente esa felicidad tendría que darse a partir de la certeza y convicción de que están cumpliendo su misión social, pero hay tantos asegunes en este mágico Morelos que vale la pena recordarles a los profes que la estabilidad social y el futuro del estado depende en alguna medida de la decisión que tomen cuando acudan a los centros de votación para elegir a alguna de las diez planillas que buscan la dirigencia. Porque ¿qué oportunidad tuvo la sociedad para defenderse de los líderes sindicales que vendían plazas, que toleraban aviadores, que dieron al traste a la calidad de la educación, que arruinaron la imagen ejemplar del magisterio? Así de serio es el asunto.

Entristece a la sociedad ver la guerra sucia que en los últimos meses se desató contra algunos aspirantes. Las injurias y calumnias arreciaron en las dos semanas de campaña y llegaron a diluir muchas de las propuestas de los aspirantes. Y claro que a esa forma de trabajo estaban acostumbrados algunos hacedores de campañas magisteriales y les daba resultados cuando las designaciones eran ensambladas desde el Comité Nacional del SNTE que poco o nada conocía del magisterio morelense. En el plano local los profes y los trabajadores de apoyo a la educación conocen a cada uno de los aspirantes, saben de la valía de cada quién, por lo que una andanada de insultos difícilmente causará resultados muy diversos en la elección.

Quien resulte electo hoy rendirá protesta la semana entrante junto a un comité de más de 50 integrantes. Parecen muchos, pero enfrentarán retos enormes, entre ellos, establecer una relación productiva con un gobierno estatal cuyas autoridades hacendarias, educativas y políticas parecen tener muy poco interés por lo que ocurre con el magisterio, con la enseñanza, y con la infraestructura educativa. Inmediatamente entrar al tema de los múltiples pendientes que deja la dirigencia saliente a cargo de Gabriela Bañón: adeudos con los trabajadores, procesos de basificación, asignaciones de plazas y ascensos dudosos, escasa inversión en el sector educativo. Además, tendrá que recomponerse la relación con actores políticos y sociales de lo más diverso, desde agrupaciones de padres de familia hasta legisladores locales y federales.

Lo primero, sin embargo, será construir las bases de legitimidad con un magisterio dividido, enojado, agraviado por la autoridad, y con un respaldo social que en la última década pasó del absoluto al relativo. No será sencillo, entre los aspirantes a la dirigencia sindical hay quienes pueden ser mucho más hábiles que otros para reconstruir los nexos con la base magisterial, siempre muy crítica; pero a ninguno le resultaría una tarea fácil, especialmente considerando todos los pendientes que el SNTE dejó y las omisiones de los gobiernos estatal y federal que fueron desatendidas por la dirigencia sindical.

Tampoco podrán pedir los maestros que la educación en Morelos, a partir de la elección de mañana, se convierta en una “como en Dinamarca” (por citar un típico); el margen de maniobra de la dirigencia sindical es limitado y las responsabilidades de la conducción, administración y financiamiento del sector educativo caen en la cancha de los gobiernos estatal y federal. Pero igual que en todo lo demás, habrá dirigentes que puedan ser mucho más influyentes que otros, a final de cuentas, salvo en contadas ocasiones en Morelos los dirigentes del SNTE son mucho más relevantes que los directores del IEBEM, aunque ganen bastante menos.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx


Después de una breve campaña oficial, pero muchos meses de proselitismo entre los trabajadores de la educación, por fin los más de 24 mil trabajadores de la educación de Morelos, activos y jubilados, elegirán a su nueva dirigencia sindical. Morelos rompió la marca de más planillas registradas para el proceso de renovación en el SNTE con 10, lo que refrenda la idea de que a los de acá les cuesta mucho trabajo construir acuerdos (en la elección constitucional de 2021, participaron más de 20 partidos). Pese a la decena de aparentes alternativas, lo cierto es que los profes no cuentan con gran variedad; están los que quieren volver al pasado, los que quieren romperlo todo y los que promueven construir un futuro para la sección 19, el magisterio de Morelos, y la educación en el estado.

Cada profe votará por lo que crea conveniente, aunque alguien tendría que llamar a cierta responsabilidad social, en tanto la educación es un bien público y los efectos de la misma impactan a la mayoría de la niñez y la juventud, y a toda la sociedad. Claro que a todos nos conviene que los trabajadores de la educación estén contentos, e idealmente esa felicidad tendría que darse a partir de la certeza y convicción de que están cumpliendo su misión social, pero hay tantos asegunes en este mágico Morelos que vale la pena recordarles a los profes que la estabilidad social y el futuro del estado depende en alguna medida de la decisión que tomen cuando acudan a los centros de votación para elegir a alguna de las diez planillas que buscan la dirigencia. Porque ¿qué oportunidad tuvo la sociedad para defenderse de los líderes sindicales que vendían plazas, que toleraban aviadores, que dieron al traste a la calidad de la educación, que arruinaron la imagen ejemplar del magisterio? Así de serio es el asunto.

Entristece a la sociedad ver la guerra sucia que en los últimos meses se desató contra algunos aspirantes. Las injurias y calumnias arreciaron en las dos semanas de campaña y llegaron a diluir muchas de las propuestas de los aspirantes. Y claro que a esa forma de trabajo estaban acostumbrados algunos hacedores de campañas magisteriales y les daba resultados cuando las designaciones eran ensambladas desde el Comité Nacional del SNTE que poco o nada conocía del magisterio morelense. En el plano local los profes y los trabajadores de apoyo a la educación conocen a cada uno de los aspirantes, saben de la valía de cada quién, por lo que una andanada de insultos difícilmente causará resultados muy diversos en la elección.

Quien resulte electo hoy rendirá protesta la semana entrante junto a un comité de más de 50 integrantes. Parecen muchos, pero enfrentarán retos enormes, entre ellos, establecer una relación productiva con un gobierno estatal cuyas autoridades hacendarias, educativas y políticas parecen tener muy poco interés por lo que ocurre con el magisterio, con la enseñanza, y con la infraestructura educativa. Inmediatamente entrar al tema de los múltiples pendientes que deja la dirigencia saliente a cargo de Gabriela Bañón: adeudos con los trabajadores, procesos de basificación, asignaciones de plazas y ascensos dudosos, escasa inversión en el sector educativo. Además, tendrá que recomponerse la relación con actores políticos y sociales de lo más diverso, desde agrupaciones de padres de familia hasta legisladores locales y federales.

Lo primero, sin embargo, será construir las bases de legitimidad con un magisterio dividido, enojado, agraviado por la autoridad, y con un respaldo social que en la última década pasó del absoluto al relativo. No será sencillo, entre los aspirantes a la dirigencia sindical hay quienes pueden ser mucho más hábiles que otros para reconstruir los nexos con la base magisterial, siempre muy crítica; pero a ninguno le resultaría una tarea fácil, especialmente considerando todos los pendientes que el SNTE dejó y las omisiones de los gobiernos estatal y federal que fueron desatendidas por la dirigencia sindical.

Tampoco podrán pedir los maestros que la educación en Morelos, a partir de la elección de mañana, se convierta en una “como en Dinamarca” (por citar un típico); el margen de maniobra de la dirigencia sindical es limitado y las responsabilidades de la conducción, administración y financiamiento del sector educativo caen en la cancha de los gobiernos estatal y federal. Pero igual que en todo lo demás, habrá dirigentes que puedan ser mucho más influyentes que otros, a final de cuentas, salvo en contadas ocasiones en Morelos los dirigentes del SNTE son mucho más relevantes que los directores del IEBEM, aunque ganen bastante menos.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx