/ lunes 13 de marzo de 2023

Ejecutivo: comunicación rupturista

Todos los gobiernos requieren comunicar sus acciones. Como gran parte de la política opera en lo simbólico, la construcción de la legitimidad de las políticas públicas se funda en la comunicación eficiente de las mismas y en sus resultados operativos, que también deben ser difundidos a la población. Cuando faltan políticas públicas o resultados de las mismas, la comunicación se vuelve hueca, es entonces cuando se recurre a instrumentos de propaganda que pueden ser más o menos talentosos, siempre deficientes en el terreno ético resultan frecuentes generadores de enconos.

La comparecencia de la jefa de la oficina de la gubernatura, Mónica Boggio, sirvió para evidenciar los enconos que ha provocado una política de comunicación social y con los poderes y organismos autónomos de Morelos fundada más en los instrumentos de propaganda, particularmente negativa, que en la difusión de programas, acciones y resultados del Ejecutivo, probablemente por la mediocridad de los mismos en los últimos años. Los diputados reclamaron a la compareciente, que tiene a su cargo la oficina de comunicación social del Ejecutivo, la propaganda negativa en contra de legisladores y titulares de órganos autónomos que ha existido desde hace décadas en el estado, pero se ha fortalecido con cada año de Cuauhtémoc Blanco en la gubernatura, hasta generar, aseguran algunos de los diputados en sus reclamos, la división y el encono entre los morelenses.

A un ejercicio de gasto en comunicación social que supera lo invertido en el campo, en apoyos sociales, y que ha resultado bastante poco efectivo para mejorar la imagen de un gobierno que no genera resultados; habría que sumarle entonces el objetivo de la estrategia comunicativa: descarrilar al contrario mediante campañas de propaganda negativa dirigidas a quienes el Ejecutivo considera sus adversarios.

En un ambiente así, pretender establecer un diálogo para generar consensos en bien del estado parece francamente inútil. Mucho más cuando la jefa de la oficina de la gubernatura acude a comparecer sin responder a las preguntas y reclamos de los diputados porque “no eran tema de la glosa del informe de gobierno”, y acusó a los legisladores de “meter ruidito” en la comparecencia con posicionamientos políticos. La respuesta de cajón, después de haber sido repetida hasta el cansancio, requirió de que el presidente de la Mesa Directiva, Francisco Sanchez, regañara a la funcionaria explicando que los diputados no pueden ser reconvenidos por sus expresiones en tribuna y le solicitó “conducirse con el debido respeto al fuero constitucional de los miembros de esta legislatura e informar en la medida que esté a su alcance” sobre los cuestionamientos que hicieran los diputados.

No fue gratuito, a Mónica Boggio le incomodaron especialmente los cuestionamientos de las diputadas Macrina Vallejo (sobre la inclusión de la lengua náhuatl en la comunicación social del Ejecutivo), de Verónica Anrubio (sobre las ampliaciones presupuestales a la oficina de la gubernatura y el beneficio que ellas hubieran generado a la población), Andrea Gordillo (quien después de señalar las inequidades en el presupuesto para comunicación social frente a los de salud, desarrollo agropecuario y obras públicas, y de paso acusar la falta de interés de funcionarios del Ejecutivo por el impacto de las políticas públicas en la población, cuestionó las tareas de las áreas de relaciones públicas en materia de atracción de inversiones), y Paola Cruz (que criticó el discurso oficial contra los diputados y acusó violencia política en su contra por parte del gobernador y evidenció que no hay solicitudes por escrito de reuniones para dialogar con los diputados). “No quiero hacer distinciones sobre si somos o no de Morelos”, dijo, y advirtió que las comparecencias anteriores habían sido escenarios políticos.

Habría que considerar que todo lo que ocurre en el Congreso es político, y mucho más cuando se trata de un diálogo entre poderes. Es más, todo lo que ocurre en el gobierno estatal, por más técnico o administrativo que parezca, también es política.

El diálogo entre los poderes sigue roto, la desconfianza impera. Todo apunta a otro año perdido en la política estatal.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Todos los gobiernos requieren comunicar sus acciones. Como gran parte de la política opera en lo simbólico, la construcción de la legitimidad de las políticas públicas se funda en la comunicación eficiente de las mismas y en sus resultados operativos, que también deben ser difundidos a la población. Cuando faltan políticas públicas o resultados de las mismas, la comunicación se vuelve hueca, es entonces cuando se recurre a instrumentos de propaganda que pueden ser más o menos talentosos, siempre deficientes en el terreno ético resultan frecuentes generadores de enconos.

La comparecencia de la jefa de la oficina de la gubernatura, Mónica Boggio, sirvió para evidenciar los enconos que ha provocado una política de comunicación social y con los poderes y organismos autónomos de Morelos fundada más en los instrumentos de propaganda, particularmente negativa, que en la difusión de programas, acciones y resultados del Ejecutivo, probablemente por la mediocridad de los mismos en los últimos años. Los diputados reclamaron a la compareciente, que tiene a su cargo la oficina de comunicación social del Ejecutivo, la propaganda negativa en contra de legisladores y titulares de órganos autónomos que ha existido desde hace décadas en el estado, pero se ha fortalecido con cada año de Cuauhtémoc Blanco en la gubernatura, hasta generar, aseguran algunos de los diputados en sus reclamos, la división y el encono entre los morelenses.

A un ejercicio de gasto en comunicación social que supera lo invertido en el campo, en apoyos sociales, y que ha resultado bastante poco efectivo para mejorar la imagen de un gobierno que no genera resultados; habría que sumarle entonces el objetivo de la estrategia comunicativa: descarrilar al contrario mediante campañas de propaganda negativa dirigidas a quienes el Ejecutivo considera sus adversarios.

En un ambiente así, pretender establecer un diálogo para generar consensos en bien del estado parece francamente inútil. Mucho más cuando la jefa de la oficina de la gubernatura acude a comparecer sin responder a las preguntas y reclamos de los diputados porque “no eran tema de la glosa del informe de gobierno”, y acusó a los legisladores de “meter ruidito” en la comparecencia con posicionamientos políticos. La respuesta de cajón, después de haber sido repetida hasta el cansancio, requirió de que el presidente de la Mesa Directiva, Francisco Sanchez, regañara a la funcionaria explicando que los diputados no pueden ser reconvenidos por sus expresiones en tribuna y le solicitó “conducirse con el debido respeto al fuero constitucional de los miembros de esta legislatura e informar en la medida que esté a su alcance” sobre los cuestionamientos que hicieran los diputados.

No fue gratuito, a Mónica Boggio le incomodaron especialmente los cuestionamientos de las diputadas Macrina Vallejo (sobre la inclusión de la lengua náhuatl en la comunicación social del Ejecutivo), de Verónica Anrubio (sobre las ampliaciones presupuestales a la oficina de la gubernatura y el beneficio que ellas hubieran generado a la población), Andrea Gordillo (quien después de señalar las inequidades en el presupuesto para comunicación social frente a los de salud, desarrollo agropecuario y obras públicas, y de paso acusar la falta de interés de funcionarios del Ejecutivo por el impacto de las políticas públicas en la población, cuestionó las tareas de las áreas de relaciones públicas en materia de atracción de inversiones), y Paola Cruz (que criticó el discurso oficial contra los diputados y acusó violencia política en su contra por parte del gobernador y evidenció que no hay solicitudes por escrito de reuniones para dialogar con los diputados). “No quiero hacer distinciones sobre si somos o no de Morelos”, dijo, y advirtió que las comparecencias anteriores habían sido escenarios políticos.

Habría que considerar que todo lo que ocurre en el Congreso es político, y mucho más cuando se trata de un diálogo entre poderes. Es más, todo lo que ocurre en el gobierno estatal, por más técnico o administrativo que parezca, también es política.

El diálogo entre los poderes sigue roto, la desconfianza impera. Todo apunta a otro año perdido en la política estatal.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx