/ jueves 2 de diciembre de 2021

¡No a la militarización!, gritan feministas

Hemos observado que nuestro país se ha estado militarizando poco a poco, lo cual es verdaderamente preocupante porque la historia nos demuestra que, en los países militarizados, las mujeres son las primeras en perder todos sus derechos.

En sexenios anteriores y a nivel regional, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH) se pronunció en contra de México. en varias ocasiones, condenando el actuar de las fuerzas armadas dentro del país. De ahí la preocupación que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador haya autorizado el uso permanente de las fuerzas armadas para llevar a cabo tareas de seguridad pública, que cada día alcanza más poder, aunque se había prometido que "saldrían de las calles" una vez terminadas sus funciones de inseguridad. Pues bien, la inseguridad ha aumentado y las fuerzas armadas están ocupadas en la construcción de los programas sociales del Estado.

"El único deber de un soldado es cumplir órdenes"

¿Será por eso la indiferencia presidencial el día 8 de marzo de 2019, cuando las mujeres de casi todo el país salieron a marchar, y sólo se envió un mensaje "anti violencia", señalando a las mujeres de “simulación” al servicio de sus adversarios conservadores?.

Este mensaje “anti violencia” fue contestado por la “La Red Nosotras tenemos otros datos’’:

«-Cuando me insultó, conté uno. No importaba. Uno, no es ninguno. Inhala.

-Cuando me gritó, conté dos. Dos es mejor que uno. Le creí. Exhala.

-Como no sabía qué hacer, le busqué tres pies al gato, por eso me golpeó. Inhala.

-Conté cuatro, las paredes que necesitaba. No tenía a dónde ir. Exhala.

-Conté mis dedos ¿Por qué no me defendían? ¿Por qué no lo señalaban? Inhala.

-A las seis, llegaba a casa. A las siete, me golpeaba, cada día. Inhala. Exhala.

-Cuando volteamos el ocho se convirtió en infinito. El infierno es eterno cuando vives en él. Inhala.

-Si corres, con suerte cuentas nueve pasos y te miras al espejo para saber que estás viva. Exhala.

-La autopsia dedujo diez marcas, diez puños, diez heridas profundas.

¡No inhales, no exhales, no esperes a contar hasta diez!»

Es de vital importancia proteger a las mujeres y creerles al momento que denuncian, ya que la justicia es muuuuuy lenta y la violencia es muy veloz. Y no se le puede responsabilizar a las mujeres de salvarse ellas mismas; es el Estado que debe hacerlo y no "blindarse" con una indolente valla de las furiosas protestas de las mujeres porque "Vivas nos queremos", aunque esa valla que fue convertida en un florido cementerio lleno de indignación.

Es insoportable pensar que las mujeres siempre tengan que moverse con cautela en los espacios públicos y, una vez que han denunciado alguna violencia, tengan que esconderse, cambiar de identidad o de ciudad, irse a refugios (que ahora ya casi no existen) o asistir a instituciones “anti violencia de género” que sólo cuentan con escasos recursos, pagando siempre una doble pena, una doble victimización.

De ahí que muy pocas mujeres deciden denunciar.

El 25 de noviembre de 2021, un día que nunca debió existir por el brutal asesinato de las hermanas Mirabal, "las Mariposas", —como así las describió la escritora dominicana Julia Álvarez en su libro intitulado "En el tiempo de las mariposas" en 1994, lo conmemoramos hoy nuevamente, como se ha hecho desde 1981, con profunda rabia e impotencia., porque así nació el Día Internacional de la eliminación de la violencia de género. Eliminación quiere decir que queremos extirparla, erradicarla, cortarla de tajo, acabar con ella para siempre.

Aquellas hermanas Mirabal, estudiantes universitarias que estaban en contra del régimen del violador, rencoroso, egocéntrico, abusivo, el "pater familias" de su isla —Leónides Trujillo, que siempre actuó con un rosario en una mano y un revolver en la otra —, fueron brutalmente asesinadas y violadas, como así ha sucedido en todo sistema militarizado donde son las mujeres fueron las primeras en perder todos sus derechos.

No olvidemos que en el siglo pasado casi todo el Continente Americano estuvo militarizado, y ahora sabemos, plenamente, de los crímenes de lesa humanidad que ahí se cometieron, particularmente con las mujeres.

Aquí en México somos más de la mitad de la población y seguimos viviendo "las noches de mujeres muertas" —diez cada día— asesinadas, violadas, descuartizadas; la mayor de las veces por un compañero, un esposo violento que incurre en "feminicidio". Por eso se dice que el agresor está siempre en casa o muy cerca de ella.

Eso me hace pensar también en la periodista Lydia Cacho, que vive saltando de lugar en lugar, siempre escondiéndose por haber denunciado a la pederastia, que sigue siendo solapada hasta por la propia iglesia.

Las mujeres del mundo siguen y seguirán marchado en contra del movimiento anti patriarcal, aunque la gente pávida se indigne porque "ellas no deberían reaccionar con violencia. Violencia genera más violencia", como si no hubiera ya sido suficiente soportar esta violencia milenaria.

Ya lo decía el poeta, León Felipe: «Somos como un caballo sin memoria, somos como un caballo que no se acuerda ya de la última valla que ha saltado...»


Hemos observado que nuestro país se ha estado militarizando poco a poco, lo cual es verdaderamente preocupante porque la historia nos demuestra que, en los países militarizados, las mujeres son las primeras en perder todos sus derechos.

En sexenios anteriores y a nivel regional, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH) se pronunció en contra de México. en varias ocasiones, condenando el actuar de las fuerzas armadas dentro del país. De ahí la preocupación que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador haya autorizado el uso permanente de las fuerzas armadas para llevar a cabo tareas de seguridad pública, que cada día alcanza más poder, aunque se había prometido que "saldrían de las calles" una vez terminadas sus funciones de inseguridad. Pues bien, la inseguridad ha aumentado y las fuerzas armadas están ocupadas en la construcción de los programas sociales del Estado.

"El único deber de un soldado es cumplir órdenes"

¿Será por eso la indiferencia presidencial el día 8 de marzo de 2019, cuando las mujeres de casi todo el país salieron a marchar, y sólo se envió un mensaje "anti violencia", señalando a las mujeres de “simulación” al servicio de sus adversarios conservadores?.

Este mensaje “anti violencia” fue contestado por la “La Red Nosotras tenemos otros datos’’:

«-Cuando me insultó, conté uno. No importaba. Uno, no es ninguno. Inhala.

-Cuando me gritó, conté dos. Dos es mejor que uno. Le creí. Exhala.

-Como no sabía qué hacer, le busqué tres pies al gato, por eso me golpeó. Inhala.

-Conté cuatro, las paredes que necesitaba. No tenía a dónde ir. Exhala.

-Conté mis dedos ¿Por qué no me defendían? ¿Por qué no lo señalaban? Inhala.

-A las seis, llegaba a casa. A las siete, me golpeaba, cada día. Inhala. Exhala.

-Cuando volteamos el ocho se convirtió en infinito. El infierno es eterno cuando vives en él. Inhala.

-Si corres, con suerte cuentas nueve pasos y te miras al espejo para saber que estás viva. Exhala.

-La autopsia dedujo diez marcas, diez puños, diez heridas profundas.

¡No inhales, no exhales, no esperes a contar hasta diez!»

Es de vital importancia proteger a las mujeres y creerles al momento que denuncian, ya que la justicia es muuuuuy lenta y la violencia es muy veloz. Y no se le puede responsabilizar a las mujeres de salvarse ellas mismas; es el Estado que debe hacerlo y no "blindarse" con una indolente valla de las furiosas protestas de las mujeres porque "Vivas nos queremos", aunque esa valla que fue convertida en un florido cementerio lleno de indignación.

Es insoportable pensar que las mujeres siempre tengan que moverse con cautela en los espacios públicos y, una vez que han denunciado alguna violencia, tengan que esconderse, cambiar de identidad o de ciudad, irse a refugios (que ahora ya casi no existen) o asistir a instituciones “anti violencia de género” que sólo cuentan con escasos recursos, pagando siempre una doble pena, una doble victimización.

De ahí que muy pocas mujeres deciden denunciar.

El 25 de noviembre de 2021, un día que nunca debió existir por el brutal asesinato de las hermanas Mirabal, "las Mariposas", —como así las describió la escritora dominicana Julia Álvarez en su libro intitulado "En el tiempo de las mariposas" en 1994, lo conmemoramos hoy nuevamente, como se ha hecho desde 1981, con profunda rabia e impotencia., porque así nació el Día Internacional de la eliminación de la violencia de género. Eliminación quiere decir que queremos extirparla, erradicarla, cortarla de tajo, acabar con ella para siempre.

Aquellas hermanas Mirabal, estudiantes universitarias que estaban en contra del régimen del violador, rencoroso, egocéntrico, abusivo, el "pater familias" de su isla —Leónides Trujillo, que siempre actuó con un rosario en una mano y un revolver en la otra —, fueron brutalmente asesinadas y violadas, como así ha sucedido en todo sistema militarizado donde son las mujeres fueron las primeras en perder todos sus derechos.

No olvidemos que en el siglo pasado casi todo el Continente Americano estuvo militarizado, y ahora sabemos, plenamente, de los crímenes de lesa humanidad que ahí se cometieron, particularmente con las mujeres.

Aquí en México somos más de la mitad de la población y seguimos viviendo "las noches de mujeres muertas" —diez cada día— asesinadas, violadas, descuartizadas; la mayor de las veces por un compañero, un esposo violento que incurre en "feminicidio". Por eso se dice que el agresor está siempre en casa o muy cerca de ella.

Eso me hace pensar también en la periodista Lydia Cacho, que vive saltando de lugar en lugar, siempre escondiéndose por haber denunciado a la pederastia, que sigue siendo solapada hasta por la propia iglesia.

Las mujeres del mundo siguen y seguirán marchado en contra del movimiento anti patriarcal, aunque la gente pávida se indigne porque "ellas no deberían reaccionar con violencia. Violencia genera más violencia", como si no hubiera ya sido suficiente soportar esta violencia milenaria.

Ya lo decía el poeta, León Felipe: «Somos como un caballo sin memoria, somos como un caballo que no se acuerda ya de la última valla que ha saltado...»


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