/ domingo 20 de septiembre de 2020

No a todos los afecta la pandemia de la misma manera

La pandermia de COVID-19 nos ha inflijido severos daños tanto en lo personal como en lo colectivo. La gravedad de la situación ha magnificado los problemas estructurales de nuestro país agravando la situación de grupos vulnerables.

Entre estos problemas estructurales tenemos el acceso al sistema público de salud, un sistema dividido y fragmentado en subsistemas a los cuales, de acuerdo al CONEVAL, existen todavía cerca de dos millones de mexicanos sin acceso .

El despliegue logístico y financiero durante la crisis sanitaria ha facilitado el acceso de los pacientes a servicios médicos sin importar su afiliación, sin embargo, la gravedad y duración de las secuelas dejará en el limbo de atención a millones de personas si el sistema público de salud de nuestro país no comienza a hacer los ajustes necesarios desde ahora.

Por otro lado, nuestro sistema educativo, monolítico y centralizado, está pasando por una de sus pruebas más difíciles. El cierre preventivo de las actividades escolares ante una inminente escalada de contagios ha provocado la desmovilización de millones de maestros y estudiantes. El desmantelamiento de un sistema público de acceso a internet ha dejado a los habitantes de numerosos municipios sin acceso a conectividad en espacios públicos. Como respuesta, el sistema de educación ha optado por transmitir los contenidos por televisión. A pesar de su mayor acceso, esta plataforma es unidireccional a diferencia de la internet, con lo que se debilita el acompañamiento de los docentes elevando el riesgo de abandono escolar.

El tercer aspecto es la informalidad de nuestras actividades económicas. De acuerdo al INEGI, seis de cada diez trabajadores en nuestro país lo hacen de manera informal. Esta situación se ha agravado por la pandemia y no existe perspectiva de mejora en el corto plazo debido al cierre masivo de micro y pequeñas empresas. El desplazamiento del empleo formal a informal repercutirá en una reducción de las recaudaciones debilitando la hacienda pública.

Finalmente, todos estos campos tienen un diferente peso para las mujeres que para los hombres. Aunque existe una ventaja marginal de las mujeres al ser menos sensibles a la infección por el virus SARS-CoV2 se está generando una carga extraordinaria de labores y responsabilidades durante el confinamiento. Ya sea por la responsabilidad en la atención de enfermos o saliendo de casa para trabajar en el sector informal como compensación a la pérdida o enfermedad de los miembros hombres de la familia. También existe una clara asimetría en la carga adicional que implica el acompañamiento de la educación de los menores lo cual entra en conflicto frontal con el trabajo que muchas mujeres deben realizar desde casa ocasionando retrasos en el cumplimiento de sus obligaciones.

Menos ingresos, más deudas, menos logros profesionales, más responsabilidades. No debiera sorprendernos que en estas condiciones se incrementen los casos de violencia doméstica, depresión y suicidio. La salud mental es tan importante como la física y debemos trabajar igual de fuerte para evitar sumarla a la larga lista de agravios que nos dejará la pandemia. Para quienes sientan necesidad de ayuda existe una línea de ayuda a la cual pueden acudir, se trata del Sistema Nacional de Apoyo, Consejo Psicológico e Intervención en Crisis por Teléfono (mejor conocido como SAPTEL) y su teléfono es 55-5259-8121. No duden en hacerlo.


Información adicional de éste y otros temas de interés visiten:

http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

https://www.facebook.com/BValderramaB/

La pandermia de COVID-19 nos ha inflijido severos daños tanto en lo personal como en lo colectivo. La gravedad de la situación ha magnificado los problemas estructurales de nuestro país agravando la situación de grupos vulnerables.

Entre estos problemas estructurales tenemos el acceso al sistema público de salud, un sistema dividido y fragmentado en subsistemas a los cuales, de acuerdo al CONEVAL, existen todavía cerca de dos millones de mexicanos sin acceso .

El despliegue logístico y financiero durante la crisis sanitaria ha facilitado el acceso de los pacientes a servicios médicos sin importar su afiliación, sin embargo, la gravedad y duración de las secuelas dejará en el limbo de atención a millones de personas si el sistema público de salud de nuestro país no comienza a hacer los ajustes necesarios desde ahora.

Por otro lado, nuestro sistema educativo, monolítico y centralizado, está pasando por una de sus pruebas más difíciles. El cierre preventivo de las actividades escolares ante una inminente escalada de contagios ha provocado la desmovilización de millones de maestros y estudiantes. El desmantelamiento de un sistema público de acceso a internet ha dejado a los habitantes de numerosos municipios sin acceso a conectividad en espacios públicos. Como respuesta, el sistema de educación ha optado por transmitir los contenidos por televisión. A pesar de su mayor acceso, esta plataforma es unidireccional a diferencia de la internet, con lo que se debilita el acompañamiento de los docentes elevando el riesgo de abandono escolar.

El tercer aspecto es la informalidad de nuestras actividades económicas. De acuerdo al INEGI, seis de cada diez trabajadores en nuestro país lo hacen de manera informal. Esta situación se ha agravado por la pandemia y no existe perspectiva de mejora en el corto plazo debido al cierre masivo de micro y pequeñas empresas. El desplazamiento del empleo formal a informal repercutirá en una reducción de las recaudaciones debilitando la hacienda pública.

Finalmente, todos estos campos tienen un diferente peso para las mujeres que para los hombres. Aunque existe una ventaja marginal de las mujeres al ser menos sensibles a la infección por el virus SARS-CoV2 se está generando una carga extraordinaria de labores y responsabilidades durante el confinamiento. Ya sea por la responsabilidad en la atención de enfermos o saliendo de casa para trabajar en el sector informal como compensación a la pérdida o enfermedad de los miembros hombres de la familia. También existe una clara asimetría en la carga adicional que implica el acompañamiento de la educación de los menores lo cual entra en conflicto frontal con el trabajo que muchas mujeres deben realizar desde casa ocasionando retrasos en el cumplimiento de sus obligaciones.

Menos ingresos, más deudas, menos logros profesionales, más responsabilidades. No debiera sorprendernos que en estas condiciones se incrementen los casos de violencia doméstica, depresión y suicidio. La salud mental es tan importante como la física y debemos trabajar igual de fuerte para evitar sumarla a la larga lista de agravios que nos dejará la pandemia. Para quienes sientan necesidad de ayuda existe una línea de ayuda a la cual pueden acudir, se trata del Sistema Nacional de Apoyo, Consejo Psicológico e Intervención en Crisis por Teléfono (mejor conocido como SAPTEL) y su teléfono es 55-5259-8121. No duden en hacerlo.


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