/ lunes 20 de febrero de 2023

Diputados de Cuauh le hacen el trabajo a la oposición

Aritmética básica, si uno tiene seis diputados, añade a uno, lo rechaza, añade a otra y expulsa a tres más ¿cuántos le quedan? Y mucho más importante ¿son suficientes para presidir los órganos de gobierno del Congreso? Esas reflexiones tendrían que estar haciendo quienes en Morena quieren expulsar del partido a tres diputados locales de mayoría relativa que han osado oponerse a las iniciativas del gobernador y junto con la oposición construir acuerdos para detener la parálisis legislativa.

Actualmente, los 20 diputados de Morelos se reparten así: cuatro del PAN, dos de MC, dos de Nueva Alianza, una del Partido del Trabajo, una de RSP, uno del PRI, una de Morelos Progresa, siete de Morena y uno más que aguarda incorporarse a esa fracción pero por fallo del Tribunal Electoral del Estado de Morelos, permanece como independiente hasta se resuelva el fondo de ese asunto.

La fracción de Morena está dividida en dos grupos, uno de cuatro, que apoya la administración de Cuauthémoc Blanco y otro de tres que se ha sumado coyunturalmente a la oposición. Esta división ha provocado que los apoyadores del gobernador con el respaldo de la dirección estatal de Morena y buena relación con el dirigente nacional del partido, busquen expulsar por todos los medios a los tres legisladores que les son adversos. En caso de prosperar la expulsión (algo que parece muy lejano aún), Morena quedaría con cuatro legisladores locales; pero los tres expulsados y el que está en espera de ser admitido (lo que ya no ocurriría), quedarían libres para incorporarse a otro grupo parlamentario en el momento en que así lo decidieran con sólo notificarlo a la presidencia de la Mesa Directiva.

Los cuatro rechazados por Morena podrían unirse, por ejemplo a Movimiento Ciudadano, o a Nueva Alianza y en automático construirían la fracción parlamentaria más grande en el Congreso, con seis diputados, y podrían pedir la presidencia de la Junta Política y de Gobierno, hoy en manos de alguien de Morena. Morena, por su parte, quedaría con sólo cuatro legisladores y dejaría de ser la fracción parlamentaria más grande en el Congreso local, además, con la remoción de los diputados aliados del gobernador de las comisiones en el Congreso, habría quedado totalmente eliminado de la participación en los trabajos legislativos más allá del pleno al que por ley pertenecen todos los diputados.

Cuestión de matemáticas simples, la resta debilita los guarismos. Pero en Morena parecen imponerse los rencores sobre cualquier racionamiento. La incapacidad evidente de llegar a consensos ha limitado la operación del partido dentro del Congreso y en caso de finalmente expulsar a tres legisladores el resultado sería equivalente a quemar cualquier puente para influir en los trabajos de la representación popular.

Cierto que, en la práctica, el grupo de Morena afín a la administración estatal carece de margen de maniobra en un Congreso contra el que el Ejecutivo se mantiene en guerra permanente. Pero también lo es que la expulsión de los legisladores daría todas las herramientas jurídicas, normativas y simbólicas, para que la exclusión fuera definitiva. Además, quitaría el freno, por lo menos administrativo que hoy tienen asuntos atorados en la Junta Política, entre ellos, tres solicitudes de juicio de procedencia en contra del titular del Ejecutivo, Cuauhtémoc Blanco Bravo, depositadas por la Fiscalía Anticorrupción depositado el 18 de abril del año pasado y a las que podría sumar siete carpetas de investigación más que se encuentran en etapa de integración.

Así que en un intento de defensa mediática del gobernador, los diputados de Morena que buscan pruebas para expulsar a sus compañeros de bancada y la dirigencia local del partido, podrían estar condenando a quien intentan proteger, probablemente, por instrucción de ese mismo protegido.

Por cierto, la expulsión de los morenistas sería posible sólo bajo el argumento de atentar contra la unidad del partido, el mismo que podría usarse contra quienes promueven la sanción, por cierto. Aunque podría ser rebatido, también conforme al estatuto con la libertad de los militantes para expresar puntos de vista y cumplir con principios, normas y objetivos del partido.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx


Aritmética básica, si uno tiene seis diputados, añade a uno, lo rechaza, añade a otra y expulsa a tres más ¿cuántos le quedan? Y mucho más importante ¿son suficientes para presidir los órganos de gobierno del Congreso? Esas reflexiones tendrían que estar haciendo quienes en Morena quieren expulsar del partido a tres diputados locales de mayoría relativa que han osado oponerse a las iniciativas del gobernador y junto con la oposición construir acuerdos para detener la parálisis legislativa.

Actualmente, los 20 diputados de Morelos se reparten así: cuatro del PAN, dos de MC, dos de Nueva Alianza, una del Partido del Trabajo, una de RSP, uno del PRI, una de Morelos Progresa, siete de Morena y uno más que aguarda incorporarse a esa fracción pero por fallo del Tribunal Electoral del Estado de Morelos, permanece como independiente hasta se resuelva el fondo de ese asunto.

La fracción de Morena está dividida en dos grupos, uno de cuatro, que apoya la administración de Cuauthémoc Blanco y otro de tres que se ha sumado coyunturalmente a la oposición. Esta división ha provocado que los apoyadores del gobernador con el respaldo de la dirección estatal de Morena y buena relación con el dirigente nacional del partido, busquen expulsar por todos los medios a los tres legisladores que les son adversos. En caso de prosperar la expulsión (algo que parece muy lejano aún), Morena quedaría con cuatro legisladores locales; pero los tres expulsados y el que está en espera de ser admitido (lo que ya no ocurriría), quedarían libres para incorporarse a otro grupo parlamentario en el momento en que así lo decidieran con sólo notificarlo a la presidencia de la Mesa Directiva.

Los cuatro rechazados por Morena podrían unirse, por ejemplo a Movimiento Ciudadano, o a Nueva Alianza y en automático construirían la fracción parlamentaria más grande en el Congreso, con seis diputados, y podrían pedir la presidencia de la Junta Política y de Gobierno, hoy en manos de alguien de Morena. Morena, por su parte, quedaría con sólo cuatro legisladores y dejaría de ser la fracción parlamentaria más grande en el Congreso local, además, con la remoción de los diputados aliados del gobernador de las comisiones en el Congreso, habría quedado totalmente eliminado de la participación en los trabajos legislativos más allá del pleno al que por ley pertenecen todos los diputados.

Cuestión de matemáticas simples, la resta debilita los guarismos. Pero en Morena parecen imponerse los rencores sobre cualquier racionamiento. La incapacidad evidente de llegar a consensos ha limitado la operación del partido dentro del Congreso y en caso de finalmente expulsar a tres legisladores el resultado sería equivalente a quemar cualquier puente para influir en los trabajos de la representación popular.

Cierto que, en la práctica, el grupo de Morena afín a la administración estatal carece de margen de maniobra en un Congreso contra el que el Ejecutivo se mantiene en guerra permanente. Pero también lo es que la expulsión de los legisladores daría todas las herramientas jurídicas, normativas y simbólicas, para que la exclusión fuera definitiva. Además, quitaría el freno, por lo menos administrativo que hoy tienen asuntos atorados en la Junta Política, entre ellos, tres solicitudes de juicio de procedencia en contra del titular del Ejecutivo, Cuauhtémoc Blanco Bravo, depositadas por la Fiscalía Anticorrupción depositado el 18 de abril del año pasado y a las que podría sumar siete carpetas de investigación más que se encuentran en etapa de integración.

Así que en un intento de defensa mediática del gobernador, los diputados de Morena que buscan pruebas para expulsar a sus compañeros de bancada y la dirigencia local del partido, podrían estar condenando a quien intentan proteger, probablemente, por instrucción de ese mismo protegido.

Por cierto, la expulsión de los morenistas sería posible sólo bajo el argumento de atentar contra la unidad del partido, el mismo que podría usarse contra quienes promueven la sanción, por cierto. Aunque podría ser rebatido, también conforme al estatuto con la libertad de los militantes para expresar puntos de vista y cumplir con principios, normas y objetivos del partido.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx