/ lunes 23 de marzo de 2020

Neoliberalismo biológico

A finales del siglo XIX surge en Inglaterra la revolución industrial que es la incorporación intensiva de la tecnología en los medios de producción.

Este fenómeno social dio lugar a una nueva corriente económica que ha sufrido cambios y transformaciones en el tiempo hasta convertirse en lo que conocemos hoy, de manera coloquial, como neoliberalismo. Una de las críticas más fuertes que ha recibido el neoliberalismo es que antepone la estabilidad de la economía al bienestar de las personas. El neoliberalismo llegó a su máxima expresión en los años 80 con Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Tatcher en Inglaterra.

Y se preguntarán cómo para que hablamos hoy, en medio de la crisis del COVID-19 del neoliberalismo. Pues resulta que Inglaterra y Estados Unidos, los bastiones del neoliberalismo, decidieron hace unas semanas no seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud basadas en el diagnóstico masivo y el distanciamiento social. En lugar de eso desplegaron una estrategia que llamaremos neoliberalismo biológico basada en aislar a los adultos mayores incluyendo a la familia real, los más vulnerables a la pandemia, dejar que el resto de la población se infectara de manera natural y que murieran los que tuvieran que morir. Esta decisión los llevaría, según ellos, a un escenario de inmunidad de rebaño más rápido que otros países sin colapsar su sistema hospitalario y sin detener de golpe sus medios de producción.

Hace una semana, el equipo de respuesta del Imperial College demostró mediante sus estudios epidemiológicos que, de seguir adelante con esta estrategia, el costo humano para Inglaterra sería de 250 mil muertes y que de todos modos colapsaría el sistema hospitalario. La gravedad de estos números ocasionó que la opinión pública presionara mediante el Parlamento para que el gobierno inglés cambiara inmediatamente de estrategia, que cerrara escuelas y universidades, que aislara casos positivos y que implantara el distanciamiento social. Lo mismo sucedió en Estados Unidos. El retraso en la implantación del modelo va a tener consecuencias pero no tan graves como si no se hubiera tomado la decisión.

México presentó su primer caso confirmado el 28 de febrero hasta alcanzar 251 casos el día de ayer 21 de marzo. A la fecha solamente se han reportado dos fallecimientos, uno en la Ciudad de México y otro en Durango acontecidos entre el 19 y 20 de marzo. El número de casos positivos se duplica cada dos días, una tasa equivalente a la observada para muchos otros países incluyendo Italia y España, lo que debería habernos puesto ya en alerta roja.

Sin embargo, existe particular inquietud sobre el número total de casos ya que el gobierno federal ha establecido que para que a usted le apliquen la prueba tendría que presentar síntomas graves, haber estado en contacto con un caso confirmado o haber regresado recientemente de alguno de estos países, China, Hong Kong, Corea del Sur, Japón, Italia, Irán, Singapur, España, Francia, Alemania, o de California, Washington o Nueva York en Estados Unidos. Es decir, que por definición operacional si usted se contagió de su vecino no diagnosticado y no ha viajado, no le harán la prueba, no entrará a la estadística pero posiblemente tampoco, en el eventual caso de agravamiento lo clasificarán como COVID-19, aunque le costara la vida.

Esta directiva nos deja en la total vulnerabilidad. En un momento en que hay influenza y gripa, que estamos nerviosos y que no todos podemos darnos el lujo de recluirnos en casa, resulta que ni siquiera tenemos derecho a saber si estamos contagiados de coronavirus, robándonos la oportunidad de proteger a nuestras familias. Y además, no sirve de nada para proteger la economía de país, de por sí devastada por decisiones domésticas y agravada por el escenario mundial. En resumen, en México no se está haciendo diagnóstico masivo y tampoco se ha implantado de manera oficial el distanciamiento social.

¿Porqué, a pesar de las experiencias de Inglaterra y Estados Unidos, no estamos siguiendo en México la recomendaciones de la OMS? Ante la falta de declaraciones oficiales es difícil saberlo pero existen tres razones posibles que pueden operar juntas o por separado. Una de ellas es que estén aplicando el modelo del neoliberalismo biológico con la intención de minimizar el daño a la economía. La otra es que no exista el liderazgo suficiente en el gobierno federal para imponer y sostener medidas tan drásticas e impopulares y que acaben siendo los gobiernos estatales y municipales quienes al final las materialicen con el inevitable costo económico y político. La tercera es que, irónicamente, aunque tuvieran éxito, estas medidas no ofrezcan retorno electoral pues nadie agradece algo que no ocurre. Y eso sí cala.


Información adicional de éste y otros temas de interés http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

A finales del siglo XIX surge en Inglaterra la revolución industrial que es la incorporación intensiva de la tecnología en los medios de producción.

Este fenómeno social dio lugar a una nueva corriente económica que ha sufrido cambios y transformaciones en el tiempo hasta convertirse en lo que conocemos hoy, de manera coloquial, como neoliberalismo. Una de las críticas más fuertes que ha recibido el neoliberalismo es que antepone la estabilidad de la economía al bienestar de las personas. El neoliberalismo llegó a su máxima expresión en los años 80 con Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Tatcher en Inglaterra.

Y se preguntarán cómo para que hablamos hoy, en medio de la crisis del COVID-19 del neoliberalismo. Pues resulta que Inglaterra y Estados Unidos, los bastiones del neoliberalismo, decidieron hace unas semanas no seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud basadas en el diagnóstico masivo y el distanciamiento social. En lugar de eso desplegaron una estrategia que llamaremos neoliberalismo biológico basada en aislar a los adultos mayores incluyendo a la familia real, los más vulnerables a la pandemia, dejar que el resto de la población se infectara de manera natural y que murieran los que tuvieran que morir. Esta decisión los llevaría, según ellos, a un escenario de inmunidad de rebaño más rápido que otros países sin colapsar su sistema hospitalario y sin detener de golpe sus medios de producción.

Hace una semana, el equipo de respuesta del Imperial College demostró mediante sus estudios epidemiológicos que, de seguir adelante con esta estrategia, el costo humano para Inglaterra sería de 250 mil muertes y que de todos modos colapsaría el sistema hospitalario. La gravedad de estos números ocasionó que la opinión pública presionara mediante el Parlamento para que el gobierno inglés cambiara inmediatamente de estrategia, que cerrara escuelas y universidades, que aislara casos positivos y que implantara el distanciamiento social. Lo mismo sucedió en Estados Unidos. El retraso en la implantación del modelo va a tener consecuencias pero no tan graves como si no se hubiera tomado la decisión.

México presentó su primer caso confirmado el 28 de febrero hasta alcanzar 251 casos el día de ayer 21 de marzo. A la fecha solamente se han reportado dos fallecimientos, uno en la Ciudad de México y otro en Durango acontecidos entre el 19 y 20 de marzo. El número de casos positivos se duplica cada dos días, una tasa equivalente a la observada para muchos otros países incluyendo Italia y España, lo que debería habernos puesto ya en alerta roja.

Sin embargo, existe particular inquietud sobre el número total de casos ya que el gobierno federal ha establecido que para que a usted le apliquen la prueba tendría que presentar síntomas graves, haber estado en contacto con un caso confirmado o haber regresado recientemente de alguno de estos países, China, Hong Kong, Corea del Sur, Japón, Italia, Irán, Singapur, España, Francia, Alemania, o de California, Washington o Nueva York en Estados Unidos. Es decir, que por definición operacional si usted se contagió de su vecino no diagnosticado y no ha viajado, no le harán la prueba, no entrará a la estadística pero posiblemente tampoco, en el eventual caso de agravamiento lo clasificarán como COVID-19, aunque le costara la vida.

Esta directiva nos deja en la total vulnerabilidad. En un momento en que hay influenza y gripa, que estamos nerviosos y que no todos podemos darnos el lujo de recluirnos en casa, resulta que ni siquiera tenemos derecho a saber si estamos contagiados de coronavirus, robándonos la oportunidad de proteger a nuestras familias. Y además, no sirve de nada para proteger la economía de país, de por sí devastada por decisiones domésticas y agravada por el escenario mundial. En resumen, en México no se está haciendo diagnóstico masivo y tampoco se ha implantado de manera oficial el distanciamiento social.

¿Porqué, a pesar de las experiencias de Inglaterra y Estados Unidos, no estamos siguiendo en México la recomendaciones de la OMS? Ante la falta de declaraciones oficiales es difícil saberlo pero existen tres razones posibles que pueden operar juntas o por separado. Una de ellas es que estén aplicando el modelo del neoliberalismo biológico con la intención de minimizar el daño a la economía. La otra es que no exista el liderazgo suficiente en el gobierno federal para imponer y sostener medidas tan drásticas e impopulares y que acaben siendo los gobiernos estatales y municipales quienes al final las materialicen con el inevitable costo económico y político. La tercera es que, irónicamente, aunque tuvieran éxito, estas medidas no ofrezcan retorno electoral pues nadie agradece algo que no ocurre. Y eso sí cala.


Información adicional de éste y otros temas de interés http://reivindicandoapluton.blogspot.mx